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El currículo es un documento en el que se recogen los elementos que guían los planes de estudio de los niveles básico y superior de un sistema educativo. En este sentido, se presenta como un marco que orienta los procesos de enseñanza-aprendizaje para que los estudiantes adquieren habilidades y conocimientos mínimos pertenecientes a cada nivel de su trayectoria académica. En otras palabras, establece las pautas para planificar, actuar y evaluar los contenidos seleccionados de cada área de conocimiento que lo compone.
Se caracteriza por incluir contenidos orientados a la adquisición de conocimientos o saberes, pero también por añadir, según el nuevo enfoque educativo, contenidos procedimentales, los cuales están relacionados con enseñar el cómo y no solo el qué. Al respecto, se proponen acciones destinadas al desarrollo cognitivo y, desde luego, el pensamiento lógico-matemático, relacionado con el descubrimiento y la comprensión de secuencias.
También recoge contenidos vinculados con el ser, lo que quiere decir que se orientan a la promoción de valores y actitudes que buscan incentivar la tolerancia, la objetividad, la probidad, el diálogo, el espíritu crítico, entre otros. De hecho, estas características están condicionadas por determinantes socioculturales, pedagógicas y epistemológicas. En rigor, el currículo ofrece una formación integral, al mismo tiempo que fortalece la identidad de las personas, cuya pertenencia a su localidad, región o país está mediada por conocimientos propios del contexto.
En este sentido, el currículo ofrece criterios comunes para la práctica educativa en todo el territorio en el que se aplica. Con esto, se estandarizan no solo los contenidos, sino también los métodos de evaluación, las competencias clave y los resultados establecidos para cada uno de los niveles educativos.
En cuanto a su escritura, la forma currículo es la más extendida en la jerga educativa. Aunque en ocasiones puedan funcionar como equivalentes, hay que distinguirla de currículum y currícula, donde la primera alude a un conjunto de datos que reseñan a una persona (véase el caso de curriculum vitae), mientras que la segunda, a un “conjunto de asignaturas de un plan de estudios de una carrera o de un posgrado” (Diccionario de americanismos).
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Estos son los elementos del currículo:
Los objetivos de aprendizaje establecen los logros a los que los estudiantes deben llegar en cada etapa que compone el nivel o ciclo educativo. Dichos objetivos funcionan como el marco de las competencias clave.
Se definen como los componentes clave que los estudiantes deben desarrollar en función de las directrices y criterios establecidos por el sistema y nivel educativos. Se incluyen las competencias lingüísticas, digitales, matemáticas, ciudadanas, sociales, entre otros. El objetivo es lograr que el estudiante integre conocimientos y se desenvuelva con un alto nivel de autonomía en la resolución de problemas.
Los contenidos curriculares incluyen los conocimientos, destrezas y demás habilidades que el estudiante debe adquirir según su nivel formativo. Se vinculan con las competencias tanto en cuanto favorecen al desarrollo de capacidades analíticas, procedimentales, comportamentales, entre otros. Estos contenidos se distribuyen en asignaturas y áreas, lo que permite segmentarlas y relacionarlas en ámbitos transversales.
Sin la metodología los contenidos y las competencias no pueden desarrollarse adecuadamente. De ahí la importancia del enfoque didáctico, el cual provee de estrategias y métodos de enseñanza que hacen más accesibles los contenidos, a la vez que permiten la organización de la práctica docente. Se busca, en todo momento, un proceso dinámico, adaptado y efectivo.
En términos sencillos, son los logros a los cuales han llegado según las competencias y conocimientos evaluables. Así, se utilizan estándares que permiten abordar y verificar que los estudiantes han cumplido con los objetivos recogidos en el currículo. Ahora bien, se utilizan métodos de evaluación (continua y sumativa) para cuantificar los resultados y promover a los estudiantes a siguientes niveles.
Los criterios describen el nivel de logro respecto de las competencias y habilidades establecidas en los objetivos de aprendizaje. Estos niveles, que van desde lo básico hasta lo avanzado, permiten proporcionar una visión tanto cualitativa como cuantitativa del avance del estudiante.
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Los elementos antes mencionados persiguen al menos dos funciones principales: pautar los objetivos del sistema educativo que propone el currículo y proponer una hoja de ruta para que la enseñanza alcance los estándares mínimos de calidad.
La función principal del currículo es, grosso modo, establecer el conjunto de objetivos generales del sistema educativo. Esto incluye no solo solos objetivos de enseñanza, sino también la inclusión de contenidos actualizados y adaptados a la realidad sociocultural de cada país. De hecho, los currículos también incluyen contenidos relacionados con la tecnología, un campo en constante crecimiento que en poco tiempo se ha vuelto transversal a todas las áreas de conocimiento. Así, la formación integral orientada al desarrollo social, económico y cultural pasan por el desarrollo individual y profesional de las personas.
Pero el currículo no es solo un marco referencial en cuanto a los contenidos: es también una hoja de ruta que incluye propuestas y estrategias pedagógicas para promover la adquisición de conocimientos y habilidades. En este sentido, cada unidad didáctica sigue una secuencia para que, progresivamente, el estudiante alcance niveles mayores de complejidad en procedimientos y conceptos. La formación debe ser coherente, adaptada a los niveles formativos (véanse los tipos de currículos) y las necesidades de cada entorno.
Los currículos no son iguales en todos los casos. De hecho, cada nivel educativo cuenta con uno específico, ya que cada uno de ellos está orientado al desarrollo de competencias y habilidades por rangos etarios. Por ejemplo, los objetivos del currículo de educación infantil no buscan los mismos resultados que los del currículo de la educación primaria. Esto tiene que ver con que los currículos están diseñados para que el estudiante progrese hasta llegar al nivel más avanzado de la educación básica.
Se reconocen cuatro niveles de concreción curricular. Estos hacen referencia a la planificación y disposición del currículo en función de los elementos curriculares que lo componen, es decir, los objetivos, competencias y metodologías necesarios para la adquisición de saberes básicos.
Primer nivel de concreción. Incluye las pautas curriculares dispuestas a nivel regional o estatal, por lo que se orientan a los niveles educativos, que van desde infantil hasta secundaria, por ejemplo.
Segundo nivel de concreción. El currículo, en este nivel, se adapta a las características de cada centro educativo. Las autoridades educativas y los actores de cada centro escolar siguen las pautas estatales para cumplir con los objetivos del currículo nacional.
Tercer nivel de concreción. En este nivel, los docentes se encargan de planificar y organizar las sesiones de clase, para lo que utilizan las unidades didácticas u otras herramientas para el seguimiento y la evaluación.
Cuarto nivel de concreción. Este nivel de concreción del currículo se centra en las necesidades específicas de los estudiantes, quienes podrían requerir adaptaciones de contenido y métodos. Esta adaptación curricular implica utilizar recursos y estrategias de enseñanza personalizados.
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