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La salud digestiva de las personas es mucho más que evitar malestares después de una comida; es un proceso complejo en el que participa un intrincado sistema de hormonas y nervios. Estos actores trabajan juntos para descomponer los alimentos, absorber nutrientes y garantizar que todo fluya de manera eficiente en nuestro organismo. Sin embargo, cuando algo falla, el impacto en nuestra calidad de vida puede ser significativo. ¡Y es que podemos repetir este proceso al día hasta en 5 ocasiones!
En este artículo, exploraremos cómo es que se regula la digestión, cómo las hormonas actúan en este proceso y qué enfermedades pueden dañar al sistema nervioso entérico, el conocido "cerebro del intestino". Además, te daremos algunos consejos prácticos para saber cómo cuidar nuestro sistema digestivo y mantenerlo en equilibrio. ¡Vamos allá!
La regulación digestiva es un proceso que ocurre para que nuestro cuerpo pueda aprovechar los alimentos que consumimos. Desde el primer bocado hasta el último paso en el intestino, nuestro sistema digestivo trabaja en perfecta coordinación para descomponer los alimentos, absorber nutrientes y eliminar desechos. Pero, ¿cómo se regula todo este proceso? Hasta del más mínimo detalles se encarga la acción hormonal y del sistema nervioso ( que actuaría algo así como un director de orquesta).
Las hormonas son los mensajeros químicos que conectan diferentes órganos del sistema digestivo. Estas moléculas ayudan a mantener un equilibrio en la digestión, regulando aspectos como el movimiento intestinal, la secreción de jugos gástricos y la sensación de hambre o saciedad. Algunas de las hormonas más importantes que participan en este sistema serían:
Gastrina: Es una de las principales hormonas digestivas, liberada por el estómago cuando detecta la presencia de alimentos. Su función es estimular la secreción de ácido gástrico, esencial para descomponer las proteínas y activar enzimas digestivas.
Secretina: Liberada por el intestino delgado, esta hormona se activa cuando el contenido del estómago es demasiado ácido. Su trabajo es estimular al páncreas para que libere bicarbonato y neutralice el ácido, protegiendo así las paredes intestinales.
Colecistoquinina (CCK): También secretada en el intestino delgado, la CCK es como el jefe del equipo de grasas. Estimula la liberación de bilis desde la vesícula biliar y ayuda a descomponer grasas y proteínas. Además, da señales de saciedad al cerebro.
Grelina: Conocida como la hormona del hambre, es liberada por el estómago para decirle al cerebro que es hora de comer. Su nivel disminuye después de una comida, ayudando a regular la ingesta calórica.
Péptido YY (PYY): Este "mensajero de la saciedad" se libera después de comer, especialmente cuando se consumen alimentos ricos en fibra o proteínas. Su función es reducir el apetito y ralentizar el tránsito intestinal para maximizar la absorción de nutrientes.
Insulina y glucagón: Estas hormonas, producidas por el páncreas, regulan el nivel de glucosa en sangre, asegurando que el cuerpo tenga suficiente energía entre comidas.
>> Lee más sobre el desequilibrio hormonal
Además de las hormonas, el sistema nervioso también está participando en todo momento en la regulación digestiva. Dentro del tracto digestivo se encuentra el sistema nervioso entérico (SNE), una red compleja de neuronas que controla funciones como el movimiento intestinal y la secreción de enzimas.
El SNE no solo responde a señales del cerebro, sino que también puede funcionar de manera independiente, lo que le ha valido el apodo de "segundo cerebro". Por ejemplo, si alguna vez has sentido las famosas "mariposas en el estómago" o has tenido molestias digestivas por estrés, es acción de este sistema.
>> Todo sobre el sistema nervioso periférico
Cuando el sistema nervioso entérico sufre daños, pueden aparecer diversas enfermedades y trastornos digestivos. Entre las más comunes se encuentran:
Síndrome del intestino irritable (SII): Actualmente, de las más comunes a nivel nacional. Es un trastorno funcional que afecta el movimiento intestinal y está relacionado con una comunicación anormal entre el cerebro y el sistema nervioso entérico. Los síntomas incluyen dolor abdominal, diarrea, estreñimiento o ambos.
Enfermedad de Hirschsprung: Un trastorno congénito en el que faltan células nerviosas en ciertas partes del intestino, lo que provoca un bloqueo en el movimiento intestinal. Es más común en bebés y requiere intervención quirúrgica
Gastroenteritis aguda: Aunque es más conocida como una infección gastrointestinal, los virus o bacterias que la causan pueden alterar temporalmente el sistema nervioso entérico, lo que lleva a síntomas como diarrea y dolor abdominal.
Enfermedad de Parkinson: Aunque es un trastorno neurológico, muchos pacientes experimentan problemas digestivos como estreñimiento, que podrían estar relacionados con daños en el sistema nervioso entérico.
Dispepsia funcional: Esta afección causa dolor o incomodidad en la parte superior del abdomen, a menudo sin una causa identificable. Puede estar relacionada con alteraciones en la función nerviosa del estómago.
Enterocolitis necrotizante: Esta enfermedad grave, más común en bebés prematuros, afecta la mucosa intestinal y puede incluir la inflamación del sistema nervioso entérico
Las respuestas te sonarán, puesto que no hay remedios o rutinas mágicas, sino hábitos saludables:
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Camilleri, M., Chedid, V., & Ford, A. C. (2020). Gastroparesis. The Lancet, 396(10263), 711-722.
Tack, J., & Drossman, D. A. (2017). What’s new in functional gastrointestinal disorders? Gut, 66(8), 1439-1449.
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