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La alimentación es, sin duda, uno de los principales pilares en nuestro día a día. Continuamente pensamos en qué vamos a almorzar el día siguiente, qué voy a cenar y le damos vueltas y vueltas. Por eso nos interesa tanto saber sobre la calidad alimentaria. Y es que no se trata solo una cuestión de gustos. Resulta que no es que te llame la atención un alimento u otro, sino que va encaminado a medir la calidad de lo que ingerimos, es decir, hasta qué punto lo que comemos y bebemos es más o menos sano para nosotros. Y respecto a este tema no hay negociables.
En este sentido, puedes preferir el queso más o menos salado, la fruta más dulce, o el pan más o menos tostado. Pero lo que realmente tiene que saber el consumidor es la calidad alimentaria de lo que consume. Esto será determinante para quien quiera cuidar su salud y lo que come.
Cuando se habla de calidad también se debe mencionar la seguridad alimentaria. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, mejor conocida como FAO (Food and Agriculture Organization), señala:
La calidad alimentaria se refiere a las características y propiedades de los alimentos que los hacen seguros, nutritivos, sabrosos y aptos para el consumo humano. Implica una combinación de factores que garantizan que los alimentos cumplan con los estándares establecidos y sean adecuados para ser consumidos sin causar daño a la salud de las personas.
Sin embargo, la definición de la calidad alimentaria puede variar en función de cómo se mire. Para muchos compradores poco duchos en nutrición, la calidad alimentaria se refiere solo a las cualidades organolépticas de un producto, es decir, a lo que puede percibir a través de los sentidos: su sabor, su olor, su textura y su apariencia.
No obstante, esto es solo la capa superficial de la calidad alimentaria, ya que un alimento puede conservar unas cualidades organolépticas excelentes, pero llevar un contenido nutricional de baja calidad y, por tanto, nada beneficioso para nuestro organismo. Así pues, desde un punto de vista más técnico, la calidad alimentaria estriba en la composición nutricional biológica y química de un alimento.
Existen muchos institutos internacionales, enfocados en la nutrición, que prueban los alimentos para indicar a los consumidores cuáles son los productos de mejor calidad. Trabajan día a día para ofrecer la mejor información.
El dilema cada vez que vamos de compras al supermercado siempre es el mismo. ¿Cuál será mejor?, ¿qué tiene este o aquel producto? Aquí es donde es importante que el consumidor sepa qué es la calidad alimentaria.
El instituto más antiguo que prueba la calidad de los productos de consumo es Monde Selection, fundado en 1961 en Bruselas. Según sus principios, determina que lo que tiene que saber el consumidor acerca de la calidad alimentaria se puede medir mediante:
En resumen, los factores principales que cuentan son: gusto, salud, conveniencia, etiquetado, envase, respeto del medio. Los consumidores requieren que los productos sean manipulados de acuerdo con ciertos estándares.
Un consumidor debería tener en cuenta varios aspectos importantes sobre la calidad alimentaria de los productos que consume para tomar decisiones informadas y saludables. Algunos de estos aspectos incluyen:
Etiquetado e información nutricional: La información nutricional proporciona detalles sobre las calorías, grasas, carbohidratos, proteínas y otros nutrientes presentes en el producto. También se debe prestar atención a la lista de ingredientes para identificar posibles alérgenos o aditivos no deseados.
Fecha de caducidad o consumo preferente: Comprender las fechas de caducidad y consumo preferente es crucial para garantizar la frescura y seguridad de los alimentos. Los productos no deben consumirse después de la fecha de caducidad, mientras que los productos con fecha de consumo preferente pueden ser seguros para consumir después de esa fecha, pero la calidad podría verse afectada.
Origen y trazabilidad: Saber de dónde provienen los alimentos puede ayudar a evaluar su calidad y seguridad. La trazabilidad permite rastrear el viaje del producto desde su origen hasta el consumidor final, lo que puede ser útil en caso de problemas de seguridad alimentaria.
Certificaciones y sellos de calidad: Algunos productos llevan certificaciones y sellos que indican que han cumplido ciertos estándares de calidad, como orgánico, comercio justo, libre de transgénicos, etc. Estos pueden brindar confianza al consumidor en la calidad y producción del alimento.
Aspecto y estado del producto: Esto consiste simplemente en observar la apariencia y el estado del producto es esencial. Los alimentos no deben mostrar signos de deterioro, como moho, mal olor o decoloración. Además, los envases también deben estar en buenas condiciones y sin daños, lo que garantiza que el alimento no se ha echado a perder ni han penetrado gérmenes en él.
Manipulación y almacenamiento adecuados: Los consumidores deben conocer las recomendaciones de almacenamiento y manipulación de los alimentos, como la conservación de alimentos perecederos y la contaminación cruzada, para mantener su calidad y seguridad en casa.
Condiciones de compra: Comprar alimentos en establecimientos confiables y reconocidos puede reducir el riesgo de adquirir productos de baja calidad. Para ello, es importante prestar atención a la higiene y condiciones de los lugares donde se compran los alimentos.
Información sobre alérgenos: Para las personas con alergias alimentarias, es fundamental revisar cuidadosamente la información sobre alérgenos en el etiquetado y asegurarse de que el producto sea seguro para su consumo.
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