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La literatura médica indica que la fibromialgia es una enfermedad crónica caracterizada por el dolor muscoesquelético generalizado que coincide con otras afecciones y molestias de índole corporal y cognitivo. Se cree que altera el procesamiento nervioso de las señales del dolor, de modo que las amplifica, sobre todo, en tejidos blandos sin afectar las articulaciones.
Asimismo, por su sintomatología, se le asocia a otras enfermedades o síndromes vinculados con la fatiga o astenia crónica. Aunque el tratamiento se centra en mejorar la calidad de vida de quienes la padecen, se carece de una cura definitiva.
En lo que sigue, te contamos más sobre las causas de la fibromialgia y los avances en su tratamiento. ¡Sigue leyendo!
Se desconocen las causas específicas de la fibromialgia. Aunque permanecen en investigación, se han determinado algunos momentos o eventos que podrían desencadenarla.
Entre ellos, se encuentran los traumas psicológicos –accidentes, pérdidas de familiares, separaciones–, infecciones bacterianas o víricas, e incluso el haber padecido otras enfermedades como la artritis reumatoide, lupus o osteoartritis.
Con todo, las causas estarían relacionadas con situaciones de estrés intenso, las cuales afectarían al sistema nervioso central.
Los síntomas de la fibromialgia son diversos, a saber:
Los principales factores de riesgo son los siguientes:
El diagnóstico de la fibromialgia es en parte sencillo tras observar la sintomatología referida por el paciente. Los médicos especializados en esta enfermedad, además, revisan y evalúan el historial clínico de aquel, ya que podría haber indicios adicionales o datos relativos a los factores de riesgo más comunes.
En cualquier caso, el diagnóstico final suele tardar hasta que se determina que, efectivamente, se trata de fibromialgia. Esto se debe a que muchos de ellos han sido objetivo de diagnósticos imprecisos debido a la similitud de los síntomas de la fibromialgia con otras enfermedades.
Con todo, los médicos atienden a la constatación del dolor generalizado en el cuerpo (afectación de al menos 4 cuadrantes y 11 puntos dolorosos), la fatiga crónica y la duración de estas condiciones por al menos 3 meses. Se pueden indicar otras pruebas para descartar otras enfermedades.
Al desconocerse las causas de esta enfermedad, el tratamiento se orienta al control de la sintomatología. En este sentido, la combinación de diversas medidas puede evitar, por un lado, al agravamiento de la fibromialgia y, por otro lado, el incremento del dolor. A continuación, se presentan algunos de los tratamientos tradicionales para este padecimiento.
Se realizan ejercicios para mejorar la movilidad, fuerza, flexibilidad y bienestar general del paciente. El objetivo de la fisioterapia es reducir tanto el dolor como la rigidez de los músculos.
Se recomiendan sesiones aeróbicas para fomentar la movilidad del cuerpo, como nadar, caminar o trotar. Los efectos de estas actividades pueden impactar en la disminución tanto del dolor como de la fatiga.
Ya que la fibromialgia estaría relacionada con el estrés, las técnicas de relajación –meditación, yoga, qi gong, taichi– ayudarían a menguar la tensión corporal y la producción de cortisol. Además, cuando poseen posturas y estiramientos, estas técnicas complementan otros tratamientos.
La terapia cognitivo-conductual se indica para pacientes con fibromialgia por la relación de esta con el estrés según se ha mencionado antes. El impacto se observa en la mejora del sueño, manejo del dolor, el cambio de hábitos y el manejo de pensamientos negativos.
Los médicos pueden prescribir medicamentos para controlar la progresión de la enfermedad. Entre ellos, se incluyen los analgésicos, los relajantes musculares, los antidepresivos y los anticonvulsivos.
Recientes investigaciones realizadas en la Universidad de Valencia arrojaron una nueva esperanza para las personas que padecen fibromialgia. Se trata de un nuevo tratamiento centrado en la utilización de la neuroestimulación eléctrica transcutánea para reducir el dolor crónico. Pero ¿cómo se realiza y quienes pueden recibirlo?
A este tratamiento, también conocido como TENS por sus siglas en inglés, puede aspirar cualquier persona, sobre todo las mujeres en el rango etario de 20 a 50 años, quienes son las más afectadas. El procedimiento consiste en la aplicación de pequeños impulsos eléctricos de baja intensidad en las zonas con mayor dolor. Se pautan, al menos, 10 sesiones.
Aunque la validación científica como tratamiento específico para la fibromialgia se encuentra en discusión, se ha demostrado que el TENS permite el alivio de la sintomatología. Además, los investigadores han desarrollado un protocola para que este tratamiento sea seguro y mejore la calidad de vida de los pacientes.
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