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La magnitud de la contaminación marina ha alcanzado proporciones alarmantes, siendo los plásticos la principal fuente de preocupación. Con un impactante 95% de todas las sustancias contaminantes en los océanos compuestas de plástico, su presencia se ha convertido en una amenaza crítica para la salud de los ecosistemas marinos. Un dato igualmente impactante revela que la cifra de fragmentos plásticos flotando en los mares asciende a más de 5 billones, destacando la urgente necesidad de abordar este problema global.
En este artículo te contamos cuáles son las actividades humanas que contribuyen negativamente a la salud de los ecosistemas marinos y cuáles son todos los contaminantes, aparte del plástico, que podemos encontrar en mares, ríos y lagos. Actualmente, multitud de organismos internacionales como la ONU y los países de la Unión Europea están estudiando regulaciones medioambientales estrictas para frenar la contaminación marina y proteger estos espacios naturales.
Las actividades humanas que más contaminan el mar son diversas y abarcan diferentes fuentes de contaminación. A continuación, detallaremos las actividades más nocivas para el mar y la salud de sus ecosistemas, así como los residuos que se les asocia:
Son muchas las actividades industriales que impactan negativamente en los ecosistemas marinos por sus vertidos. Los residuos industriales pueden incluir una variedad de sustancias químicas tóxicas, metales pesados y compuestos orgánicos que se generan como subproductos de procesos industriales.
Estos desechos a menudo contienen contaminantes como mercurio, plomo, cromo y productos químicos orgánicos persistentes que, al verterse en mares y ríos sin un tratamiento adecuado, perjudican gravemente la calidad del agua y dañan la vida marina.
La escorrentía agrícola transporta los productos químicos utilizados en la agricultura, como pesticidas y fertilizantes, hacia los cuerpos de agua cercanos. Estos productos motivan la proliferación de algas, creando zonas muertas con bajos niveles de oxígeno, en perjuicio directo de la fauna marina, que se ve obligada a desplazarse y concentrarse en la superficie de ríos, lagos y mares. Ejemplo de este fenómeno se observa en el Mar Menor, en Murcia.
Los derrames de petróleo en la industria petrolífera son eventos catastróficos que liberan grandes cantidades de hidrocarburos en los océanos. Las consecuencias de estos incidentes para la vida marina son fatales, ya que el petróleo que flota en la superficie empapa las plumas de las aves y les obstaculiza el vuelo, contamina las playas y arrasa con los peces y gran número mamíferos marinos. También se ha demostrado que a largo plazo dañan seriamente los ecosistemas costeros y facilita la muerte de especies marinas.
Por basura marina entendemos plásticos, envases, vidrio, metales y otros desechos sólidos que se acumulan en los océanos y que tiramos los humanos a superficie de aguas por falta de civismo. Los plásticos son especialmente preocupantes, ya que se preservan inmutables al paso del tiempo durante décadas y terminan por descomponerse en microplásticos que se cuelan en la cadena alimentaria de los ecosistemas y que llegan hasta nuestros platos, especialmente en mariscos. Las corrientes oceánicas tienden a concentrar esta basura en áreas como los giros oceánicos, exacerbando el problema.
La sobrepesca ocurre cuando se capturan peces a un ritmo que supera la capacidad de reproducción de las poblaciones. Las prácticas destructivas como la pesca de arrastre de fondo dejan tocados hábitats marinos importantes, como arrecifes de coral y lechos de algas, agravando todavía más la pérdida de biodiversidad marina.
Allí donde se ha llevado extensivamente la sobrepesca de forma continuada, se han desequilibrado los ecosistemas marinos y numerosas especies de peces han mermado en número peligrosamente.
Las actividades recreativas y turísticas pueden tener un impacto significativo en los entornos marinos, especialmente en áreas costeras en las que se agolpa un turismo de baja calidad (dedicado a fiestas).
La construcción de instalaciones turísticas, como hoteles y puertos deportivos, a menudo implica la alteración de hábitats costeros valiosos como manglares, dunas y pastos marinos. Ejemplo de esto lo podemos observar en Bali, un paraje natural idílico que se ha llenado de basura por una industria turística desenfrenada e incívica.
Aunque ya hemos mencionado algunos por encima anteriormente, te enumeramos todos los tipos de contaminantes que se vierten en el mar todos los días:
Metales pesados: Podemos mencionar sustancias como mercurio, plomo y cadmio, que son tóxicas para la vida marina. Estas se amontonan en los tejidos de los organismos acuáticos y empeoran su salud, así como la de los consumidores humanos que los consumen.
Hidrocarburos: Entendemos por hidrocarburos compuestos como el petróleo crudo y los productos derivados del petróleo que acaban en el mar por los desastrosos derrames de petróleo anteriormente explicados.
Nitrógeno y fósforo: La presencia excesiva en el agua de estos nutrientes provocan la sobrepoblación de algas en el agua, lo que genera franjas con bajos niveles de oxígeno que afectan negativamente a la vida marina.
Productos químicos orgánicos persistentes (POP): Ejemplos de estos productos son los pesticidas organoclorados y los bifenilos policlorados (PCB). Estas sustancias son resistentes a la degradación y se acumulan por ingestión en los organismos marinos, afectando su reproducción y desarrollo.
Plásticos y microplásticos: Los plásticos en el océano se descomponen en microplásticos, partículas pequeñas que representan una amenaza para la vida marina al ingerirse o al acumularse en sus tejidos.
Contaminantes orgánicos persistentes: Incluyen sustancias como los PCB, dioxinas y furanos. Estos compuestos son tóxicos y pueden biomagnificarse a lo largo de la cadena alimentaria, afectando a organismos marinos y, en última instancia, a los consumidores finales.
Sustancias radiactivas: Provienen de actividades nucleares y accidentes, contaminando el agua marina con isótopos radiactivos que representan riesgos para la vida marina y, en algunos casos, para la salud humana a través del consumo de productos marinos contaminados.
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