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El aprendizaje activo es parte no solo de la educación básica, sino también de la superior. Utiliza metodologías activas que favorecen la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades avanzadas. De ahí su importancia en el panorama educativo actual, en el que se busca que los estudiantes sean capaces de resolver problemas y afrontar situaciones reales con sentido crítico y analítico. La autonomía, por tanto, es la base de este enfoque didáctico, pero también lo es la colaboración, que permite dialogar y mejorar otras competencias como la comunicación. En este texto, te contamos más.
El aprendizaje activo incide en el rol que asume el estudiante en su proceso de aprendizaje; esto es, se coloca en el centro de su desarrollo mediante la participación activa en todas las dinámicas y estrategias que el docente plantea para tal efecto. Dicho de otro modo, este tipo de aprendizaje está basado en una propuesta metodológica que convierte al docente en una guía y a los estudiantes en los protagonistas. Así, la transmisión de conocimiento deja de ser unidireccional (docente > estudiante), lo que quiere decir que los estudiantes construyen su aprendizaje a través de actividades prácticas, colaborativas e, incluso, lúdicas. Esta metodología implica ventajas que se verán a largo de este texto.
Ahora bien, ¿cuál es el marco teórico del aprendizaje activo? Se encuentra dentro de las propuestas del constructivismo, donde J. Bruner hizo contribuciones en torno al aprendizaje por descubrimiento. Según este psicólogo y pedagogo estadounidense, los estudiantes crean conocimiento gracias a su rol activo durante los procesos de aprendizaje. Esta idea también, con sus matices, también fue desarrollada por el Jean Piaget. Pero ¿qué señalaba este psicólogo? Para él, el aprendizaje de los niños ocurre de manera progresiva y atiende a aspectos individuales en un proceso en el que estos construyen su propio conocimiento. Así, el entorno y la colaboración con otros favorece el desarrollo de habilidades complejas.
La forma en la que se imparten contenidos en las clases escolares puede seguir modelos tradicionales o innovadores. En el primer caso, el docente asume un rol de transmisor de conocimientos. Esta relación unidireccional convierte al aprendiente en un sujeto pasivo que debe aprender –de manera memorística o mecanicista– la información impartida por el docente. Por el contrario, el aprendizaje activo cuenta con el docente como mediador del aprendizaje, es decir, acompaña, guía y aconseja, todo con la retroalimentación de por medio. Desde luego, en este caso, se recurre a modelos innovadores en los que la colaboración, la investigación y el juego son imprescindibles. En este sentido, la diferencia entre aprendizaje activo y pasivo se encuentra en el lugar que ocupa el estudiante durante el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Estos son los objetivos del aprendizaje activo:
Fomentar el pensamiento crítico
Desarrollar habilidades de investigación
Fortalecer la capacidad analítica
Desarrollar habilidades comunicativas
Incentivar la metacognición
Promover la autorregulación del aprendizaje
Promover la comprensión profunda
Mejorar la capacidad de trabajo en equipo
El aprendizaje activo tiene numerosos beneficios, tanto en términos de desarrollo académico como en el crecimiento personal de los estudiantes. Estos beneficios se agrupan en varias categorías.
La autonomía es fundamental para la autorregulación del aprendizaje y la metacognición, procesos en los que el estudiante puede reflexionar sobre su manera de adquirir conocimientos y desarrollar habilidades. Esta consciencia le permite acercarse de manera crítica y adaptada a cada uno de los contenidos, tareas, actividades, entre otros, que componen su programación formativa. Con la independencia de por medio, gestionan de mejor manera la motivación intrínseca y la responsabilidad.
Muchas soluciones son posibles gracias a las preguntas. Precisamente, la creatividad permite imaginar y contemplar escenarios mediante cuestionamientos relevantes. En efecto, es una forma de razonamiento avanzado que deriva en la resolución de problemas. El acercamiento crítico a la realidad deriva inevitablemente en la innovación y la adaptación en situaciones reales.
