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Cada año, cuando se acerca el 8 de marzo, se hacen frecuentes preguntas y frases que parecen inofensivas, pero en realidad revelan una profunda incomprensión sobre el significado de esta fecha. Estas expresiones, más que dudas, funcionan como herramientas para relativizar y restar importancia a la lucha feminista. Este texto desglosa algunas de ellas y explica por qué, en el Día Internacional de la Mujer, las verdaderas preguntas deberían orientarse a indagar cómo erradicar la desigualdad de género y así construir una sociedad más justa para todos y todas. Veamos entonces las preguntas que no se deberían hacer en el 8M.
Has escuchado o leído esta pregunta en numerosas ocasiones, eso es más que seguro. Y más aún en la víspera del 8M o cuando se reivindica, con justicia, la lucha por la igualdad de las mujeres. Con un claro tono sarcástico disfrazado de “preocupación genuina” por la integridad de los hombres, este cuestionamiento se presenta como la comprobación irrefutable de que, a efectos prácticos, se sabe poco sobre del feminismo o, en cualquier caso, se tergiversan sus principios. Pero ¿qué más hay detrás de una de las interrogantes más impertinentes en torno al Día Internacional de la Mujer?
Vayamos por partes. Lo primero de todo es que esta pregunta se utiliza para argumentar sobre la necesidad de un día dedicado exclusivamente a celebrar al hombre, una jornada que también ponga en valor su imagen, su lugar en la sociedad, sus aportaciones y, cómo no, sus derechos. Siguiendo esta línea, si las mujeres tienen un día, ¿por qué no sería adecuado que los hombres también tuvieran este reconocimiento? Pensar de este modo, llegados a este punto, demuestra la ignorancia del contexto histórico y social sobre el cual se ha construido –y perpetuado– la desigualdad con base en el género.
Las mujeres experimentaron y siguen experimentando una opresión estructural que ha limitado sus oportunidades y derechos. De hecho, a lo largo de los siglos, a las mujeres se les ha impuesto determinados roles de géneros, comúnmente asociados al ámbito doméstico, la maternidad, la debilidad, entre otros, todos estos aspectos como manifestaciones intrínsecas de la femineidad. Como resultado, se les excluyó de la educación superior, se les negó la capacidad de ejercer su ciudadanía mediante el voto y se les desprotegió legalmente durante mucho tiempo, por lo que han sido víctimas de violencia, marginación y discriminación. A pesar de los avances actuales en torno a los derechos de la mujer, aún queda mucho por hacer.
Entonces, ¿son innegables los privilegios de los cuales han sido y siguen siendo parte los hombres? La respuesta es clara: los hombres se han desarrollo en un contexto que fue hecho a la medida de sus necesidades, expectativas e intereses. Precisamente, el Día Internacional de la Mujer busca visibilizar estas desigualdades, eliminar las brechas de género y crear una sociedad consciente de la lucha por los derechos de la mujer. Esta lucha busca formar a ciudadanos incapaces de plantearse preguntas como “cuándo es el Día del Hombre” o “por qué no hay un Día del Hombre”.
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En la lista de preguntas y frases desafortunadas por el Día de la Mujer también encontramos la siguiente: “ni machismo ni feminismo”. Sí, has leído bien. Ampliamente utilizada en redes sociales y conversaciones de diversa extracción, es utilizada para equiparar dos fenómenos cuyos orígenes y consecuencias distan de ser homólogos.
En efecto, se emplea para afirmar que tanto hombres como mujeres sufren de discriminación, por lo que ambos deberían ser parte de un trato igualitario; es más, la frase puede encontrarse incluso en esta forma: “ni machismo ni feminismo: igualdad”. Pero, cabe preguntarse: ¿algún hombre ha sido discriminado por el solo hecho de serlo? ¿Algún hombre ha experimentado por razones de género lo que las mujeres vienen sufriendo desde hace siglos? Entendemos que no, desde luego.
Antes de seguir con esto, veamos las definiciones que recoge el Diccionario de la lengua española de cada una de estas palabras, machismo y feminismo:
machismo | De macho e -ismo
Actitud de prepotencia de los varones con respecto de las mujeres.
Forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón.
feminismo | Del fr. féminisme, y este del lat. femĭna 'mujer' y el fr. -isme '-ismo'.
Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
Movimiento que lucha por la realización efectiva de todos los órdenes del feminismo.
El machismo se fundamenta en estructuras de poder que permiten la opresión de las mujeres y se manifiesta de la siguiente manera: lenguaje sexista, estereotipos, roles de género tradicionales, violencia de género, brecha salarial, falta de representación femenina, culpabilización de la víctima de violencia de género, micromachismos, machismo invisible, hipersexualización de la imagen femenina, desigualdad en el acceso a la educación, machismo institucional, entre otros.
