Licenciatura en Enseñanza del Inglés. RVOE SEP Federal: 20090982 (16/10/2009)
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Hablar un solo idioma es cada vez más raro en el mundo. Son muchos los países en los que conviven diferentes idiomas, por lo que sus habitantes son bilingües. En otros casos, debido a la globalización y la búsqueda de oportunidades laborales, el aprendizaje de una lengua extranjera se ha convertido en un requisito. Sea como fue, convertirse en bilingüe enriquece a las personas en diversos niveles, ya sea cultural, personal, laboral, entre otros. En este post, abordamos en detalle qué significa ser bilingüe y qué implica.
La palabra bilingüe se define, según el Diccionario de la lengua española, como persona que “habla dos lenguas”. Aunque no lo menciona de manera directa, implica el uso competente de dos sistemas lingüísticos, lo que permite una comunicación fluida, adaptada y pertinente según los registros aprendidos. En este sentido, tiene que ver con el despliegue funcional de competencias lingüísticas –como la comprensión y la expresión– en una u otra lengua. El dominio de cada una de ellas puede variar según ciertos condicionantes, por lo que los tipos de bilingüismo ayudan a explicar el grado suficiencia y nivel del bilingüe. Ahora bien, se conoce como multilingüe a quien domina más de dos idiomas y políglota a quien habla más de cuatro.
Convertirse en bilingüe depende del momento, el modo y la situación en la que una persona adquiere competencias lingüísticas en la lengua L2. Con la lengua materna (L1) aprendida durante la infancia –que permite la primera socialización, comunicación con el entorno, el desarrollo del pensamiento, la identidad–, la lengua segunda se incorpora en la estructura mental de la persona a través de la educación o, incluso, la familia, contextos en los que pueden convivir al menos dos idiomas (por ejemplo, español-inglés). Los padres pueden tener un idioma común que transmiten a su descendencia, pero vivir en un país en el que se habla otra lengua, caso en el que ambas lenguas se adquieren simultáneamente (véase bilingües de infancia). También se encuentra el caso de la educación, que puede integrar conocimientos de una lengua extranjera o dominante durante la escolarización, sea en la adolescencia o la adultez. En cualquier caso, los bilingües pueden ser compuestos, coordinados, equilibrados, dominantes, entre otros.
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Una persona es bilingüe tras adquirir una serie de competencias básicas en la segunda lengua (L2). Dependiendo del tipo de bilingüismo en el que se encuentre, la capacidad comunicativa varía, pero en todos los casos permite la interacción entre individuos en diferentes contextos. Cada uno de estos exige conocimientos específicos de léxico y gramática, así como de adecuación a la situación comunicativa. En este sentido, las competencias abarcan la comprensión, la interacción y la expresión, que puede ser oral o escritas.
Comprensión auditiva. Consiste en la capacidad de entender los mensajes orales de los hablantes de una segunda lengua, de modo tal que no solo se comprende el léxico de determinada variedad dialectal, sino también otros matices, como la intención y el tono.
Comprensión de lectura. En el aprendizaje de una segunda lengua, se suele tomar en cuenta a la comprensión de lectura como una competencia de gran importancia, ya que permite decodificar e interpretar textos escritos. Asimismo, puede ocurrir que una persona bilingüe sea escolarizada en alguna o ambas lenguas.
Expresión oral. El bilingüismo también está vinculado con la interacción oral con hablantes de una lengua. Permite transmitir e interpretar mensajes, tanto en su sentido literal como desde la pragmática del discurso.
Expresión escrita. Esta es una competencia relevante en el bilingüismo, ya que permite a la persona comunicarse mediante textos escritos en cualquier de los idiomas, por lo que conoce las normas básicas de escritura de cada una de ellas.
La educación intercultural bilingüe es un modelo educativo en el que se utilizan simultáneamente dos lenguas para las enseñanzas de la educación básica (infantil, primaria y secundaria) y superior (específicamente, en el caso de las universidades interculturales). Se caracteriza no solo por el uso de la lengua dominante y la lengua indígena, sino también por la inclusión de contenidos relevantes para la comunidad a la que pertenecen los estudiantes. El currículo, en este sentido, incluye aspectos definitorios como la cosmovisión, los valores comunitarios y otros aspectos culturales.
Se reconocen diversos tipos de educación intercultural bilingüe según la condición de la lengua indígena de los estudiantes (lengua mayoritaria o minoritaria). Aunque en muchos casos se busca la preservación de la lengua, también se encuentra el caso en el que el objetivo es la asimilación, que tiene que ver con la enseñanza de la lengua dominante y los contenidos curriculares nacionales. Los sistemas educativos latinoamericanos, por ejemplo, tienen integrado este modelo para, precisamente, promover la inclusión e integración de estudiantes indígenas sin la pérdida de su lengua materna. Los casos de México, Colombia y Perú son claros ejemplos de esta iniciativa.
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Las escuelas bilingües son cada vez más comunes en el mundo. El objetivo de estos centros es ofrecer a sus estudiantes una formación integral en la lengua nacional y en una extranjera, como el inglés, francés, alemán, portugués o italiano. Para cumplir este cometido, se distribuyen las asignaturas y otras actividades académicas –incluso extracurriculares– de tal manera que los contenidos se imparten equilibradamente en español e inglés, por ejemplo. Esto permite el desarrollo de una competencia funcional en un idioma adicional, cuya acreditación se puede obtener según los diferentes niveles pautados internacionalmente (véase el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas).
Más allá de la obtención de un certificado de nivel –cuya importancia es innegable– estas escuelas pretenden dotar a sus estudiantes de competencias lingüísticas avanzadas para un mejor desenvolvimiento académico en la educación superior y como parte de su crecimiento personal. De hecho, con esto como base, se busca adquisición de un elemento diferenciador para afrontar el ámbito laboral con éxito, donde ser bilingüe puede ampliar las perspectivas de desarrollo profesional, dentro o fuera del país de origen. De este modo, la educación bilingüe en lenguas extranjeras se orienta a, por un lado, brindar capacidades de comunicación oral y escrita en dos idiomas y, por otro lado, fomentar el acceso a interacciones, arte y cultura de otras comunidades. La enseñanza bilingüe, entonces, también detenta un componente innegable de interculturalidad.
Una persona bilingüe, según lo visto hasta aquí, no solo domina la comprensión y la producción oral en dos lenguas con cierto nivel de competencia, sino también puede llegar a desarrollar habilidades de lectoescritura en ambos idiomas. Se entiende por literacidad a las habilidades relacionadas con la escritura, lectura, interpretación y producción de textos en distintos contextos, como el escolar, el universitario y el laboral. De esta forma, comprende las convenciones de los géneros discursivos, lo que le permite aplicar normas gramaticales, sintácticas y semánticas para componer o interpretar textos. La enseñanza bilingüe incluye la literacidad como elemento fundamental para formar niños bilingües y adultos funcionales en un mundo globalizado.
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