La disciplina consciente: una forma de educar con respeto y amor
La disciplina consciente o conscious discipline es un enfoque de crianza y de educación basado en el respeto hacia los niños como individuos únicos y autónomos, y en la creación de un ambiente seguro y amoroso en el que puedan desarrollarse y crecer.
La disciplina consciente no es una técnica o una receta para corregir el comportamiento de los niños, sino una filosofía y una actitud que nos invita a cambiar nuestra forma de ver y de relacionarnos con ellos.
La disciplina consciente se basa en las investigaciones sobre el cerebro, el desarrollo y las emociones humanas, y ofrece herramientas prácticas y efectivas para ayudar a los adultos y a los niños a manejar sus emociones, minimizar los pensamientos negativos, a resolver sus conflictos y a crear una comunidad de aprendizaje.
¿Qué es la disciplina consciente?
La disciplina consciente es un enfoque que nos enseña a los adultos a controlar nuestras propias respuestas emocionales ante los niños, para poder estar presentes, conectados y empáticos con ellos, y para poder guiarlos y enseñarles las habilidades que necesitan para regular sus emociones negativas y positivas, para cooperar con los demás y para evaluar las alternativas que se les presenten.
La disciplina consciente se basa en siete poderes y siete habilidades que los adultos debemos desarrollar y practicar para crear un clima de confianza, respeto y amor en el hogar y en el aula. Los siete poderes son:
El poder de la percepción: Nos ayuda a cambiar nuestra forma de ver a los niños, de ser víctimas de su comportamiento a ser agentes de cambio.
El poder de la unidad: Ayuda a crear un sentido de pertenencia, de cooperación y de interdependencia entre todos los miembros de la familia o de la escuela.
El poder de la atención: Permite enfocarnos en lo que queremos que ocurra, en lugar de en lo que queremos evitar, y a reconocer y reforzar lo positivo.
El poder del amor: Sirve para expresar nuestro amor incondicional a los niños, y a crear un vínculo afectivo que les brinde seguridad y confianza.
El poder de la aceptación: Ayuda a aceptar a los niños tal como son, con sus fortalezas y sus debilidades, y a respetar su individualidad y su ritmo de desarrollo.
El poder de la intención: Busca que tengamos claros nuestros objetivos y nuestras expectativas, y a actuar de forma coherente y congruente con ellos.
El poder de la libre voluntad: Nos ayuda a elegir cómo queremos responder ante las situaciones, pensamientos, emociones, y conductas.
Las siete habilidades son:
La habilidad de la comprobación: Nos ayuda a estar conscientes de nuestras emociones y de las de los niños, y a validarlas y expresarlas de forma adecuada.
La habilidad de la afirmación: Nos ayuda a crear una imagen positiva de nosotros mismos y de los niños, y a fomentar su autoestima y su autoconfianza.
La habilidad de la elección: Nos ayuda a ofrecer a los niños opciones y alternativas, y a enseñarles a tomar la decisión correcta y a asumir las consecuencias.
La habilidad de la empatía: Nos ayuda a ponernos en el lugar de los niños, a comprender sus sentimientos y sus necesidades, y a mostrarles compasión y apoyo.
La habilidad de las consecuencias naturales: Nos ayuda a dejar que los niños experimenten las consecuencias naturales de sus acciones, sin castigarlos ni rescatarlos, y a ayudarlos a aprender de sus errores sin importar el tipo de decisión que tomen.
La habilidad de la asertividad: Nos ayuda a comunicarnos con los niños de forma clara, directa y respetuosa, y a establecer límites y normas que les brinden seguridad y orientación.
La habilidad de la sustitución: Nos ayuda a reemplazar los comportamientos inadecuados de los niños por otros más adecuados, y a enseñarles habilidades sociales y emocionales que les permitan resolver sus problemas.
Ventajas de una institución educativa que implementa la disciplina consciente
Una institución educativa que implementa la disciplina consciente tiene muchas ventajas, tanto para los docentes, como para los alumnos y para los padres. Algunas de ellas son:
Para los docentes: Les permite crear un ambiente de aprendizaje seguro, amoroso y estimulante, donde los alumnos se sienten acogidos, respetados y valorados. Les facilita el manejo de clase, la prevención y solución de problemas, la evaluación y la retroalimentación. Les ayuda a mejorar su práctica docente, su satisfacción y su bienestar profesional.
Para los alumnos: Les permite desarrollar su potencial académico, social y emocional, y adquirir las competencias que necesitan para el siglo XXI. Les facilita el aprendizaje, la participación, la colaboración, la creatividad y la innovación. Les ayuda a mejorar su comportamiento, su motivación, capacidad de crear pensamientos positivos y su felicidad.
Para los padres: Les permite conocer y comprender mejor el proceso educativo de sus hijos, y participar activamente en él. Les facilita la comunicación, la coordinación y la colaboración con la escuela. Les ayuda a mejorar su relación, su convivencia con sus hijos y a promover emociones positivas.
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