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En el mundo de las finanzas se lleva a cabo un control exhaustivo de aquellos riesgos que pueden poner en peligro la actividad económica que lleva a cabo la empresa. En este caso se refiere a la inestabilidad de los mercados financieros o la mala gestión del flujo de caja de una organización pero ¿Qué son los riesgos no financieros? Pues bien, al igual que los riesgos financieros pueden tener un impacto negativo para las empresas, por lo que, una gestión de estos puede ser vital para la subsistencia o el desarrollo de cualquier compañía.
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La gestión de las finanzas de una empresa es una ocasión inigualable para contribuir con el medioambiente y el desarrollo de la sociedad. En este sentido, apostar por las finanzas sostenibles es poner un grano de arena para un mundo más verde y justo. Si te interesa este tema, te recomendamos que te especialices para convertirte en ese profesional altamente cualificado que combatirá problemas medioambientales y sociales desde un enfoque económico. Matricúlate ahora en el curso de finanzas sostenibles de Euroinnova International Online Education.
La gestión de las finanzas de una empresa no está exenta de acontecimientos a nivel financiero o de otra clase que pueden incidir en los números de la organización. Reducir al máximo esta incertidumbre es lo que motiva a hacer un cálculo de aquellos riesgos que no son de origen financiero y que pueden condicionar la actividad económica de las compañías.
El riesgo no financiero aunque no tenga su origen en aspectos financieros, supone un impacto para las empresas cuantificable. Es decir, el riesgo no procede de créditos, del mercado o de tipos de interés, por ejemplo. Los riesgos no financieros tienen un origen diferente.
La "mala fama" de una empresa supone un impacto negativo en la percepción social que se tiene de esta. Así, por ejemplo, incidirá negativamente en una entidad bancaria el hecho de tener que ser rescatado por el gobierno de un país.
Aunque tendría cabida dentro de los riesgos financieros, el riesgo operacional se refiere a la posibilidad de sufrir pérdidas como consecuencia de los fallos de los procesos, la labor del personal, los sistemas internos o por acontecimientos ajenos a la empresa.
Los riesgos no financieros aquí se producen por el impacto en el presente o en el futuro que tendrá en los ingresos y el capital en el caso de tomar decisiones adversas para el negocio. El motivo puede deberse a una aplicación indebida de las decisiones o por no ofrecer una respuesta a los cambios del sector en el que operan.
El incumplimiento de la normativa en la que se enmarca la actividad económica de las empresas es considerado un riesgo de conducta al que se pueden enfrentar también los bancos. Por ejemplo, la venta abusiva de productos financieros podría encajar en este tipo de riesgos no financieros.
Los efectos negativos de sufrir un ciberataque, pishing o malware pueden impactar de forma negativa en empresas y bancos. Por este motivo, afrontar los riesgos digitales con profesionales con una especialidad en ciberseguridad será fundamental para controlar estos riesgos no financieros.
El incumplimiento de una ley puede provocar una sanción legal que ocasione grandes pérdidas que debiliten la estabilidad de una empresa. Por este motivo, forman parte, ya, del organigrama de las grandes compañías la figura del compliance que está especializado en el cumplimiento normativo de la empresa para evitar estos riesgos no financieros.
Los diferentes tipos de riesgos no financieros suponen un anticipo al impacto que pueden provocar en torno a la valoración de la marca, el daño reputacional o el incumplimiento normativo que ponen en riesgo la capacidad competitiva de las empresas.
Pues bien, existen otras consecuencias que provocan un impacto negativo de los riesgos no financieros en las compañías que son los siguientes:
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