Curso de Estudio de los Alimentos (Titulación Universitaria + 8 Créditos ECTS)
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¿Sabías que los envases de alimentos que usamos a diario podrían estar liberando miles de sustancias químicas en nuestro cuerpo? Un nuevo estudio ha encontrado más de 3.600 sustancias químicas en humanos. Los/as investigadores alertan sobre los posibles riesgos para la salud asociados a esta exposición constante.
Las personas estamos expuestas a sustancias químicas sintéticas por diversas fuentes como los productos de limpieza, cosmética y para el hogar; alimentos; medicamentos y contaminantes ambientales. Sin embargo, hay pocos estudios que determinen cómo afectan la salud a largo plazo. Y es que nuestro estilo de vida ha cambiado tan rápidamente, que hoy en día estamos expuestos a productos sintéticos por todas partes, a diferencia de las personas que vivieron dos o tres generaciones atrás.
En este contexto, un grupo de investigación del Food Packaging Forum indagó sobre cómo los materiales empleados en los envases de alimentos favorecen la exposición química a sustancias tóxicas en la población humana.
Los resultados, publicados en el Journal of Exposure Science & Environmental Epidemiology, demuestran que hay evidencia de la presencia de al menos 3.601 sustancias químicas, conocidas como Food Contact Chemicals, en el cuerpo humano. Estas han sido monitoreadas en muestras de orina, plasma, cabello, placenta, sangre y leche materna, entre otras.
Esta investigación se enmarca en un gran proyecto de investigación sobre los materiales destinados a entrar en contacto con alimentos y los peligros de las sustancias químicas que se emplean. A su vez, busca evaluar los efectos para la salud de la migración de estas sustancias a los seres humanos.
Los Food Contact Chemicals (FCC) son sustancias químicas presentes en los materiales que entran en contacto con los alimentos. Estos materiales pueden ser tan variados como los envases de plástico, las latas, el papel de envolver, los utensilios de cocina y muchos otros.
Se conoce que muchos de estos migran a los alimentos y, en consecuencia, pueden entrar al cuerpo. Los/as investigadores estudiaron más de 14.000 sustancias químicas que están en contacto directo con los alimentos para comparar esta información con cinco programas de biomonitoreo humano y varias bases de datos sobre exposomas y metabolomas.
De acuerdo con el estudio, muchos FCC son motivo de preocupación para la salud humana porque tienen propiedades peligrosas como carcinogenicidad, mutagenicidad y reprotoxicidad. Asimismo, son disruptores endocrinos y tienen potencial de bioacumulación y/o persistencia.
"Los datos de toxicidad a menudo son incompletos o faltan, lo que significa que no se puede evaluar el uso seguro. Por lo tanto, reducir la exposición a FCC peligrosos conocidos y evaluar FCC no probados puede contribuir a la prevención de enfermedades no transmisibles que están asociadas con la exposición a sustancias químicas".
El Foro en Envases Alimentarios ha creado un panel interactivo donde se presentan los datos de los FCC con evidencia de presencia en humanos, que permite visualizar sus nombres, el grupo químico al que pertenecen e investigaciones relacionadas.
Entre los FCC monitoreados, detectaron que al menos 100 tienen propiedades de peligro de alta preocupación para la salud humana y 44 de preocupación media. Entre los carcinógenos, destacan el estireno, benzofenona, formaldehídos y cadmio; en los tóxicos para reproducción encontraron ftalatos, y entre los mutágenos, hallaron el benceno, plomo, cadmio y cobalto.
A su vez, su base de datos señala la presencia de estas sustancias químicas en diversos materiales:
Vidrio y cerámica: 95
Metales: 376
Papel y cartón: 752
Plásticos: 1396
Multi materiales: 454
Otros materiales en contacto con alimentos: 707
La detección de los FCC en humanos no significa necesariamente que los envases de alimentos sean la única fuente de exposición, ya que los FCC suelen utilizarse en una amplia variedad de productos.
No obstante, los resultados de la investigación sí hacen un llamado a mejorar la seguridad de los materiales en contacto con alimentos y reducir la exposición humana a FCC peligrosos. Para ello, es necesaria una mayor regulación de sustancias tóxicas en envases, así como más inversión en investigación y evaluación.
Aunque muchas veces se argumenta que los niveles de exposición a las sustancias son bajos, el problema es que están presentes en muchos lugares. Así, la exposición diaria y múltiple a dosis pequeñas puede acumularse en el cuerpo y tener efectos a largo plazo.
De hecho, diversas investigaciones en los últimos años han demostrado que los microplásticos y otros contaminantes o sustancias tóxicas ya están presentes en la placenta, la leche materna, el semen y los testículos, la sangre, el cerebro, los pulmones o la orina, entre otros tejidos.
La exposición a productos químicos tóxicos puede provocar una amplia gama de problemas, desde irritaciones leves hasta enfermedades graves como cáncer, trastornos hormonales, infertilidad, problemas respiratorios, afectación al sistema nervioso y daños neurológicos.
A largo plazo, la acumulación de estas sustancias en el cuerpo puede causar efectos crónicos, agravados por el "efecto cóctel", donde la interacción de varios compuestos, aunque en dosis bajas, aumenta su toxicidad. Además, la contaminación ambiental afecta a los ecosistemas y a los animales, esenciales para la salud y bienestar de las personas bajo el concepto "One Health".
A raíz de esta preocupación, y con sustento en cientos de investigaciones, más de cien científicos y científicas se han unido para firmar la declaración "Futuro sin tóxicos" y presentarla al Congreso de España.
La declaración destaca que una parte importante de la contaminación química actual proviene de productos de uso cotidiano, que han cambiado significativamente en su composición en las últimas décadas. Aunque muchos de estos productos contienen diversas sustancias químicas, a menudo no se tiene suficiente información sobre su composición, y algunas de estas sustancias son tóxicas.
Además, indican que se desconoce el impacto acumulativo de estas sustancias en el cuerpo, así como sus posibles interacciones, lo que podría generar efectos adversos incluso a niveles aparentemente seguros. Por esto, debería ser una preocupación urgente de salud pública.
Finalmente, señalan que la regulación europea actual en materia de tóxicos es insuficiente para proteger la salud y el medio ambiente. Por eso, exigen a las autoridades un cambio de rumbo para la industria que, entre otras cosas, incluya la prohibición de sustancias tóxicas conocidas, una mayor regulación sobre el uso de sustancias químicas (basada en conocimiento científico), y mayores mecanismos de control y seguimiento.
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