El aprendizaje activo, al colocar al estudiante protagonista, contribuye a la justa valoración de los resultados. Entonces, estos, al ser tangibles, visibilizan y reconocen el esfuerzo volcado sobre las actividades, lo que a su vez incrementa la confianza. El estudiante que se siente seguro de su avance y de sus capacidades puede afrontar de mejor manera los retos que se plantean en el día a día escolar. De esta manera, aborda tareas complejas con convicción de que será capaz de realizarlas.
Este tipo de aprendizaje también deriva en la adquisición duradera de los temas estudiados. ¿A qué se debe esto? Los estudiantes ya no se dedican a memorizar contenidos, sino que aplican los aprendizajes teóricos y prácticos a contextos reales de manera reflexiva. El aprendizaje es significativo tanto en cuanto se utilicen metodologías activas que exijan la constante evaluación de los conocimientos previos.
A continuación, se presentan las metodologías que favorecen el aprendizaje activo:
La base del trabajo en equipos se encuentra en la cooperación para cumplir una tarea común. El docente propone una actividad que requiere la contribución de cada uno de los miembros para completarla de manera exitosa. Esto es particularmente útil para mejorar las habilidades de comunicación, negociación y argumentación. Si bien hay un objetivo compartido, las individualidades son fundamentales.
Los estudiantes se enfrentan a proyectos cuyo desarrollo se extiende a lo largo de un periodo largo. Se trata de un método que busca la creación de un producto (por ejemplo, una monografía) o una solución a un problema específico. Implica la búsqueda de información confiable, el contraste de datos, la aplicación de teorías y la ejecución de habilidades prácticas, como la escritura o la presentación oral. Se realiza de manera grupal.
Este método se despliega durante clase y se busca la resolución de un caso propuesto por el docente. Se integran grupos en los que los integrantes discuten sobre las bases del problema, de tal manera que lo analizan en detalle. El objetivo es encontrar una solución mediante la reflexión crítica. Visto así, contribuye al aprendizaje autónomo tanto en cuanto los estudiantes evalúan sus propuestas, las modifican según avanza la dinámica y llegan a un aprendizaje cuando el problema termina resuelto.
Este tipo de aprendizaje propone la revisión de los materiales antes de clase. De este modo, los estudiantes llegan a la sesión con dudas que el docente irá resolviendo con los contenidos objetivo como referencia. Se le conoce también como Flipped Learning. Los estudiantes, así, marcan la pauta de las clases con sus dudas y contribuciones.
En este cuadro, se observan las metodologías base y los tipos de actividades que permiten aprovecharas. Asimismo, se incluyen los objetivos de aprendizaje. Este ejemplo puede servir como guía para aplicar el aprendizaje activo en el aula.
Metodología | Tipo de actividad | Objetivos de aprendizaje |
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Aprendizaje basado en equipos | Los estudiantes se dividen en grupos para analizar un caso de estudio complejo. Cada grupo presenta sus conclusiones y defiende su postura ante los demás. |
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Aprendizaje basado en proyectos | Los estudiantes trabajan durante varias semanas en el desarrollo de un proyecto práctico, como la creación de un plan de negocios o el diseño de un prototipo. Al final del proceso, presentan sus resultados. |
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Aprendizaje basado en problemas | Se plantea un dilema ético o un problema abierto sin una solución clara, lo que obliga a los estudiantes a investigar, discutir y llegar a una posible solución, justificando su elección. |
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Aprendizaje invertido | Los estudiantes preparan el contenido teórico fuera del aula a través de lecturas o videos y luego, en clase, aplican los conceptos en actividades prácticas como los debates. |
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Bernal, M. A. & Martínez, M. (2009) Metodologías activas para el aprendizaje. Revista Panamericana de Pedagogía, 14, 101-106.
Zambrano, G. (2021) Metodologías activas generadoras de un aprendizaje significativo en la educación superior. 3 Ciencias.
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