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La neuroinflamación o inflamación del cerebro suena a algo grave, pero es mucho más frecuente y común de lo que pensamos. La inflamación del cerebro es una respuesta, una “red flag”, a una situación que está viviendo nuestro organismo y que puede derivar en una enfermedad. Pero ¿qué pasa si no somos conscientes de ciertos avisos porque son más difíciles de detectar o no estamos acostumbrados a sentirlos? Esto es lo que ocurre con la neuroinflmación, que puede que ni nos demos cuenta de que se esté dando y, por eso, en este post hablamos de ella y de sus síntomas.
Si eres profesional sanitario y consideras la nutrición y el estilo de vida saludable como mejor herramienta preventiva contra las enfermedades, el estrés y diversos problemas que nos afectan tanto a nivel físico como mental, seguro que te interesa el mundo de la psiconeuroinmunologia. ¡Sigue con nosotros y encuentra toda la información que necesitas sobre esta rama en nuestro catálogo formativo!
El cerebro que aún no hemos podido explorar en su totalidad. No obstante, cada vez estamos más cerca de entender sus funciones y lo más importante, de descubrir como estas son capaces de influir en todas las facetas de nuestra vida.
Para entender en qué consiste este estado del cerebro, antes hay que saber que este órgano, tan esencial, contiene más de 80.000 millones de neuronas y, por cada una de ellas, hay diez células gliales. Esto supone el 90% de las células cerebrales y conforma una sustancia llamada glía o neuroglia.
Existen varios tipos de células gliales, cuyas funciones son: apoyar a la función cerebral, mejorar la velocidad de los neurotransmisores, fomentar el crecimiento neuronal, regular la neurogénesis y recoger los desechos en el espacio extracelular generados por las neuronas. Y te preguntarás: ¿por qué me explicas esto? Pues bien, he aquí la respuesta: las células gliales juegan un papel fundamental en la neuroinflamación cuando detectan ciertos estímulos como amenazas. Cuando ocurre esto, las células cambian su patrón de conducta y se convierten en células inmunitarias, lo que produce la inflamación cerebral.
Si te preguntamos, seguramente, no sepas decirnos si alguna vez has sufrido neuroinflamación o si la está experimentando en este mismo instante, pero, si vemos sus principales síntomas, seguro que sabrías identificarla: dolores de cabeza, fatiga extrema o falta de energía, problemas cognitivos manifestados en falta de concentración o fallos de memoria, cambios radicales en el estado de ánimo, trastornos del sueño, problemas sensoriales… seguro que reconoces algunos de ellos.
Como hemos visto, la neuroinflamación se produce cuando las células gliales detectan un peligro y se ponen en “modo defensivo”, pero ¿cómo ocurre esta alteración? ¡Veamos!
Aunque estas células estén protegidas por la barrera hematoencefálica, esta no es infranqueable, sino que su función, más bien, consiste en filtrar lo que puede pasar al otro lado (oxígeno y glucosa), y lo que no (sustancias tóxicas inflamatorias producidas por el propio organismo). Si esta barrara sufre alguna alteración y los astrocitos, quienes se ocupan de hacer el filtrado, no ejecutan la tarea de forma rápida y eficaz, las células gliales se pueden activar.
Para este cambio de función, se desencadenan mecanismos complejos en el cerebro que podemos resumir en estos cuatro puntos:
Así es, y, como en la mayoría de las afecciones, su remedio o prevención, pasa por mantener un estilo de vida y nutrición saludables. A continuación, te damos algunos consejos muy útiles para que evites la inflamación cerebral y todo el malestar mental y físico que acarrea.
Evita el alcohol: ¿sabías que el cerebro es uno de los órganos más vulnerables al alcohol? El alcohol es un inductor de la respuesta M1 de las microglías e induce una respuesta inflamatoria al hígado. Además, beber en exceso aumenta la permeabilidad de la barrera hematoencefálica.
Realiza actividad física: el ejercicio puede enviar una respuesta antinflamatoria con la liberación de opioides y péptidos; además, refuerza la barrera hematoencefálica, lo que significa una poderosa herramienta para activar la expresión de M2. Sin embargo, una actividad física demasiado exigente, puede causar el efecto contrario.
Evita los momentos de estrés: diversos estudios demuestran que el estrés afecta muy negativamente a las funciones cerebrales, hasta el punto de que, experimentar un pico alto de estrés, puede inhibir temporalmente el habla o las capacidades motoras.
Duerme lo suficiente: cuando tenemos problemas para conciliar el sueño, estos pueden volverse crónicos y los mediadores inflamatorios aumentan, desencadenando la activación de células gliales y microgliales, con la consecuente neuroinflamación.
Evita alimentos como estos: grasas saturadas, fritos, y altos en azúcares refinados. Controla las cantidades y detecta el hambre emocional para no caer en atracones. Estos malos hábitos alimenticios generan sustancias proinflamatorias desde las células adiposas y debilitan la pared intestinal.
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