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Ser realista significa tener una visión objetiva y práctica de la realidad, basada en hechos y evidencias concretas. Es una actitud que implica aceptar las circunstancias tal como son, sin idealizar ni distorsionar la realidad, tomando conciencia de las limitaciones y dificultades que pueden surgir, así como de las posibilidades reales y los obstáculos que pueden presentarse en el camino hacia un objetivo.
Will Smith dijo una vez que ser realista es el camino más común a la mediocridad. Pero, ¿es esto cierto? Quizá lo sea para algunas personas que quieran a conciencia formarse una visión idealista de la vida para conseguir sus propósitos. No obstante, para un gran porcentaje de personas que quieren vivir una vida tranquila y alcanzar sus propias metas vitales conjugar ser realista con mantener una conducta proactiva ante la vida es el ingrediente secreto para ser feliz a pesar de circunstancias desafortunadas que van surgiendo.
Tanto pensar de forma pesimista como de forma demasiado optimista parten de una concepción irreal demasiado fantasiosa, ya que solo piensas en los extremos: o siempre te pones en lo peor, o ignoras todos los riesgos y posibilidades y lo ves todo color rosa. Al final, estas formas de percibir la vida son tergiversaciones muy profundas de la realidad que nos rodea.
Ser realista al final significa encontrar un punto medio entre el pesimismo y el optimismo, por lo que adoptar una perspectiva realista de la vida te permite afrontar las dificultades con esperanza, sin perder de vista los riesgos a los que te expones y los pasos necesarios a seguir para evitarlos. Además, ser realista no solo significa aceptar lo malo que te pueda sobrevenir, sino en reconocer que para alcanzar ciertas metas hace falta trabajar duro y superar algunos obstáculos.
Ser realista significa no ilusionarse en exceso. Esto no significa que no podamos poner pasión en lo que hacemos y que no podamos sentir algún anhelo por conseguir algunas metas. Pero desde un punto de vista realista, es necesario saber que el azar puede jugar un papel importante en el curso de nuestra vida de la mano de nuestras propias decisiones.
Así pues, al no volcarnos al cien por cien en algo o alguien y al tener claro que podemos fracasar, facilitamos este proceso de duelo con uno mismo y con nuestra propia vida. Esto a su vez nos permite seguir adelante y buscar soluciones alternativas en las que, de otra manera, no habríamos pensado.
Aunque esto no siempre sea así, se puede vislumbrar cierta tendencia a tenerse en baja autoestima en personas con una visión vital marcadamente pesimista. De igual forma, el optimista exacerbado de algunas personas viene acompañado de un ego excesivo y una confianza inverosímil en sus propias capacidades. Así pues, al adoptar un punto de vista realista podemos mirarnos en el espejo tal y como somos, y aceptarnos con nuestros defectos y virtudes.
Asimismo, ser realista nos permite discernir qué defectos podemos arreglar o suavizar, y cuáles defectos son parte integral de nuestra persona. A su vez, esto permite potenciar nuestra relación con el mundo y con los demás.
En definitiva, tener una actitud positiva ante la vida es esencial para resistir tempestades y mantenerse a flote. Sin embargo, esta positividad auténtica no viene sin ser realista. En definitiva, ser realista significa aceptar la realidad y, en cierta forma, conformarse con ella. El siguiente paso a adoptar el realismo en tu vida es salpimentarlo con positividad auténtica para poder superarte a ti mismo, franquear las dificultades y disfrutar de los buenos momentos.
En contraste con la positividad tóxica que empalaga hasta la náusea y nos imbuye en un mundo de expectativas irrealizables, la positividad auténtica aporta resiliencia, ganas de cambio a mejor y una fuente de energía inagotable. Ser realista nos permite fijar metas alcanzables y motivadoras.
No podemos prometer una fórmula mágica para cambiar de la noche a la mañana el prisma a través del cual una persona percibe toda su vida. Sin embargo, hay una serie de consejos que podemos aportar para aquellos que son conscientes de que necesitan adquirir una visión más realista en su día a día:
Acepta la realidad: Reconoce que la realidad no siempre es como deseas que sea. Acepta las circunstancias y situaciones tal como son, sin negarlas ni evadirlas.
Busca información objetiva: Investiga y recopila información relevante sobre las situaciones o temas que te interesen. Basa tus opiniones y decisiones en datos concretos y evidencias verificables.
Evalúa los pros y los contras: Antes de tomar una decisión, analiza cuidadosamente las ventajas y desventajas de cada opción. Considera tanto los aspectos positivos como los negativos, así como las posibles consecuencias a largo plazo.
Sé consciente de tus limitaciones: Reconoce tus propias habilidades, conocimientos y recursos disponibles. No te engañes a ti mismo creyendo que puedes lograr cualquier cosa sin esfuerzo o sin tener en cuenta tus limitaciones personales.
Aprende de las experiencias pasadas: Reflexiona sobre tus experiencias anteriores y saca lecciones de ellas. Evalúa qué funcionó y qué no funcionó, y utiliza ese conocimiento para tomar decisiones más realistas en el futuro.
Mantén la mente abierta: Estar abierto a diferentes perspectivas y puntos de vista te ayudará a ver la realidad de manera más completa. Escucha a los demás y considera sus opiniones antes de formar la tuya propia.
Asume tu responsabilidad: Reconoce que eres responsable de tus propias acciones y decisiones. No culpes a otros o a las circunstancias por tus fracasos o dificultades. Acepta que tus elecciones y acciones tienen un impacto en tu realidad, a veces positivo y otras veces, negativo.
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