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La contabilidad de costes es una herramienta muy útil para las empresas que producen algún tipo de producto, ya que tiene como objetivo identificar las inversiones necesarias para cada línea de fabricación.
Tener los costes perfectamente identificados permiten mejorar la gestión a la hora de tomar cualquier tipo de decisión, ya sea a corto, medio o largo plazo. Pero hay que tener cuidado y saber en qué tipo de costes se puede escatimar. No siempre una reducción de costes se ve reflejada en un aumento en la cuenta de beneficios.
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Las empresas que cuentan con una contabilidad de costes estructurada de manera diferenciada por productos aportan una serie de información en la gestión financiera que dota de flexibilidad la toma de decisiones.
A la hora de rediseñar la infraestructura física, la contabilidad de costes nos aporta datos sobre qué línea de producción es más eficiente. En este sentido, la información puede ayudar a la dirección de la empresa en el momento de transformar y mejorar aquellas líneas con una menor rentabilidad y dotarlas de medios que progresen.
Una mejora en los costes productivos se ve reflejada de manera inmediata en la cuenta de resultados de la empresa, mientras que conseguir un aumento de los beneficios puede ser una labor más tediosa.
Antes de tomar una decisión sobre que costes recortar es recomendable llevar a cabo una auditoria de costes. En esta labor podremos determinar cuáles son nuestros costes fijos, coses directos, costes indirectos… Y con esa información determinar de qué costes podemos prescindir, modificar y cuáles no se pueden variar.
Para llevar a cabo esta labor debemos de aplicar una perspectiva muy objetiva, ya que habrá veces que tomar decisiones de recorte afecte a factores humanos o de calidad del producto que a la larga pueden ser contraproducentes.
Las nuevas tecnologías han aportado herramientas que nos pueden ayudar a facilitarnos la labor en determinadas tareas y hacer que el trabajo sea más productivo. Es importante identificar las tareas tediosas y repetitivas que no aportan ningún valor añadido y que se pueden automatizar. De esta manera, los recursos humanos los podemos centrar en aquellas labores que aporten valor a nuestro producto y que nos haga diferenciarnos de la competencia.
La inversión en formación del personal no supone un aumento de costes para la empresa. Por un lado, porque actualmente los gastos de formación laboral están bonificados en nuestro parís. Y, por otro lado, porque está comprobado que cuanto mejor esté formado un equipo de trabajo en cada una de sus especialidades, mayor será su productividad.
Equipos de trabajo polivalentes ayudan en un momento de sobreproducción o de necesidad, gracias a su capacidad de resiliencia y adaptación a los cambios de una manera más rápida y eficiente.
La mayoría de las empresas cuentan con espacios físicos que no siempre los están ocupando en su totalidad. Es cierto que las empresas manufactureras necesiten contar con almacenes para guardar materias primas y productos terminados. Pero pueden diseñar los almacenes de manera que, cuando no necesiten usarlos al cien por cien, puedan destinar el espacio ocioso que tiene y dedicarlo a otra actividad como puede ser el alquiler de plazas de garaje.
Las oficinas se han convertido en espacios físicos versátiles gracias a las diversas opciones que existen hoy en día por el teletrabajo y los espacios de coworking…
Cuando las empresas revisen los costes que pueden reducir, casi nunca caen en revisar los costes que suponen el almacenamiento de productos. Tener las existencias inmovilizadas mucho tiempo en el almacén suponen un coste financiero, además del espacio físico que necesitamos para tenerlas guardadas hasta que se venden.
Cuanto mayor sea la tasa de rotación de un producto, menos tiempo lo deberemos tener en el almacén. Tampoco nos podemos olvidar en este punto de los stocks defectuosos que hay que reducir al mínimo, ya que suponen costes irrecuperables para la empresa.
En el momento de reducir costes, hay algunos que no se deben de tocar, puesto que pueden suponer un gran disgusto para la empresa. Por ejemplo, en el caso de empresas que se dediquen a la fabricación, la materia prima supone un punto fuerte en su estructura. Aunque puedan encontrar otra más barata, deben de asegurarse de cumplir con la calidad y las exigencias que los clientes esperan de sus productos. Escatimar en mano de obra cualificada también se puede traducir en mayores problemas y aumento de costes a la larga.
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