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La producción desenfrenada de plásticos en la sociedad contemporánea supone una amenaza cada vez más apremiante para el medioambiente que trae consecuencias devastadoras, especialmente para los océanos. Según datos alarmantes, solo el 9% de los plásticos producidos actualmente se reciclan, mientras que un impactante 79% termina disperso en el medio ambiente. Esta situación plantea una seria preocupación para los ambientólogos y defensores de la sostenibilidad, ya que gran parte de estos desechos plásticos tiene el potencial de llegar a los océanos, exacerbando aún más la crisis medioambiental.
Es más que evidente que el plástico está presente en la mayoría de los productos de consumo diario, desde envases hasta utensilios desechables. Este consumo desenfrenado ha creado un flujo constante de residuos plásticos, muchos de los cuales van a parar a los océanos a través de diversas vías. Ya sea a través de sistemas de alcantarillado deficientes, vertederos mal gestionados o simplemente abandonados de manera irresponsable, los plásticos se infiltran en los cuerpos de agua, especialmente en océanos, representando una seria amenaza para la vida marina y la salud del ecosistema.
Una vez que el plástico llega al océano, comienza un proceso que agrava aún más la situación. La exposición a la luz solar y la acción mecánica del agua llevan a la descomposición del plástico en microplásticos, partículas diminutas que son casi imposibles de recuperar y que presentan graves riesgos para la vida marina y, por extensión, para la salud humana. Estos microplásticos pueden ser ingeridos por organismos marinos, afectando sus sistemas biológicos y, en última instancia, ingresando a la cadena alimentaria, lo que podría tener consecuencias a largo plazo para la salud humana.
El plástico llega a los océanos a través de diversas vías, entre las que destacan su transmisión fluvial, el transporte marítimo y la basura esparcida en las playas. En las jornadas de recogida de basura frente al mar, el plástico es el residuo que se recolecta con mayor frecuencia, ya que se encuentra en una parte significativa de desechos típicos como colillas, envoltorios o pajitas.
La contaminación por plástico en los océanos se origina en gran medida en los vertederos y rincones más remotos del planeta, donde la inmensa mayoría de las 260 millones de toneladas anuales de plástico desechado no se reciclan y terminan incineradas o se dispersan por la acción del viento o las riadas.
Los ríos, sobre todo aquellos más grandes y contaminados, arrastran entre 1,1 y 2,4 millones de toneladas anuales de plástico. A ello contribuyen también la suciedad de las playas, la pesca, la acuicultura y el tráfico marítimo. Especial mención merecen los desechos de los barcos, que suponen casi la mitad de los residuos encontrados en la isla de plástico del Pacífico Norte.
Mientras más ligeros son los residuos, más papeletas tienen de desembocar en el mar: las bolsas, pajitas y envoltorios son residuos muy ligeros y pueden verse impulsados por el viento hacia la costa o unirse a la red fluvial hasta llegar al mar. La combinación de estas vías múltiples resalta la complejidad y la urgencia de estudiar cómo llega el plástico a los océanos para poder frenar estas vías de contaminación.
Los 5 ríos que más plástico vierten en los océanos son:
Río Yangtsé: Es el río más largo de Asia y una de las principales fuentes de contaminación de plástico a los océanos. Enfrenta altos niveles de contaminación debido a la industrialización y urbanización en la región.
Río Ganges: Sagrado para millones de personas en India y Bangladesh, es uno de los ríos más contaminados por los plásticos debido a la densidad de población y actividades industriales de alrededor.
Río Cross: Contribuye significativamente a la contaminación plástica en el Golfo de Guinea debido a la falta de infraestructura para gestionar los residuos.
Río Zhujiang: Es una fuente de agua dulce muy importante para la región del delta del río de las Perlas y, por desgracia, también transporta una cantidad considerable de desechos plásticos.
Río Brantas: Aunque es más corto que otros ríos mencionados, también tiene problemas graves de contaminación plástica debido a la falta de sistemas adecuados de gestión de residuos en la región.
Erosionados por las olas del mar y el viento, se descomponen en microplásticos, partículas diminutas de menos de 5 mm, que forman grandes manchas flotantes en los océanos y acaban colándose en la cadena alimentaria de muchos animales, entre los que nos podemos incluir.
Los organismos marinos, desde pequeños zooplánctones hasta grandes peces, ingieren estas diminutas partículas de plástico como si fueran alimento. Esto, por supuesto, perjudica la salud individual de los organismos acuáticos y, por extensión, a toda su comunidad. Así pues, los microplásticos actúan como vectores de contaminantes químicos, ya que absorben numerosas sustancias tóxicas presentes en el agua y las infiltran en la cadena alimentaria.
Un dato desalentador revela que aproximadamente el 85% de todo el plástico en los océanos se acumula en lo que se conoce como la sopa de plástico. Esta masa flotante de desechos plásticos es una manifestación gráfica de la magnitud del problema y subraya la urgencia de abordar esta crisis. Los esfuerzos para limpiar estos desechos son monumentales y, en muchos casos, insuficientes para hacer frente a la rápida acumulación de plásticos en nuestros océanos.
La solución a esta crisis requiere un enfoque integral que abarque desde la reducción del uso de plásticos hasta una gestión de residuos más eficiente y un fomento significativo del reciclaje. La concienciación de la sociedad en su conjunto también juega un papel crucial; educar a la sociedad sobre la magnitud del problema y fomentar prácticas más sostenibles son pasos esenciales para revertir esta tendencia preocupante. Aunque son al final los gobiernos, especialmente los de Asia, los que deben imponer una legislación ambiental férrea y meditada a los principales agentes e industrias contaminantes cuyos residuos desembocan en los océanos.
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