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Antes de brindar la definición de evaluación final, es necesario recordar en qué consiste una evaluación. En la práctica educativa, se trata de una herramienta que permite abordar el proceso de aprendizaje desde una perspectiva integral, la misma que ofrece información relevante sobre la adquisición de habilidades e integración de conocimientos según el nivel formativo. En pocas palabras, se plantea no solo como un método de seguimiento académico, sino también como la base para implementar mejoras didácticas para el óptimo cumplimiento del currículo.
Dicho esto, la evaluación final se orienta a establecer si el estudiante alcanzó los aprendizajes establecidos según el ciclo de evaluación, a saber: trimestral, semestral o anual. Este tipo de evaluación, por tanto, propone criterios que le permiten al docente acercarse al fenómeno de aprendizaje desde diferentes niveles de logro, cuya comprensión se encuentra en el desarrollo competencial y sus indicadores. Así, se parte desde el nivel más básico hasta el nivel más avanzado. En las rúbricas de calificación, estos aspectos se entienden como grados de consecución del aprendizaje.
Estos niveles o grados en torno al logro se distribuyen de la siguiente manera:
Nivel 1 – por debajo del básico o insuficiente
Nivel 2 – básico o elemental
Nivel 3 – medio o bueno
Nivel 4 – avanzado o excelente
De ahí que la evaluación final también es conocida como evaluación de los resultados, ya que se comprueban los aprendizajes luego de determinado periodo. Una de sus funciones principales en conocer si el estudiante ha alcanzado los logros suficientes para aprobar un curso, módulo o asignatura y así pasar al siguiente nivel.
La evaluación final puede tomar al menos dos formas cuyo objetivo es acercarse al fenómeno del aprendizaje desde criterios que describen aquello que se espera lograr. Se reconocen la evaluación formativa y la evaluación sumativa. Estas se detallan a continuación.
La evaluación final puede integrar la evaluación formativa o continua como herramienta para mejorar el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Se plantean actividades, dinámicas, proyectos, entre otros, que permiten al docente realizar seguimiento y, de esta manera, fortalecer la adquisición de conocimientos y habilidades mediante de mejoras didácticas. Como toda evaluación, en este caso, se asignan puntajes que conforman el baremo de la calificación final.
La evaluación sumativa se aplica para otorgar calificaciones finales tras un periodo formativo. Se distribuyen a lo largo del año, pero suelen situarse hacia el final de este para la promoción del estudiante, quien podrá avanzar o no según los resultados. En pocas palabras, se trata de un método de calificación cuantitativo orientado a valorar el cumplimiento de los objetivos de aprendizaje. Este tipo de evaluación incluye instrumentos como las pruebas, los exámenes, los trabajos finales, los proyectos de fin de curso, entre otros.
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La evaluación final no solo informa sobre el logro, sino también sobre otros aspectos imprescindibles para el aprendizaje de los estudiantes. En lo que sigue, se presentan los puntos que explican la importancia de esta evaluación:
Como se ha mencionado, la principal función de este tipo de evaluación es medir el nivel de aprendizaje. Cuando el curso culmina, las calificaciones informan sobre el rendimiento y desempeño académico del estudiante. De hecho, también brinda información cualitativa sobre la adquisición de nuevos conocimientos teórico-prácticos.
La evaluación no tendría sentido en sí misma si no estuviera acompañada de retroalimentación (feedback). Los docentes comentan con los estudiantes los puntos fuertes y áreas de mejora identificados durante el periodo lectivo, lo que les permite a estos últimos reflexionar sobre su aprendizaje, resultados y métodos de estudio. En cualquier caso, el feedback busca la mejora.
La evaluación final también es importante porque brinda información a los padres, quienes procuran conocer el rendimiento de sus hijos. La información es clara y precisa, lo que facilita una mayor comprensión e involucramiento en el proceso formativo. Con esto de por medio, los padres pueden optar por medidas que ayuden a sus hijos a incrementar su rendimiento (por ejemplo, clases particulares).
No puede dejar de mencionarse uno de los objetivos de este tipo de evaluación: considerar los resultados para decidir sobre la promoción académica del alumno, ya sea pasar a un siguiente nivel o terminar el ciclo formativo. Si los resultados no fueran los esperados, los estudiantes podrían repetir asignaturas, recibir refuerzos u otras medidas para asegurar la promoción.
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La consideración de las siguientes buenas prácticas en torno a las evaluaciones finales ayudará a que los estudiantes obtengan resultados positivos:
Crear un calendario claro. Las evaluaciones finales deben ser claramente identificables en el calendario.
Informar sobre los criterios de evaluación. Desde el inicio del curso los estudiantes deben conocer los criterios de evaluación, los cuales se encuentran recogidos en las rúbricas de calificación.
Diseñar la evaluación. La evaluación debe ser adecuada para indagar en la adquisición de conocimientos por parte de los estudiantes, por lo que diseñarla implica elegir la mejor opción.
Comunicar las indicaciones. Los docentes deben comunicar y facilitar las indicaciones con suficiente tiempo de antelación.
Adaptar la evaluación para NEE. Los estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE) deben contar con pruebas o evaluaciones diseñadas para demostrar su aprendizaje.
Unificar criterios con otros docentes. Cuando una asignatura cuenta con diversos horarios y docentes, se debe asegurar la unificación de criterios para una evaluación coherente.
Las rúbricas de calificación recogen los criterios de evaluación, los niveles de logro y los puntajes correspondientes para cuantificar el resultado final. Estas herramientas cuentan con dos tipos: rúbrica analítica y rúbrica holística.
Esta rúbrica recoge los criterios de evaluación de manera específica según los indicadores elegidos. Cada indicador posee criterios según el nivel de logro, de tal manera que se pueden asignar puntajes.
La rúbrica holística, por su parte, utiliza valoraciones generales mediante puntuaciones globales para diferentes criterios. Se utiliza para no tan complejas o para las evaluaciones continuas. Así, no es tan detallada, pero permite una visión general del desempeño.
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