Curso en Trastornos del Lenguaje, el Habla y la Comunicación + Logopedia Escolar (Doble Titulación + 10 Créditos ECTS)
Índice
En la actualidad se está abogando por garantizar la diversidad y la integración no solo en el ámbito escolar, sino en todas las facetas de la sociedad. En este sentido existe un sentimiento de concienciación con los tipos de trastornos del habla que pueden sufrir algunas personas. La disfasia, la disfemia o la disartria son solo algunos ejemplos de enfermedades que ponen en riesgo las habilidades comunicativas de quienes las padecen y que requieren de una intervención efectiva que ayude a paliar sus efectos negativos.
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Los trastornos del habla se refieren a las dificultades de poder articular sonidos del habla para quienes lo padecen y que les impide comunicarse con otras personas. Entre los más habituales se encuentran los trastornos específicos de tipo fonológico, articulatorio, relacionados con la voz o falta de soltura a la hora de hablar.
No obstante, es necesario precisar que existe una diferencia entre los trastornos del habla y los trastornos del lenguaje que padecen los niños. Aunque ambos pertenecen al grupo de trastornos de la comunicación, la diferencia se encuentra en que los trastornos del lenguaje genera dificultad en cuanto a la comunicación, en transmitir de forma oral lo que se desea decir y además, también en el entendimiento de los mensajes que les son transmitidos.
El trastorno del habla en este caso se refiere no solo a la expresión del lenguaje, sino también a su comprensión. A pesar de tener un nivel de inteligencia acorde a su edad, existen niños y niñas que tienen un vocabulario reducido y dificultades tanto en la expresión como comprensión del lenguaje.
Existen diferentes tipos de disfasia, como la disfasia expresiva y la disfasia receptiva. La disfasia expresiva se refiere a la dificultad para expresarse a través del habla, mientras que la disfasia receptiva se refiere a la dificultad para comprender el lenguaje hablado.
Los síntomas de la disfasia pueden variar, pero podemos mencionar algunos como una capacidad limitada para articular palabras, dificultad para comprender el lenguaje hablado, problemas para seguir instrucciones, dificultad para recordar palabras y frases, y una falta general de fluidez en el habla.
Las manifestaciones más habituales de este tipo de trastornos son la sustitución de sonidos, la sonoridad distorsionada, la supresión o la adicción de diferentes ruidos o sonidos.
Existen diferentes tipos de dislalia, dependiendo de los sonidos que se presenten problemas en la pronunciación. Algunos de los tipos más comunes incluyen la dislalia funcional, que se produce por falta de coordinación en los órganos del habla, la dislalia evolutiva, que es propia del desarrollo infantil y la dislalia auditiva, que se produce por problemas en la percepción auditiva de los sonidos.
Conocida popularmente como tartamudez, se relaciona con la fluidez y el ritmo. Dentro de los trastornos del habla la disfemia se presenta como una dificultad en cuanto a la ejecución del habla, es decir, la comunicación no se desarrolla de forma normal. Se pueden producir situaciones que interrumpan la comunicación como pueden ser espasmos o bloqueos.
Algunos de los síntomas de la disfemia más recurrentes son: repeticiones de sonidos o palabras, pausas frecuentes durante el habla, bloqueos o interrupciones en el flujo del habla, tensión en los músculos faciales y del cuello durante el habla, evitación de ciertas palabras o situaciones de habla, entre otros.
en este supuesto, lo que causa el trastorno tiene su causa en aspectos físicos como son la falta de musculatura o no tener la suficiente en los órganos que producen el habla y que dificulta su comunicación.
Existen diferentes tipos de disartria, dependiendo de la causa subyacente, entre los que se encuentran la disartria flácida, que se produce por daño en los nervios que controlan los músculos faciales, y la disartria espástica, que se produce por daño en las vías nerviosas que controlan los músculos del habla.
La disartria cursa con síntomas como: dificultad para articular correctamente los sonidos y las palabras, voz débil o ronca, habla lenta o arrastrada, dificultad para tragar, babeo y falta de control sobre los músculos faciales.
Este trastorno se encuadra en los trastornos del espectro autista (TEA) tiene más que ver con el contexto en el que se desarrolla la comunicación que sobre las dificultades de transmitir o comprender las palabras. Antes se le denominaba trastorno semántico-pragmático del lenguaje. En este supuesto se producen situaciones como no respetar el turno de palabra, o no captar el sentido intrínseco a lo que se dice en la conversación de forma acorde al entorno en el que se desarrolla.
