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En época de estudio, todos buscamos mejorar nuestros resultados, pero, a veces, parece que por más tiempo que pasemos leyendo frente al libro, no conseguimos asimilar conocimientos. Las técnicas de estudio son métodos que intentan resolver esta casuística y que, basándose en el funcionamiento del cerebro y en su forma de integrar nuevos conceptos en los esquemas cognitivos, forman estrategias de aprendizaje con las que mejorar el rendimiento de los alumnos. En este post hablaremos de cómo funcionan estas metodologías, de su eficacia y, además, nos centraremos en la técnica pomodoro, aplicable también al entorno laboral para mejorar la productividad.
El uso de técnicas de aprendizaje permite mejorar la comprensión lectora y retención de la información estudiada, así como desarrollar habilidades para aplicar el conocimiento adquirido. Esto conduce a un mejor desempeño académico y profesional en el futuro.
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Cada alumno presenta unas características y necesidades únicas, por lo que, a la hora de recomendar como experto una técnica de estudio, se deberá realizar un análisis exhaustivo del perfil del estudiante. No obstante, estas estrategias están diseñadas para facilitar la comprensión y la memorización de nuevos conceptos y, lo mejor aún, que no los olvidemos después del examen.
Las técnicas de aprendizaje suelen ser efectivas, pero su eficacia depende de una variedad de factores, como la calidad de la técnica en sí misma, la habilidad del instructor o tutor que la emplea, el nivel de motivación y dedicación del estudiante, y la complejidad del tema que se está aprendiendo. Algunos métodos de aprendizaje pueden ser más efectivos que otras dependiendo de la situación. Por ejemplo, algunas personas aprenden mejor a través de la lectura y la toma de notas, mientras que otras, prefieren el aprendizaje virtual y visual a través de videos o diagramas.
Pero, no olvides, que la mejor forma con la que puedes fomentar el aprendizaje en el aula es mediante la motivación personal de aprender.
Más allá de las técnicas de estudio prediseñadas que puedas aprender, si quieres llevar a cabo un aprendizaje efectivo, debes partir de las siguientes bases.
Apuesta siempre por la práctica: no es que la teoría no sea importante, pero si no la pones en práctica nunca aprenderás de forma completa y olvidarás muy fácilmente. Por ejemplo, puedes sustituir la relectura por la ejecución de determinados ejercicios.
Descansa entre sesión y sesión: si eres de los que estudia sin descanso dos días antes del examen, error. Nuestro cerebro asimila mejor los contenidos si le damos un respiro. Además, así te esforzarás tu mismo a recordar lo estudiado cuando lo retomes.
Combina asignaturas: no te satures con una materia. En sintonía con el consejo anterior, la mezcla de asignaturas fomenta que el alumno sea capaz de diferenciar los problemas y de encontrar soluciones y cambiar de registro con más agilidad.
No evites los retos: salir de tu zona de confort es la mejor manera de aprender en todos los aspectos de la vida. Los expertos en educación y técnicas de aprendizaje confirman que, cuanto más exigentes son los objetivos académicos o complicado es el temario, más esfuerzo se invierte y más facilidad se adquiere para integrar conocimientos y ponerlos en práctica.
Esta técnica de aprendizaje se considera una de las más efectivas y se basa en la gestión del tiempo por intervalos. Este método fue desarrollado por Francesco Cirillo, a finales de los años 80, y consiste en trabajar en bloques de tiempo de 25 minutos (denominados "Pomodoros"), seguidos por un breve descanso de 5 minutos. Después de cuatro Pomodoros, se toma un descanso más largo de 15-30 minutos.
La idea detrás de esta técnica es que trabajar en bloques de tiempo limitados te ayuda a concentrarte en la tarea en cuestión, mientras que los descansos regulares te permiten recargar energías y mantener tu mente fresca. También puede ayudarte a combatir la procrastinación y la sensación de agobio al dividir tareas más grandes en bloques más manejables.
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