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Un prospecto es una guía informativa imprescindible para el consumo adecuado y responsable de medicamentos de diverso tipo. Debido a su importancia, se considera un documento legal y obligatorio, ya que los pacientes tienen derecho a acceder a la información más importante sobre principios activos, posología, contraindicaciones y otros aspectos que podrían influir en el tratamiento terapéutico de una enfermedad o afección.
Se incluyen en las cajas o envases de todos los medicamentos, y se caracteriza por ser un texto breve impreso en un papel delgado. Por normativa, las descripciones y explicaciones deben ser sencillas como modo de asegurar que los pacientes pueden entender el contenido con independencia de su formación en temas médicos.
¿Quieres saber más sobre un prospecto? ¡Aquí te contamos lo que necesitas saber!
El prospecto de un medicamento tiene al menos siete secciones en las que se detallan aspectos sobre el consumo, posología, efectos adversos y conservación del fármaco. Para explicar cada una de ellas, tomamos como referencias las preguntas o subtítulos que organizan el contenido de este documento.
Al desplegar el prospecto, el primer apartado que se lee es este. El contenido intenta explicar, de manera sencilla, cuál es el principio activo del medicamento y para qué se utiliza. Se incluye, desde luego, el nombre comercial, ya que este lo distingue en el mercado. Recuérdese que se trata de la denominación oficial registrada en la agencia de medicamentos correspondiente.
Este texto está acompañado de una breve descripción de las afecciones, patologías o condiciones para las que está indicado el medicamento. ¿A qué se debe esto? La farmacéutica encargada de la fabricación está obligada a desambiguar cualquier información contradictoria. El objetivo de esto es evitar el consumo del medicamento como tratamiento terapéutico en casos que no están recogidos en el prospecto.
Con esta pregunta inicia el segundo apartado. Tras conocer la descripción general, el prospecto debe presentar los casos en los que la ingesta o administración del medicamento podría causar daños o efectos colaterales, más aún cuando se padecen alergias o enfermedades crónicas.
Además, se advierte de la posibilidad de interacciones perjudiciales con otros fármacos, la pérdida de eficacia del principio activo y otros casos, como el efecto antabús, por ejemplo. Los médicos, al prescribir medicamentos, deben conocer con detalle el historial médico del paciente, así como condiciones médicas que podrían influir en el tratamiento.
Esta sección presenta la manera correcta en la que se debe utilizar el medicamento para así garantizar su efectividad. Se detallan los tipos de administración –oral, tópico, inyección, entre otros–, la dosis, la frecuencia de esta y la duración recomendada del tratamiento. Precisamente, se indica la posología, la cual presenta unos márgenes que el médico deberá evaluar para lograr los resultados deseados.
Además, se incluyen instrucciones adicionales para no afectar el principio activo de medicamento. Siguiendo esto, cuando la administración es oral, hay medicamentos que deben tomarse con alimentos, mientras que otros, no. Esto es así porque ciertos fármacos pueden requerir condiciones para su absorción (hidrosolubles o liposolubles); incluso, se prescribe la ingesta con comida para evitar el daño de las paredes estomacales.
En el caso de olvidar o sobrepasar la dosis, la indicación más común es no reemplazar la dosis con una toma doble y acudir al médico, respectivamente.
Este segmento está dedicado a resumir las advertencias específicas en las que no se debe consumir el medicamento. Entre los casos más comunes, se señalan las siguientes condiciones: embarazos, periodo de lactancia, enfermedades crónicas, alergias, edad mínima y máxima, alimentos, bebidas (sobre todo, alcohol), conducción, uso de máquinas, entre otros. Esta información busca disminuir al máximo posibles interacciones negativas y otras condiciones que podrían perjudicar la salud del paciente.
Los posibles efectos adversos se clasifican en, al menos, tres tipos según la recurrencia de los casos reportados, a saber: frecuentes, raros y muy raros. Es obligación de la farmacéutica consignar información relativa a los síntomas de los efectos secundarios para que los pacientes puedan actuar rápidamente, o bien dejando el medicamento, o bien asistiendo a centros de salud y urgencias.
Los medicamentos pueden perder efectividad si las condiciones de conservación son adversas. En el prospecto, por lo tanto, se recogen recomendaciones sobre cómo almacenar el medicamento antes y después de abierto, así como las condiciones de temperatura ideales.
Hay casos en los que se puede prescindir de cuidados rigurosos; sin embargo, en otros, se podría necesitar refrigeración o mínimos-máximos de temperatura ambiente. También se advierte sobre la fecha de caducidad y se ofrecen recomendaciones para la eliminación segura del medicamento una vez que ya no es necesario o ha expirado. Los pacientes deben saber que los medicamentos caducados no deben ingerirse o usarse.
La última sección recoge información sobre el contenido del envase (dosificadores, por ejemplo), así como la composición del medicamento. Se detallan, así, los compuestos y los excipientes. El conocimiento de estos últimos permite saber si, al consumirlos, podrían generar reacciones alérgicas o intolerancias. Además, se incluyen datos de la farmacéutica y canales de atención para preguntas.
Atiende a las siguientes recomendaciones para un uso más eficiente del prospecto:
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