El componente psicológico y adaptativo del trastorno de la comunicación social es muy importante, ya que puede afectar significativamente la capacidad de la persona para relacionarse con los demás y participar en la sociedad. A su vez, otras personas pueden sentirse incómodas al comunicarse con un sujeto con trastorno de la comunicación social, pues desconocen que padece un trastorno y no saben como tratar con él.
Cuando se producen malformaciones congénitas y alteraciones en los órganos que articulan el habla, nos encontramos ante este tipo de trastornos del habla. Así pues, se produce por una alteración en los órganos del habla, como la lengua, los labios, el paladar o la mandíbula.
Entre los tipos de disglosia distinguimos: la disglosia labial, que se produce por alteraciones en los labios, la disglosia linguoalveolar, que se produce por alteraciones en la lengua y los dientes, y la disglosia palatina, que se produce por alteraciones en el paladar. A grandes rasgos, los síntomas de la disglosia comprenden dificultad para articular correctamente los sonidos y las palabras, pronunciación imprecisa, lentitud al hablar, respiración bucal y babeo.
El habla en este trastorno se realiza a una velocidad vertiginosa donde se suprimen palabras y se cometen errores. La taquifemia puede afectar a personas de cualquier edad y género, aunque es más común en hombres jóvenes.
Su manifestación más frecuente es la taquifemia neurogénica, que se produce por una alteración en el sistema nervioso central que afecta el control motor del habla. Otra forma de taquifemia es la taquifemia psicógena, que surge a raíz de un trastorno emocional o psicológico subyacente, como la ansiedad o el estrés.
Tienen su origen en una lesión en el cerebro, generalmente en el área del lenguaje. Esta lesión puede ser causada por un accidente cerebrovascular, un traumatismo craneal o una enfermedad neurodegenerativa.
Los síntomas de la afasia pueden incluir dificultad para hablar o entender el lenguaje hablado o escrito, problemas para encontrar las palabras adecuadas, dificultad para seguir conversaciones, confusión y frustración.
Hay numerosos tipos de afasias, pero entre las más frecuentes podemos distinguir: afasia de Broca, cuando se lesionan las áreas del cerebro responsables de la producción del habla, y la afasia de Wernicke, que se da cuando la parte del cerebro dedicada a la comprensión queda dañada.
La afasia puede afectar a personas de cualquier edad y género, pero es más común en personas mayores y en hombres. La demografía de la afasia también puede estar influenciada por factores de riesgo como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la hipertensión arterial y la diabetes.
Inicialmente, conviene recordar que hasta la edad de tres años, los niños pueden tener dificultades en cuanto al desarrollo del habla, pero no por ello, sufrir ningún tipo de trastorno. Es decir, el trastorno del habla puede ser casi indetectable hasta no superada esta edad, ya que, entra dentro de los parámetros normales de desarrollo de los niños y niñas el no desarrollar el lenguaje a edades tan tempranas.
Llegados a la edad de cuatro años, pueden derivarse en los niños y niñas con problemas relacionados con su desarrollo como pueden ser el trastorno del espectro autista, las dificultades en el aprendizaje o la pérdida de audición. También en el caso de haber sufrido impactos que hayan dañado partes de su anatomía como el sistema nervioso, el cerebro, o en órganos que intervienen en la audición o el lenguaje de los niños o niñas pueden desarrollar este tipo de trastornos.
Siguiendo con la línea anterior, no conviene confundir los trastornos del habla con el retraso en el desarrollo del habla. Es decir, existen muchos niños o niñas que de una forma más tardía comienzan a hablar, pero no por ello, sufren un trastorno. Si será así cuando este desarrollo del habla no se produce de forma normal.
También categorizados como trastornos del habla, los trastornos de la voz se producen como consecuencia del recorrido del aire al inspirar y pasar por las cuerdas vocales o la boca. Entre los problemas derivados de este trastorno de la voz podemos englobar los problemas en el paladar, los nódulos, los papilomas o incluso la sordera.
Los síntomas que evidencian la posibilidad de encontrarnos ante un trastorno del habla se pueden categorizar en tres grupos:
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