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Sexador de pollos es una profesión que ha dado y continúa dando pie a multitud de bromas. Este trabajo, no obstante, es absolutamente real. A simple vista resulta muy difícil distinguir si un pollo es macho o hembra. Dado que no presentan caracteres sexuales externos claramente diferenciados.
El sexador de pollos distingue el sexo del animal que está evaluando, pero no sabe por qué lo sabe. Solo se puede adquirir el conocimiento mediante la técnica de “aprendizaje por tanteo”, colocándose junto a un experto. Pasado el tiempo, el aprendiz habrá obtenido esta habilidad, pero tampoco comprenderá por qué, ni cómo, ni tendrá la capacidad de enseñar al siguiente principiante. ¿Cómo pasa esto?. Esto se llama aprendizaje preconsciente, eso le pasa a todo el mundo.
Tiene que determinar el sexo de un pollo recién nacido, pero en un tiempo de 4 segundos por cada uno. El sexador tiene que tomar a cada polluelo y apretarlo para provocar que se abra su cavidad anal, donde están los órganos sexuales. Con un vistazo se pueden examinar las minúsculas diferencias entre machos y hembras.
Se trata de algo necesario cuando los pollos son exportados para crianza. Hay que saber el sexo para vender exactamente lo que quiere el cliente. Además, las hembras son destinadas a poner huevos. Este trabajo requiere de tres años de entrenamiento. Atraer candidatos para este trabajo no es una tarea sencilla. La falta de personal cualificado llega a poner en peligro los contratos de exportación.
Los directivos de las empresas que demandan sexadores de pollos consideran que son las propias labores y no los tres años de formación lo que lleva a la gente a descartar este empleo. Al fin y al cabo, se trata de pasar hasta 12 horas al día observando el trasero de los pollos sabiendo que el margen de error no debe superar el 3%.
Este oficio ha sido fuente de inspiración para todo tipo de bromas y chistes. Sin embargo, es un trabajo real, imprescindible y rentable (se ofrecen salarios superiores a los 55.000 euros anuales).
La necesidad de estos especialistas se debe a que por motivos anatómicos resulta muy difícil distinguir las aves machos de las hembras cuando nacen. Pero en avicultura es necesario saber su sexo para destinarlas a reproductoras, aves de carne, ponedoras, etc. Ahí es donde interviene el sexador, que sabe apreciar diferencias imperceptibles.
Este oficio no precisa más instrumental y una mascarilla. Se tarda aproximadamente cuatro segundos en averiguar el sexo de un ave. Cuidadosamente se analiza su recto y se determina el sexo mediante la observación de las diferencias sutiles de musculatura entre machos y hembras. Ya que su aparato genital no es fácilmente visible. Es una práctica indolora, pero requiere un manejo habilidoso del animal.
El trabajo que tiene que realizar un sexador de pollos, se lleva a cabo de este modo:
El ave se sostiene con la mano izquierda y se aprieta suavemente para que evacúe los intestinos (demasiada fuerza y los intestinos se volverán del revés, con lo que el ave morirá). Con el pulgar y el índice el sexador le da la vuelta al ave y aparta un pequeño faldón del recto para dejar al descubierto el ano. La diminuta porción final del intestino en la que desembocan los conductos genitales y urinarios.
Para hacerlo debidamente han de tener las uñas cortadas con precisión. En los casos sencillos el experto busca una protuberancia apenas perceptible llamada eminencia, más o menos del tamaño de la cabeza de un alfiler. Si la protuberancia es convexa, el ave es macho y va a parar la izquierda. Si es cóncava o planas, es hembra y acaba en una rampa situada a la derecha. Los sexadores experimentados pueden clasificar más de mil aves de corral por hora, con una tasa de error inferior al 1%. Los profesionales asiáticos están considerados los mejores del mundo.
Sólo existe una escuela permanente para formar sexadores de aves (en Nagoya, Japón), aunque se imparten cursos temporales en todo el mundo. En Japón, lugar donde se inventó este oficio, existen incluso competiciones de habilidad en el sexaje de pollos.
Ser sexador de pollos es un trabajo mucho más importante de lo que creemos. Y llevarlo a cabo requiere cierta magia que incluso los científicos están tratando de descifrar.
Todo empieza con lo siguiente. A nivel económico e industrial, los pollos son completamente inútiles. No ponen huevos, su carne es correosa. Además, molestan continuamente a las gallinas, que son las que ponen los huevos. Sin embargo, detectar a los pollos de las gallinas no es nada fácil, lo cual complica tremendamente el problema inicial. Hasta que los pollos no tienen de 4 a 6 semanas de edad, es imposible distinguir a los machos de las hembras. Solo entonces empiezan a desarrollar un plumaje distintivo y características sexuales secundarias como la cresta.
Por lo tanto, los avicultores siempre han tenido que criar con el mismo interés a los pollos de ambos sexos, a pesar del gasto en el que incurrían, no fueran a deshacerse del sexo útil. El procedimiento para averiguar el sexo del pollo tiene algo de ciencia, pero tal vez más de arte. Porque los expertos tampoco saben muy bien cómo logran averiguar los sexos a tal velocidad. Y es que, según algunos cálculos, existe hasta un millar de configuraciones cloacales diferentes que un sexador debe aprender para hacer bien su trabajo.
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