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La percepción del color ocupa un lugar singular y fascinante del que hay que aprender mucho para comprender su funcionamiento. Los colores nos rodean, definiendo el mundo que habitamos y moldeando nuestras interacciones con él. Detrás de esta simplicidad, se esconde un intricado proceso psicológico y fisiológico que nuestro cerebro lleva a cabo constantemente.
A lo largo del post, veremos cómo la percepción del color va más allá de la mera física y biología. Los colores impactan en nuestros pensamientos, comportamientos y emociones. Siempre hemos asociado ciertos colores con estados de ánimo, con significados simbólicos e incluso con conceptos abstractos como la energía, la paz o el amor. ¡Quédate y conoce más de la percepción del color!
El color se puede entender como aquella respuesta perceptiva a luces y objetos que les asigna ciertas cualidades. Pero también se puede considerar que se define como una característica de la respuesta perceptiva. Es cierto que para definir colores, solemos hacer usa de ejemplos como el azul es como el mar, el negro es como la oscuridad, es decir, que relacionamos conceptos, objetos o lugares a colores. Entonces, ¿vemos los colores de la misma forma?
El color nace de la interacción entre luz y materia: proviene de la capacidad de un material que tiene para transmitir, reflectar, absorber y difundir las diferentes luminosas que lo rodean. La luz solar, como luz natural, tiene la capacidad de descomponerse según la longitud de onda. Y su conjunto de aquellas frecuencias de emisión se denomina el espectro electromagnético. Para el ojo humano, el espectro es sensible solo a una pequeña parte, donde podemos distinguir los colores.
El primer investigador que le dio una colocación espacial unívoca al color fue Isaac Newton, que realizó la esquematización del color. Newton reconocía la doble naturaleza de la luz (electromagnética y corpuscular) y que existía la posibilidad de descomponer las diferentes radiaciones por medio de un prisma. Cuando un objeto, que es golpeado por un rayo de luz visible, llega a absorber todos los componentes, parece negro. Si no absorbe nada, aparecerá el mismo color del rayo que incide (blanco, en vez de verde o azul).
La visión del color se canaliza mediante fotorreceptores (conos que son células fotorreceptoras sensibles a la luz), sensores ubicados en la retina del ojo que tienen la función de transformar la luz en señales químicas y transmitirlas al cerebro. Si nos preguntamos cómo percibimos los colores, se refiere a que obtenemos esa percepción debido a la mezcla de las longitudes de onda reflejadas en los objetos. Es decir, que la luz es filtrada por la superficie sobre la que incide. Y existen tres tipos de longitudes de onda de la luz:
Los colores que quedan, que son diferentes a estos tres, son resultado de la mezcla de la longitud de onda del rojo, verde y azul. Ejemplo: las hojas son verdes porque la clorofila absorbe todas las radiaciones del espectro visible, excepto el verde.
La manera en la que percibimos la visión del color viene determinada por el procesamiento neuronal en todas las etapas del sistema visual. Si analizamos desde el nivel fisiológico, la adaptación cromática se produce debido a una decoloración selectiva de los pigmentos visuales. Esto implica que las surgen neuronas específicas de una área concreta del cerebro, área V4, que se sitúa en la corteza extraestriada (corteza visual secundaria). Las neuronas estresiadas responden al estímulo visual, como respuesta a la relación de la longitud de onda (autora de cómo percibe el color nuestro ojo humano).
Si nos basamos en la teoría del color, los tipos de visión y la percepción del color varían según el número de conos:
Es importante conocer qué cuatro factores son importantes en la percepción del color. Veamos:
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