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El jengibre (Zingiber officinale): más que una especia culinaria
El jengibre no es solo un ingrediente para dar un toque picante a los platos o acompañar sushi. Este tallo ha sido altamente valorado en la medicina tradicional debido a sus múltiples componentes con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. En este artículo exploraremos cómo el jengibre puede beneficiar la salud de la piel.
Desde minimizar arrugas y manchas hasta exfoliar y limpiar la piel, el jengibre y sus compuestos se están convirtiendo en un ingrediente clave en las industrias cosmética, dermatológica y farmacéutica.
Sus beneficios nutricionales se atribuyen principalmente a la presencia de aceites esenciales y compuestos bioactivos como los gingeroles, la zingerona y el paradol. Estas sustancias, que contribuyen a sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, también están siendo estudiadas por su potencial en el tratamiento de enfermedades inflamatorias, reumáticas y gastrointestinales. Incluso, algunos estudios han sugerido su papel como inhibidor del crecimiento tumoral.
El jengibre destaca por su capacidad para reducir la inflamación, una propiedad atribuida a sus antioxidantes naturales. Esto resulta beneficioso para personas con condiciones cutáneas como acné, enrojecimiento o erupciones.
Además, investigaciones han relacionado estas propiedades con un efecto anticancerígeno. Una revisión publicada en la Revista de la Academia Turca de Dermatología, basada en 34 estudios, mostró que los compuestos orgánicos del jengibre pueden inhibir procesos inflamatorios y carcinogénicos en cultivos celulares y modelos animales.
El jengibre también puede ser un aliado para quienes buscan combatir los signos del envejecimiento. Un estudio reciente llevado a cabo en Corea del Sur demostró que un extracto de jengibre mejoró la hidratación y despigmentación de la piel, además de reducir arrugas en ratones expuestos a radiación UVB.
Gracias a su capacidad para estimular la circulación sanguínea, el jengibre ayuda al organismo a eliminar toxinas, lo que se traduce en una piel más limpia y radiante. Su acción desintoxicante puede ser particularmente útil para prevenir problemas como el acné.
El jengibre puede incorporarse en la dieta de múltiples maneras: fresco, seco, en polvo, encurtido o cristalizado. Preparar una infusión de jengibre fresco y consumirla regularmente permite aprovechar sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes desde el interior. También puede añadirse a batidos, agua con limón o como condimento en recetas.
Otra opción es utilizar cosméticos que contengan extractos de jengibre, como cremas, aceites y geles. Asimismo, existen suplementos dietéticos que concentran sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Sin embargo, antes de iniciar el consumo de cualquier suplemento, es fundamental consultar con un especialista.
Es importante evitar aplicar directamente la raíz de jengibre sobre la piel, ya que podría causar irritación, especialmente en personas con piel sensible o en contacto con los ojos.
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