Máster en Agricultura Ecológica + Titulación Universitaria en Sostenibilidad Medioambiental
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El uso de abonos permite a los agricultores impulsar el crecimiento de su plantación de forma natural y sostenible. Cuando nos referimos a los abonos, estamos hablando de compuestos orgánicos que dan un extra de nutrición a la planta, pero siempre con ingredientes naturales, nunca con sintetizados químicos. Existen muchos tipos de abono, pero, los mejores para el suelo y para el entorno son los abonos orgánicos, que se recomiendan especialmente en suelos con bajo contenido de materia orgánica y poco degradados por la erosión.
No obstante, el tipo de abono que se utilice, dependerá de las características de la plantación y de los objetivos de producción que se quieran alcanzar con ella.
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En realidad, ninguno de los dos es mejor, simplemente hay que elegir el mejor tipo de abono según el cultivo y las características de este.
Los abonos orgánicos, al ser compuestos naturales sin agentes químicos, no dañan al medio ambiente. Además, su liberación de nutrientes es más lenta y suelen tener una duración más prolongada en el suelo. Los abonos de origen natural son menos propensos a quemar las raíces de las plantas y no esquilman el suelo.
Por otro lado, los fertilizantes químicos se usan para grandes explotaciones agrarias, donde el modelo de producción es muy intensivo. Estos productos contienen nutrientes esenciales para las plantas, que se liberan de forma mucho más rápida que en los abonos naturales, pero que han sido producidos mediante procesos químicos sintéticos, lo que tiene diversas desventajas para el entorno e incluso para la propia planta.
Generalmente, se confunden estos términos, ya que ambos se refieren a la intervención en el crecimiento de las plantas para mejorar sus cualidades a través de su nutrición. ¿Cuál es la diferencia entonces?
La mayor diferencia se encuentra en su composición y aplicación, mientras los abonos, son mayoritariamente sustancias orgánicas con principios activos naturales, los fertilizantes están compuestos de elementos artificiales, que pueden llegar a dañar el suelo, las aguas subterráneas y despedir gases nocivos al aire.
Los fertilizantes aparecieron con la agricultura moderna y suelen ser compuestos de macronutrientes sintetizados químicamente para concentrar su acción y obtener resultados más rápidos que con un abono natural.
Los consumidores cada vez son más conscientes de los daños, tanto de salud como medioambientales, que son capaces de causar los fertilizantes químicos, por eso, el uso de abonos naturales está siendo cada vez más frecuente, tanto en huertos destinados al autoconsumo, como en grandes explotaciones.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre las ventajas más destacables de los abonos naturales están: la protección de la fertilidad de los suelos y la biodiversidad, la salud del suelo y la de los vegetales, y por ende, la de los consumidores.
Existen varios tipos de abono orgánico. ¡Conoce algunos de los recomendados por la Asociación Española de Centros de Jardinería y la FAO!
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