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El tecnoestrés es un término que se encuentra en la mira de los especialistas en recursos humanos y en salud mental. Se trata de una afección que afecta a millones de personas en todo el mundo, por lo que se ha convertido en un desafío. Implica, como se verá en este post, presión por adaptarse y mantenerse al día, pero también fatiga y cansancio crónico por la sobreexposición a tecnologías y entornos virtuales. En este texto, se aborda qué es el tecnoestrés, sus tipos, sus síntomas y cómo prevenirlo.
La evolución de la tecnología trajo consigo una afección que es cada vez más común entre las personas, sobre todo, en el ámbito laboral: el tecnoestrés. Este se define como una enfermedad cuyo origen se encuentra en las dificultades de adaptación a herramientas tecnológicas y, más recientemente, en la sobreexposición a estas durante largas jornadas.
El término fue propuesto por el norteamericano Craig Brod en 1984, quien observó que la utilización de los ordenadores causaba –ya desde sus primeros momentos– ansiedad, fatiga y temor. Esto incrementó desde inicios del siglo XXI, momento en el que las tecnologías de la información y comunicación (TIC) se integraron plenamente en todos los sectores, desde el industrial hasta el educativo.
Así, se caracteriza por la experimentación de altos niveles de tensión y malestar, así como cansancio y agotamiento mental, derivados de las actividades laborales en las que los dispositivos tecnológicos son parte integral de las funciones del trabajador. En este sentido, se genera un estado psicológico negativo y altos niveles de activación fisiológica, los cuales causan estragos en la salud mental.
Si bien el tecnoestrés puede aludir a la falta de habilidad respecto de cierta tecnología –que surge incluso por los raudos avances tecnológicos que obligan a aprender a utilizarlos en poco tiempo–, también se vincula a situaciones de dependencia de la tecnología en la vida diaria, la sobrecarga de trabajo, la dificultad para lograr una verdadera desconexión digital, la abundancia de información y el uso de redes sociales.
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Para que el tecnoestrés encuentre lugar entre los trabajadores, debe seguir un proceso que implica, al menos, dos variables. La primera está relacionada con las exigencias del puesto de trabajo, en el que confluyen los estresores más comunes como el cumplimiento de un gran volumen de tareas en muy poco tiempo, las actividades monótonas y rutinarias, los conflictos de comunicación entre jefes y subordinados, y los problemas asociados a la vida privada del empleado.
Por su parte, otra variable es la disponibilidad de los recursos de los que dispone el trabajador. Esto refiere no solo a las habilidades en torno a la utilización de dispositivos y software especializados, sino también al control que se ejerce sobre la tarea, donde se espera un alto nivel de eficiencia, usualmente centrada en la tecnología y no en el usuario. De este modo, junto con la retroalimentación que debiera recibirse, la implantación de tecnologías en la vida laboral puede causar ansiedad, estrés y malestar si no se considera una relación amable con estas herramientas.
Aunque pueden ocurrir de manera independiente, ambas variables suelen ocurrir al mismo tiempo, lo que incrementa los pensamientos negativos sobre las actividades laborales y, por ende, el malestar general. Todo esto, desde luego, se relaciona con la fatiga informativa, originada en la recepción una cantidad ingente de información que procesar en cortos periodos.
Se reconocen los siguientes tipos de tecnoestrés:
Tecnoansiedad. Se caracteriza por las actitudes escépticas, así como por las sensaciones de tensión, malestar, activación fisiológica y estrés causados por el uso intensivo de las tecnologías en el entorno laboral.
Tecnoadicción. Se refiere a la compulsión o adicción al uso de tecnologías, así como al interés por saber constantemente sobre ellas y sus innovaciones. Puede llegar a convertirse en el eje de la vida del tecnoadicto.
Tecnofatiga. El cansancio y el agotamiento mental antes mencionado también se asocia a la fatiga informativa, creencias negativas sobre las capacidades individuales, entre otros.
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La sintomatología del tecnoestrés se expresa de la siguiente manera:
Disminución del rendimiento laboral en todos sus niveles.
Disminución crítica de la motivación por las tareas habituales.
Experimentación de ansiedad, depresión y frustración.
Aumento en la ira y la irritabilidad en las respuestas.
Desgaste en las relaciones interpersonales.
Problemas de concentración y dificultades de memoria.
Dolores corporales, problemas de sueño y tensión generalizada.
Procrastinación de actividades.
El tecnoestrés afecta a muchos trabajadores, por lo que es necesario tomar medidas de prevención para que no se convierta en una afección crónica.
La planificación del trabajo debe seguir pautas mínimas como contemplar una cantidad realista de tareas, asignar un tiempo prudente para completarlas y distribuirlas según categorías (relevancia, dificultad, prisa). De esta manera, se puede disminuir el agotamiento mental y los niveles de activación fisiológica.
Cada vez son más las empresas que promueven la desconexión digital, la cual consiste en aprovechar los tiempos de descanso reduciendo al mínimo el uso de tecnologías y dispositivos electrónicos fuera del trabajo. Con esto, se busca una relación más amable con las actividades laborales, así como el ocio de calidad y reparador.
Si la adaptación es un estresor, no cabe duda de que se deben implementar programas de capacitación tecnológica en las empresas o, en todo caso, tomar cursos u otras formaciones para adquirir habilidades duras en el uso de herramientas especializadas.
La vida saludable es otro pilar en la prevención y recuperación del tecnoestrés. Implica la asunción de rutinas beneficiosas para la salud física y mental, como la actividad física regular, la higiene del sueño, las dietas adaptadas y la conciliación familiar en el trabajo.
Si el tecnoestrés llega a afectar la vida cotidiana, se recomienda recurrir a un profesional de la salud mental para encontrar la mejor manera de abordar esta afección. Las personas se pueden ver profundamente beneficiadas con esto gracias a la posibilidad de aprender técnicas de relajación, por ejemplo.
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