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Uno de los principales retos de la actualidad es eliminar por completo el analfabetismo digital, el cual consiste en el desconocimiento o la dificultad para utilizar las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Esto se debe, en gran parte, a la brecha digital, que se relaciona no solo con la ausencia de dispositivos electrónicos, sino también con la deficiente formación en habilidades necesarias cuando sí se cuenta con ellos. En lo que sigue, se abordan los aspectos más importantes de desarrollar competencias en las nuevas tecnologías.
El concepto de alfabetización digital alude a la formación en el uso de la tecnología digital y sus herramientas. Parte de la premisa de dotar a los usuarios de las habilidades y conocimientos básicos en lo que respecta a programas y aplicaciones para la gestión de la vida día, el trabajo y el desarrollo personal. Estas competencias facilitan la creación de contenidos digitales, la comunicación, la resolución de problemas y la interacción a través de redes sociales. En este sentido, la alfabetización digital se ha convertido en una necesidad en un mundo que, cada vez más, depende de la tecnología. De ahí la búsqueda de la reducción de personas analfabetas digitales, quienes son parte de brechas en el acceso y uso a la tecnología.
La alfabetización digital es una iniciativa, por lo tanto, transversal a muchos campos que van desde el ámbito educativo hasta el ámbito laboral. Cada uno de estos sectores establece métodos de evaluación para determinar en qué nivel se encuentran sus integrantes, lo que permite elegir las mejores vías de alfabetización, como talleres, cursos cortos, cursos de especialización, bootcamps, entre otros. La metodología aplicada en la alfabetización es fundamental, pero también la elección oportuna de las herramientas, soluciones y dispositivos, que tiene que ver con la funcionalidad y pertinencia de dichos instrumentos, ya sea para el trabajo, el estudio, entre otros.
La alfabetización digital se puede clasificar en tres niveles de acuerdo con la profundidad del conocimiento y las habilidades que se adquieren.
El nivel básico abarca habilidades y competencias que incluyen el uso elemental de las herramientas tecnológicas, entre ellas, los dispositivos tecnológicos (dispositivos móviles, ordenadores y tabletas) y los softwares. Así, los aprendices deben habituarse al uso fluido y efectivo de navegadores web, de aplicaciones de mensajería (por ejemplo, correo electrónico), de programas de ofimática (procesadores de texto, datos, entre otros) y de redes sociales. Con todo, se trata de una introducción intensiva al entorno digital.
El nivel intermedio implica un nivel superior tanto en cuanto los usuarios comprenden que las herramientas tecnológicas son útiles para mejorar procesos, resolver problemas e incrementar la productividad sea cual fuere el campo de aplicación. En ese sentido, en este nivel, se espera la creación de contenidos digitales, la adquisición de competencias en softwares complejos y el entendimiento de nociones avanzadas de ciberseguridad.
El nivel avanzado consiste en utilizar las tecnologías digitales para procesar, producir y gestionar información de manera independiente mediante la aplicación de soluciones complejas. Dentro de esta categoría de aprendizaje, los usuarios avanzados son capaces de dominar lenguajes de programación, administrar y analizar grandes volúmenes de datos, e implementar soluciones de ciberseguridad. Las personas con este perfil son autónomas y, según su formación y categoría profesional, pueden comandar equipos, proyectos o proponer nuevas soluciones digitales.
Estos son los campos en los que la alfabetización digital es imprescindible.
En la actualidad, se discurre en torno a los nativos digitales, es decir, los niños que nacen y crecen en sociedades en las que la tecnología ocupa un lugar indiscutible en la educación (véase el e-learning), el trabajo, el desarrollo científico y el ocio. Esto explica la urgencia de desarrollar competencias digitales desde edades tempranas para fomentar un rápido y fluido acceso a dispositivos, aplicaciones y programas de uso común, lo que en definitiva impacta en la adaptación a cambios tecnológicos, cada vez más vertiginosos. Con esta base, tienen la oportunidad de desarrollarse sin dificultad durante la adolescencia y la adultez.
Los adultos dependen, en gran medida, de sus competencias tecnológicas para adaptarse a la transformación digital que viene ocurriendo desde hace algunas décadas. Esto impacta sobre todo en el acceso al mercado laboral, el desarrollo profesional y la vida social. De hecho, las herramientas digitales son imprescindibles para la realización de tareas avanzadas, comunicación, gestión de proyectos y búsqueda de empleo (por ejemplo, LinkedIn). La alfabetización digital, en este caso, contribuye a que los adultos perfecciones sus perfiles en consonancia con los avances tecnológicos.
Los adultos mayores se enfrentan al reto de los cambios tecnológicos, más aún cuando no son nativos digitales. Para esta población, estos avances pueden llegar a ser abrumadores debido a la ausencia de conocimientos y habilidades básicas respecto del uso de dispositivos y aplicaciones. La alfabetización digital, en este sentido, pretende brindarles formación en el uso de estas tecnologías con fines de comunicación, realización de tareas cotidianas o utilización de servicios en línea.
En las empresas, la alfabetización digital es imprescindible. Se centra en la formación continua y especialización de los trabajadores, quienes deben manejar con fluidez las herramientas digitales avanzadas que se ponen a su disposición para agilizar el trabajo. Los softwares especializados ocupan un lugar importante, pero también las aplicaciones de comunicación y gestión de tareas.
La importancia de la alfabetización digital se explica mediante los siguientes beneficios:
A pesar de que el mundo es cada vez más digital, aún quedan brechas de acceso y uso a las herramientas tecnológicas, sobre todo, en zonas rurales y alejadas de las áreas urbanas, usualmente mejor provistas de conexiones. La alfabetización de los ciudadanos que residen en estas zonas previene el rezago tecnológico y, por lo mismo, contribuye a la igualdad educativa y de oportunidades.
Las personas con habilidades digitales son cotizadas en el mercado laboral. Esta valoración incrementa conforme los profesionales dominan herramientas transversales a cualquier área de trabajo –como las aplicaciones de ofimática– y programas especializados, más aún en las ciencias, las ingenierías y las ciencias sociales (véase el uso de aplicaciones estadísticas).
La comunicación encuentra lugar en los medios digitales. Las redes sociales, los proveedores de correo electrónico, las aplicaciones de videoconferencia, las aplicaciones de comunicación institucional, entre otros, permiten el contacto entre dos o más personas con fines laborales o de socialización. Esto, desde luego, impacta en las opciones de trabajo remoto y el contacto con amigos, familiares y círculos cercanos cuando una persona se encuentra fuera de su lugar de origen.
La educación, junto con la investigación científica, se ha visto beneficiada por la transformación digital. Los estudiantes de niveles básico y superior mejoran considerablemente su rendimiento académico gracias a las herramientas tecnológicas aplicadas a la enseñanza. Con un entorno de aprendizaje interactivo, se facilita el desarrollo del pensamiento crítico, el manejo de información y la capacidad de resolver problemas. La clave se encuentra en el uso de metodologías que promueven la integración entre la enseñanza y la tecnología.
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