Si te decimos dirección estratégica, ¿sabes exactamente a qué nos referimos? Es probable que el nombre del término te de alguna pista, pero ¿tienes idea de cómo se aplica en las organizaciones? Pues te adelantamos algo: estamos hablando de una disciplina que estudia cómo las empresas pueden alcanzar sus objetivos a largo plazo, teniendo en cuenta el entorno en el que operan y sus propios recursos y capacidades.
Además, la dirección estratégica no es algo que se haga de forma improvisada, sino que requiere de un proceso sistemático y racional, que implica una serie de pasos y herramientas. En este post, te contamos cuáles son las características, las tareas y la importancia de la dirección estratégica, y cómo podemos aplicarla en nuestra propia empresa o proyecto. ¡Vamos a ello!
Características de la dirección estratégica
En esencia, la dirección estratégica implica formular, implementar y evaluar las decisiones que permiten a una organización lograr sus objetivos. Esto se traduce en una visión a largo plazo, una comprensión profunda del entorno competitivo y una capacidad de adaptación ágil ante los cambios del mercado. Así, se puede resumir que la dirección estratégica:
- Es holística: considera a la organización como un todo, y no solo a sus partes o funciones. Por tanto, busca la coherencia y la sinergia entre los diferentes elementos que componen la empresa, como la misión, la visión, los valores, los objetivos y las estrategias.
- Es dinámica: se adapta al cambio y a la incertidumbre del entorno. Entiende que el contexto cambia y el mercado puede volverse más competitivo, por lo que es importante revisar y actualizar las estrategias periódicamente.
- Es proactiva: tiene una visión a largo plazo, es decir, se orienta hacia el futuro para anticipar cambios y oportunidades.
- Es participativa: involucra a todos los niveles y áreas de la organización. Se basa en el compromiso y la colaboración de todos los miembros de la empresa en la formulación y ejecución de estrategias.
5 tareas de la dirección estratégica
La dirección estratégica se puede descomponer en cinco tareas principales, que se corresponden con las fases del proceso estratégico. A continuación, te las explicamos:
- Análisis: primero se debe recopilar y procesar información relevante sobre el entorno externo e interno de la organización, para identificar sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas (análisis DAFO o PESTEL). De esta forma, se puede evaluar cómo está la empresa actualmente y las herramientas que tiene para competir en el mercado.
- Formulación: en este punto es necesario establecer las metas claras, las estrategias para llegar ahí y las políticas que van a seguir. Para ello, se debe tener en cuenta el análisis realizado anteriormente, así como los indicadores y los plazos para medir el cumplimiento de los objetivos.
- Implementación: si ya está claro el camino a seguir, ahora toca ponerse en marcha. Una implementación efectiva de la estrategia implica la asignación de recursos y responsabilidades, la definición de estructuras y la coordinación de actividades.
- Evaluación: consiste en medir y comparar los resultados obtenidos con los objetivos previstos, para medir el progreso y ajustar lo que sea necesario. Para la evaluación se pueden usar herramientas como el cuadro de mando integral, el análisis de varianza o el análisis de sensibilidad.
- Revisión: ¿cómo se pueden corregir y mejorar las acciones realizadas? Esta es la pregunta clave a responder en la fase de revisión. Herramientas como el benchmarking o el aprendizaje organizacional serán muy útiles para ajustar la estrategia según sea necesario.
Importancia de la dirección estratégica
Seguramente en este punto, ya llegaste a la conclusión de que la dirección estratégica puede ayudar a las empresas a alcanzar los objetivos a largo plazo, a la vez que mejoran su competitividad, productividad y satisfacción. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de la importancia de la dirección estratégica, o la descuidamos por falta de tiempo, de recursos o de conocimientos.
Por eso, te recordamos algo: desarrollar nuestras habilidades emprendedoras es fundamental para el éxito y la supervivencia de cualquier organización, sea cual sea su tamaño, sector o naturaleza. Estos son algunos de los beneficios de implementar una dirección estratégica efectiva:
- Crea valor al ofrecer productos o servicios que satisfacen las necesidades y expectativas de los clientes, y que se diferencian de los de la competencia.
- Se pueden aprovechar las oportunidades y afrontar las amenazas que se presentan en el entorno, al anticiparse a los cambios y adaptarse a ellos.
- Puede ayudar a vencer la timidez y a mejorar la confianza y autoestima, pues proporciona un marco estructurado y claro para establecer metas y diseñar planes de acción concretos. Al tener una visión clara y objetivos definidos, las personas pueden sentirse más seguras al saber hacia dónde se dirigen y cómo llegar allí.
- Elimina o reduce los desperdicios y costes innecesarios, ya que permite asignar los recursos de forma racional y coherente con los objetivos.
- Fomenta la innovación y estimula la creatividad de la organización, al impulsar la generación de nuevas ideas, soluciones, productos o servicios, que aporten valor añadido al cliente y al mercado.
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