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La radioterapia ha demostrado ser un tratamiento efectivo en la lucha contra el cáncer, entre ellos el cáncer de próstata. Entre las diversas modalidades, destaca la radioterapia de haz externo. Esta modalidad de tratamiento, a menudo utilizado en combinación con otras estrategias, como la terapia hormonal, se enfoca en la destrucción selectiva de las células cancerosas, minimizando los daños en los tejidos circundantes.
En este post, te hablaremos sobre la importancia de la radioterapia de próstata para el tratamiento del cáncer de próstata. ¡Vamos allá!
La radioterapia es un proceso meticuloso que implica la administración controlada de radiación ionizante en la próstata. Durante el tratamiento de haz externo, el paciente se acuesta en una mesa de tratamiento en una posición determinada mientras una máquina emite haces de radiación desde diferentes ángulos. Este enfoque permite una mayor precisión al dirigirse al tumor, reduciendo así los efectos sobre los tejidos cercanos.
La duración del tratamiento varía según el caso, pero generalmente se realiza durante varias semanas, con sesiones programadas regularmente. Es fundamental seguir el plan de tratamiento de manera consistente para maximizar su efectividad.
La posición exacta del paciente viene determinada del procedimiento llamado simulación de tratamiento. Esta fase consiste en realizarle un TAC al paciente para posteriormente delimitar el área de tratamiento. Para ello, deberá colocarse al paciente en una determinada posición que sea reproducible, ya que se deberá mantener igual en todas las sesiones que se requieran.
En la sala de simulación se proyectan unos láseres, que son visibles con la luz atenuada, que representan los tres principales ejes: vertical, longitudinal y transversal.
Una vez el paciente está colocado, bien centrado en la sala de simulación y se ha comprobado con las imágenes del TAC, se tatúa un punto en el lugar donde los láseres se cortan entre ellos encima la de la piel del paciente. Esto ayudará a reproducir fácilmente la misma posición cada día, ya que en la sala de tratamiento se proyectan los mismos láseres.
Como hemos mencionado, la radioterapia consta de diferentes modalidades. Entre ellas, la radioterapia de haz externo o teleterapia. Aun así, dentro de la teleterapia, encontramos la modalidad 3D (3D-RT) y la radioterapia de intensidad modulada (IMRT, por sus siglas en inglés).
La IMRT representa una forma avanzada de radioterapia de alta precisión, utilizando aceleradores lineales controlados para administrar dosis de radiación extremadamente precisas en áreas específicas del tumor. La IMRT destaca por su capacidad para conformar la dosis de radiación de manera más precisa a la forma tridimensional del tumor mediante la modulación de la intensidad del haz de radiación en volúmenes pequeños.
Esta técnica permite dirigir dosis más elevadas al tumor, al mismo tiempo que minimiza la exposición a la radiación en las estructuras circundantes esenciales. La planificación del tratamiento se realiza de manera meticulosa con el apoyo de imágenes tridimensionales obtenidas mediante tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RMN) del paciente. Además, se realizan cálculos de dosis para determinar la intensidad de dosis que mejor se adapte a la forma específica del tumor.
En términos generales, la combinación de múltiples campos de intensidad modulada provenientes de diversas direcciones de haz genera una dosis de radiación personalizada. Este enfoque maximiza la dosis dirigida al tumor, al mismo tiempo que minimiza la exposición de los tejidos normales adyacentes.
La IMRT representa así un avance significativo en la optimización de la eficacia del tratamiento y la reducción de efectos secundarios no deseados en tejidos circundantes. Gracias a esta modalidad, la dosis que reciba el tejido sano en relación con la dosis dirigida al tumor se minimiza. Esto permite la administración de dosis de radiación más elevadas y efectivas con menor riesgo para los tumores. Esto se traduce en menos efectos secundarios en comparación con las técnicas de radioterapia convencional (3D-RT).
Si se compara la 3D-RT con la IMRT, se puede afirmar que la última implica más tiempo para la sesión de tratamiento diario, una planificación previa adicional y más controles de seguridad antes de que el paciente pueda iniciar el tratamiento. Aun así, presenta más beneficios que la 3D-RT.
Por otro lado, encontramos la braquiterapia intersticial en la que se colocan semillas, listones o cápsulas que contienen una fuente radiactiva en el interior en el cuerpo, ya sea dentro o cerca del tumor. El cáncer de próstata se puede tratar mediante braquiterapia de tasa de dosis baja (LDR, por sus siglas en inglés) y braquiterapia de tasa de dosis alta (HDR, por sus siglas en inglés).
En la braquiterapia de tasa de dosis baja (LDR), se introducen semillas radiactivas a través de agujas en la próstata. Una vez insertadas, las agujas se retiran, dejando las semillas distribuidas por toda la próstata. El número de semillas varía según el tamaño de la glándula prostática y la zona a tratar. Estas semillas liberan radiación gradualmente en el tejido a lo largo de un período específico, lo que resulta en la destrucción de las células malignas. Este procedimiento se realiza de manera ambulatoria, similar a la teleterapia.
Debido a la presencia de las semillas, el portador puede emitir radiación externamente, lo que hace necesario informar al paciente sobre la importancia de restringir el contacto cercano con niños y mujeres embarazadas, así como abstenerse de relaciones sexuales durante un tiempo determinado.
En contraste, la braquiterapia de tasa de dosis alta (HDR) se lleva a cabo en un quirófano con anestesia general. Se colocan agujas huecas a través de la piel del perineo y dentro de la próstata. Durante el procedimiento, se ajustan las agujas y se realizan imágenes de ultrasonido para planificar el tratamiento.
Una vez que el plan de tratamiento está listo, la máquina de braquiterapia se conecta a los catéteres. Automáticamente, la máquina desplaza la fuente radiactiva dentro de cada catéter, retirándolos uno por uno según el plan de tratamiento. El tiempo que la fuente permanece en cada posición se conoce como "tiempo de permanencia", y se programa para asegurar la administración precisa de la dosis planificada en la próstata, minimizando la radiación en otras áreas del cuerpo, como la uretra, el recto y la vejiga. Después del tratamiento, la fuente radiactiva regresa a la máquina y se retiran las agujas del paciente.
En algunos casos, la radioterapia puede combinarse de manera simultánea (concomitante) a la terapia hormonal. Esta terapia busca reducir los niveles de testosterona, una hormona que alimenta el crecimiento de las células prostáticas. Esta combinación puede ser particularmente efectiva en casos más avanzados o agresivos de cáncer de próstata.
Como con cualquier tratamiento, la radioterapia puede tener efectos secundarios, aunque pueden variar entre pacientes. A corto plazo, algunos pacientes pueden experimentar fatiga, irritación cutánea en la zona tratada y cambios en los hábitos urinarios.
Dentro de los cambios en hábitos urinarios encontramos a micción frecuente, micción dolorosa o dificultosa, hematuria e incontinencia urinaria. Además, también es posible que se produzcan cambios en los hábitos digestivos, como sangrado rectal, movimientos intestinales dolorosos, diarrea e incontinencia fecal.
También se puede experimentar disfunción sexual a causa de la disminución en la función eréctil. Sin embargo, estos efectos suelen ser tolerables y gestionables.
Así pues, la radioterapia para el cáncer de próstata, ya sea a través de la técnica de haz externo o de braquiterapia, ofrece una opción efectiva en la lucha contra el cáncer. Comprender el proceso, los posibles efectos secundarios de la radioterapia y las modalidades de tratamiento permite ofrecer una atención de calidad a nuestros pacientes.
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