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El dolor es un mecanismo de defensa del organismo que indica que algo no va bien, y en el caso del aparato musculoesquelético suele indicar, fracturas, inflamaciones, dislocaciones articulares, desgarros de ligamentos, esguinces o laceraciones de tendones. Cualquiera de estas alteraciones puede causar dolor de articulaciones, tan molesto y limitante para la vida diaria. En este post profundizaremos, desde el punto de vista de la atención al dolor, en sus causas, efectos, curas y medidas de prevención.
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Los trastornos musculoesqueléticos se producen cuando estamos expuestos al disconfort, pero no siempre somos conscientes de ellos. La repetición de malas posturas para las que la anatomía humana no está preparada, o un trabajo que requiera de movimientos repetitivos y constantes pueden provocar a la larga dolores articulares.
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El dolor de articulaciones puede ocurrir a cualquier persona a cualquier edad, pero sí hay factores que fomentan su rápida recuperación, como asistir a un especialista en dolor, dar sesiones de fisioterapia u osteopatía, practicar deportes específicos o tomar las suficientes vitaminas beneficiosas para los huesos, de la que hablaremos más adelante.
No existe solo una causa que provoque el dolor de articulaciones, sino muchas y de diferentes índoles. Veamos algunas de las más comunes:
Artritis reumática: es una enfermedad crónica que aparece entre los 40 y 60 años y que se caracteriza por la inflamación y el dolor en las articulaciones. En los casos más extremos, puede llegar a deformar mano, muñecas, rodillas y tobillos.
Osteoartritis o artrosis: es un tipo común de artritis que se da cuando el cartílago se deteriora. Y las articulaciones rozan directamente una con otra sin esa amortiguación. Esta condición se desarrolla de forma gradual, normalmente durante la mediana edad.
Tendinitis: consiste en la inflamación de los tendones o ligamentos que conectan el músculo y el hueso. Suele ocurrir en codos, talones y hombros debido a sobreesfuerzos o a una mala ejecución de técnicas deportivas.
Lesiones: sobre todo, son roturas o esguinces en los huesos, pueden generar dolor intenso en las articulaciones.
Bursitis: es una afección que puede originarse por el sobreúso de una parte del cuerpo, por ejemplo, la cadera, las rodillas o los hombros.
Gota: se trata de una afección en la cual los cristales del cuerpo se acumulan en las articulaciones, causando hinchazón y dolor intenso. Normalmente este dolor se presenta en el dedo gordo del pie, clásico síntoma de la gota.
Infecciones virales: algunos virus, como la hepatitis B y la rubéola, afectan a la movilidad articular, pudiendo causar mucho dolor.
Medicamentos analgésicos: los medicamentos de venta libre, como el ibuprofeno o el paracetamol, pueden ayudar a aliviar el dolor leve a moderado en las articulaciones. Para casos más graves, el médico puede recetar analgésicos más fuertes o antiinflamatorios no esteroides (AINEs).
Acudir a sesiones de fisioterapia: un fisioterapeuta puede diseñar un programa de ejercicios específicos para fortalecer los músculos alrededor de las articulaciones, mejorar la movilidad y reducir el dolor.
Realizar terapia ocupacional: un terapeuta ocupacional puede enseñarte técnicas y adaptaciones para realizar tus actividades diarias de manera más fácil y sin agravar el dolor en las articulaciones.
Seguir un plan de pérdida de peso: si tienes sobrepeso, perder peso puede reducir la presión sobre las articulaciones, lo que a menudo disminuye el dolor en las articulaciones de carga, como las de las rodillas y las caderas.
Aplicar inyecciones intraarticulares: en algunos casos, los médicos pueden recomendar inyecciones de corticosteroides o ácido hialurónico directamente en la articulación para reducir la inflamación y aliviar el dolor.
Toma de suplementos: algunos suplementos como la glucosamina y la condroitina se han utilizado para ayudar a aliviar el dolor de articulaciones, aunque su eficacia varía y es importante hablar con un profesional de la salud antes de comenzar cualquier suplemento.
Asistir a terapias complementarias: la acupuntura, la quiropráctica y la medicina complementaria y alternativa pueden proporcionar alivio en algunos casos. Sin embargo, es esencial consultar con un profesional de la salud antes de probar estas terapias.
Mantener reposo y protección: descansar la articulación afectada y evitar movimientos repetitivos o actividades que empeoren el dolor puede ser útil en el proceso de curación.
Aplicar calor o frío: esto puede ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor. El calor suele ser más efectivo para la rigidez, mientras que el frío puede ser útil para reducir la inflamación aguda.
Cirugía: en casos graves o cuando otros tratamientos no son efectivos, puede ser necesario recurrir a la cirugía para reparar o reemplazar la articulación dañada.
La respuesta es sí, pero con matices. Llevar una dieta saludable, rica en vitaminas y practicar ejercicio habitualmente, ayudará a mantener los huesos y músculos fuertes, retrasando la artritis y demás enfermedades, e incluso, fomentando la rápida recuperación en caso de lesiones.
A continuación, te proponemos una lista de alimentos y hábitos de vida saludable que retrasarán el desgaste de tus huesos y los fortalecerán.
Calcio: los productos lácteos como la leche, el yogur y el queso son excelentes fuentes de calcio. También puedes obtener calcio de alimentos como el tofu, los vegetales de hojas verdes (espinacas, col rizada), el brócoli y los pescados enlatados con huesos blandos (salmón y sardinas).
Vitamina D: esta vitamina es esencial para la absorción del calcio. Puedes obtener vitamina D de alimentos como el pescado graso (salmón, atún), el hígado de res, las yemas de huevo y alimentos fortificados, o a través de la exposición al sol moderada.
Vitamina K: la vitamina K es importante para la formación de huesos y puede encontrarse en alimentos como las espinacas, el brócoli, el repollo y el hígado.
Proteínas magras: las proteínas son esenciales para la salud ósea. Opta por fuentes magras como el pollo, el pavo, el pescado, los frijoles y las legumbres.
Fósforo: el fósforo es otro mineral importante para la salud de los huesos y se encuentra en alimentos como el pescado, los productos lácteos, las nueces y las semillas.
Haz ejercicio regularmente: La actividad física, en particular el ejercicio de carga de peso como caminar, correr, levantar pesas o practicar yoga, fortalece los huesos y aumenta su densidad mineral.
Evita el tabaco y el exceso de alcohol: se ha probado científicamente que estas sustancias debilitan los huesos. Trata de evitarlos o reducir su consumo.
Mantén un peso saludable: el exceso de peso puede ejercer presión adicional sobre los huesos de carga, como las rodillas y las caderas. Mantener un peso saludable es beneficioso para la salud de los huesos.
Evita caídas: las fracturas óseas son más comunes en personas mayores debido a caídas. Mantén tu hogar seguro, utiliza zapatos adecuados y considera tomar medidas para prevenir caídas.
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