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Cardio es una abreviatura comúnmente utilizada para referirse al ejercicio cardiovascular, que implica actividades que aumentan la frecuencia cardíaca y mejoran la circulación sanguínea con el objetivo de fortalecer el corazón y los pulmones. Algunos ejemplos de actividades cardiovasculares son correr, nadar, andar en bicicleta, caminar a paso rápido, saltar la cuerda y participar en deportes aeróbicos. Estos ejercicios activan grandes grupos musculares de manera rítmica y sostenida, con su consecuente aumento de la demanda de oxígeno y mejora del sistema cardiovascular.
Incorporar actividades cardiovasculares en tu rutina de ejercicios es fundamental para mantener una buena salud física y mental. Aparte de mejorar la salud del corazón, con el cardio conseguiremos quemar calorías, hacer que nuestros músculos se hagan más resistentes, reducir el estrés e incluso mejorar nuestro estado de ánimo. En este artículo trataremos en detalle para qué sirve el cardio y cuáles son sus beneficios.
Al igual que el curl de bíceps sirve para ganar masa muscular en los brazos, el cardio es el ejercicio por excelencia que entrena el corazón. Hacer cardio con regularidad reduce los niveles de colesterol y minimiza el riesgo de que padezcamos una enfermedad coronaria en un futuro, ya que refuerza el bombeo del corazón. Estos ejercicios agilizan el flujo sanguíneo a lo largo de nuestro cuerpo y fortalecen la actividad cardíaca. Recordemos que las afecciones cardiovasculares son la causa de muerte más común en el mundo, por lo que practicar un poco de cardio no le viene mal a nadie.
Está demostrado que los ejercicios de cardio también ayudan a reducir la presión sanguínea sistólica y diastólica. La sistólica se refiere a la fuerza que ejerce el corazón al bombear la sangre del corazón a las arterias, mientras que la diastólica es la presión del corazón relajado mientras se vuelve a llenar de sangre. Un índice elevado de presión sanguínea viene a decirnos que el corazón ha de esforzarse más para bombear la sangre a un ritmo normal, lo que aumenta el riesgo de que suframos a la larga un accidente vascular o cerebrovascular. En general, la hipertensión suele resultar más común y problemática en edades más avanzadas. Es por eso que los médicos suelen recomendar a estas personas andar, correr y otras actividades aeróbicas de cardio.
Varios estudios afirman que los ejercicios cardiovasculares influyen muy positivamente en el funcionamiento del sistema inmune. Durante y después del cardio, el cuerpo libera citoquinas pro y antiinflamatorias, la circulación de los linfocitos y leucocitos aumenta y se agiliza el reclutamiento celular. Sin embargo, para que el cardio tenga un efecto positivo en nuestra salud debemos realizar un ejercicio de intensidad y duración moderadas. Si hacemos demasiado cardio y no obtenemos el descanso suficiente, nuestro ejercicio estaría causando un efecto contraproducente: nuestro sistema inmune podría verse debilitado.
Todos alguna vez hemos sentido las ganas de tumbarnos y echarnos una buena siesta después de una sesión de ejercicio intenso. Es lógico: cuantas más energías gaste nuestro cuerpo, más descanso nos pedirá. Sin embargo, hay que matizar que, para algunas personas, no es recomendable hacer cardio de forma muy intensa antes de acostarse, ya que puede costarles conciliar el sueño al tener el cuerpo sobrestimulado debido a un aumento del ritmo cardíaco, la temperatura corporal y los niveles de adrenalina. Además, cuanto mejor durmamos, más descansado estará nuestro cuerpo para hacer ejercicio al día siguiente.
La mayor parte de personas se siente muy autorrealizada y desfogada tras una intensa sesión de cardio o cualquier ejercicio, lo que nos levanta el ánimo para el resto del día. De hecho, a las personas que padecen depresión se les recomienda que hagan por lo menos 30 minutos de cardio en forma de ejercicio aeróbico como, por ejemplo, correr o andar tres veces en semana. De igual forma, el cardio reduce nuestros niveles de ansiedad si lo practicamos con cierta regularidad. Esto se debe a que seguir una rutina de ejercicio nos abstrae de nuestros problemas y destensa los músculos, entre otras reacciones químicas que experimenta nuestro cerebro, como una mayor secreción de serotonina.
Como respuesta corporal, los ejercicios de cardio hacen que nuestro índice de glucosa en sangre baje y que el cuerpo reaccione de forma más sensible a la insulina. Esto se debe al cansancio que sufre el cuerpo después del ejercicio físico, que recurre a las fuentes de glucosa de nuestro organismo para saciar su sed de energía. A su vez, hacer cardio de forma regular estimula los músculos y los hace más receptivos a la insulina y, por tanto, a absorber la glucosa de nuestra sangre. Sin embargo, una sesión de cardio demasiado intenso puede liberar más glucosa de lo que los músculos en un estado de fatiga excesiva pueden llegar a absorber, aumentando contraproducentemente el azúcar en sangre.
Esto es ciencia popular, si quieres bajar de peso o, por lo menos, evitar subirlo solo debes hacer dos cosas: comer menos y correr más. Es por eso que a la gente que tiene exceso de peso lo primero que se le aconseja es a correr durante un par de horas en la bicicleta estática o la cinta eléctrica. Si las calorías que quemamos en una sesión de cardio superan a las calorías que ingerimos, bajaremos de peso, ya que nuestro organismo recurrirá a las reservas de grasa disponibles como fuente de energía. Por otra parte, si lo que queremos es aumentar nuestra masa corporal porque estamos muy delgados, no deberíamos hacer mucho cardio, pues estaríamos quemando todo el músculo que podríamos ganar.
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