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¿Te ha sucedido que con la llegada de la primavera comienzas a tener los ojos irritados y una secreción nasal constante? ¿Al estar cerca de un gato no puedes dejar de estornudar? ¿Alguna vez has consumido un alimento y tu piel ha reaccionado con ronchas? Si te identificas con alguna de estas situaciones, es probable que padezcas algún tipo de alergia. Pero, ¿cómo se confirma este diagnóstico? En este artículo, te explicamos cómo se realizan las pruebas de alergia.
Un alérgeno es una sustancia capaz de desencadenar una respuesta alérgica en el sistema inmunológico de personas sensibles a ella. Estas reacciones pueden variar desde molestias leves, como picazón o estornudos, hasta respuestas graves como dificultad respiratoria o incluso anafilaxia, una condición que puede poner en riesgo la vida.
Los alérgenos pueden ingresar al organismo de diferentes formas:
A través de la piel
Mediante la inhalación
Por ingesta
A través de una picadura o inyección
Algunas de las alergias más comunes incluyen:
Alergia estacional, provocada por el polen en ciertas estaciones del año.
Alergia perenne, causada por ácaros del polvo, moho o caspa animal, persistente durante todo el año.
Alergia a fármacos, desencadenada por ciertos medicamentos.
Alergia alimentaria, al consumir ciertos alimentos.
Si una persona experimenta síntomas recurrentes de alergia, como congestión nasal, picor, dificultad para respirar o erupciones cutáneas, un especialista podría recomendar una prueba específica para determinar a qué alérgenos es susceptible.
Tras un análisis clínico detallado de los síntomas y el entorno del paciente, un alergólogo podrá solicitar una de las siguientes pruebas:
Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, existen tres tipos principales:
Prick test: Consiste en la aplicación de pequeñas cantidades de alérgenos en la piel del antebrazo, con una leve punción para facilitar su absorción. Si la persona es alérgica, aparecerá una protuberancia rojiza en aproximadamente 20 minutos.
Prueba intradérmica: Se utiliza en casos en los que el prick test da negativo pero se sigue sospechando de una alergia. Se inyecta una pequeña cantidad de alérgeno en la dermis, generando una reacción más sensible. Se emplea sobre todo para detectar alergias a fármacos o picaduras de insectos.
Prueba epicutánea o de parches: Indica si existe una alergia retardada. Se adhieren parches con alérgenos en la piel durante 48 horas y se evalúa la reacción tras ese tiempo.
Si una persona no puede realizarse pruebas cutáneas, también se puede analizar una muestra de sangre para medir los niveles de inmunoglobulina E (IgE), los cuales indican la presencia de una reacción alérgica.
Las pruebas cutáneas pueden causar molestias leves, como picor o enrojecimiento, pero no suelen ser dolorosas. En el caso de la prueba intradérmica, la sensación puede ser un poco más intensa debido a la inyección, pero sigue siendo tolerable.
Un alergólogo o un inmunólogo es el especialista encargado de realizar y analizar los tests de alergia. Es fundamental acudir a un profesional capacitado para garantizar un diagnóstico preciso y evitar falsos positivos o negativos.
Determinar la causa de una alergia es clave para mejorar la calidad de vida y evitar exposiciones innecesarias a alérgenos. En casos de alergias graves, como la anafilaxia, contar con un diagnóstico preciso permite tomar medidas preventivas, como el uso de autoinyectores de epinefrina o la eliminación de ciertos alimentos de la dieta.
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