La lista puede continuar, pero los aspectos que hemos recogido aquí demuestran que el feminismo busca erradicar aquellos factores que, en efecto, sitúan a la mujer por debajo de los hombres en lo que respecta a sus derechos y protección frente a la violencia. Dicho esto, el feminismo lucha por la equidad, la justicia y el reconocimiento de derechos históricamente negados. Entonces, cuando escuches “ni machismo ni feminismo” puedes explicarle a tu interlocutor/a que no son conceptos similares y que, al usar esta frase, se deslegitima la resistencia y lucha de las mujeres, de lo que resulta un efecto contrario: se perpetúan prácticas y comportamientos que, aunque sutiles, afectan a las mujeres.
Si te preguntas por cómo evitar el machismo, empieza por interiorizar esta explicación y no utilizar esta frase.
Hasta ahora hemos abordado una pregunta y una frase que demuestran la incomprensión del feminismo en cuanto movimiento por la igualdad entre hombres y mujeres. Pero hay otra forma –en realidad, hay muchas más– que también lo hace, aunque, como mencionamos arriba, de una manera incluso más sutil. Se trata de “yo no soy machista porque...”, frase en la que a este conector de causa le siguen razones variopintas que intentan demostrar –sin éxito, desde luego– que no se es machista.
¿Y cómo lo hacen? Intentan justificar que, con base en ciertas actitudes, relaciones interpersonales, creencias, discursos, entre otros, no se incide en comportamientos machistas. Por ejemplo, “yo no soy machista porque cocino y limpia la casa los fines de semana”. También: “Yo no soy machista porque me he criado entre mujeres”. O peor aún: “yo no soy machista porque tengo madre y hermanas”. Sin comentarios, ¿verdad?
Entonces, ¿qué es lo que explica su utilización entre los hombres, sobre todo, o de cara a interacciones con mujeres? En una época en la que el machismo se reconoce como perjudicial para la sociedad, quienes la pronuncian la utilizan para alinearse con la lucha por la igualdad de las mujeres o desvincularse, en todo caso, de cualquier actitud o conducta abiertamente machista.
Sin embargo, no toman en cuenta lo que hay detrás de su enunciación: partiendo de prejuicios, niegan ser parte del machismo, de cuya influencia no es fácil escapar porque se crece en una sociedad machista, se usan frases machistas, se toman actitudes machistas, se es machista cada día, se refuerzan comportamientos machistas, se festejan chistes machistas y así ad infinitum. Decir que uno no es machista no elimina el machismo.
¿Cómo ser diferente ante esto? Si te diste cuenta de que alguna vez usaste o usas esta frase, considera que por haberlo hecho no dejas de ser machista; al contrario, desvela que aún debes reflexionar y combatir tus prejuicios, estereotipos de género y otras ideas preconcebidas con respecto a las mujeres. ¿Quieres luchar contra el machismo? Tu apoyo a la lucha de las mujeres empieza cuestionando no solo tus actitudes, sino también el lenguaje y las ideas en las que aquellas se sostienen.
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Esta sección de nuestro artículo podría cerrarse con un simple “no, el feminismo no odia a los hombres”, pero, como en todo lo que concierne a este tema, es necesario mostrar las razones para que el argumentario de la lucha feminista llegue a más personas, y que estas puedan entenderlas. Y vamos a hacerlo de manera esquemática para que no quepa ninguna duda:
El feminismo | lucha contra el machismo, la opresión y el patriarcado, no contra los hombres. |
defiende la igualdad de género, no la superioridad género. | |
cuestiona estereotipos que también afectan a los hombres. | |
critica el privilegio, lo que no significa un ataque directo a los hombres. | |
busca la transformación social para conseguir una sociedad más justa para todos y todas. | |
no excluye a nadie: intenta liberar a todos y todas de las consecuencias del machismo. |
Afirmar que “el feminismo odia a los hombres” distorsiona los objetivos de esta causa y se utiliza, en consecuencia, para deslegitimar las reivindicaciones de los colectivos feministas. El feminismo no odia ni excluye: al luchar por las mujeres, lucha por todos.
El 8M no es un día para felicitaciones o una fecha para regalar flores. Se trata de uno para conmemorar la lucha y, por lo tanto, la memoria por todas aquellas mujeres que batallaron –y las muchas tantas que lo siguen haciendo– por lograr avances en el reconocimiento de los derechos de la mujer.
En el 8M, se conmemora la lucha de las mujeres por sus derechos, no su género. Las felicitaciones invisibilizan y minimizan la historia de huelgas, movilizaciones y sacrificios que han permitido avances en la igualdad.
No es una fecha para “celebrar a la mujer”. Al pensar esto, se oculta el propósito original del 8M: visibilizar la desigualdad, exigir justicia, fortalecer la protección de la mujer, garantizar que más niñas y jóvenes se desarrollen integralmente, proteger la integridad física, psicológica y sexual de las mujeres, y reclamar por derechos aún pendientes.
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