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La calidad en la formación que se brinda, el ámbito del aula y el proceso de evaluación educativo son aspectos que tienen una gran importancia y están muy vinculados entre sí, y es así que se hizo necesaria la construcción de otros tipos de evaluación diferente a las conocidas y utilizadas por mucho tiempo en educación; nos estamos refiriendo a la evaluación participativa interna y externa.
La evaluación participativa interna y externa debe contribuir a la permanente adecuación de la acción formativa en el ámbito educativo, así como a la satisfacción de las necesidades y demandas a nivel escolar, como también a las aspiraciones educativas de los estudiantes.
Evaluar desde el enfoque formativo contempla una serie de elementos para el diseño, el desarrollo y la reflexión del proceso evaluativo; las mismas implican responder estas preguntas: ¿qué se evalúa?, ¿para qué se realiza?, ¿quiénes evalúan?, ¿dónde se lleva a cabo? y ¿cómo se hace? Aquí se ubica la evaluación participativa interna y externa.
La evaluación en el ámbito educativo es bastante diversa y compleja, podemos mencionar las siguientes:
Unas tienen que ver con el proceso educativo relacionado con estrategia ante los contenidos y otras con el progreso del estudiante.
En el proceso educativo se han diseñado varias formas, tipos y modelos de valoración académica; la evaluación participativa interna y externa es un tipo de estas que abarca todo el ámbito escolar, involucrando a los estudiantes, el centro educativo y el entorno comunitario.
Comúnmente, el docente frente a un grupo de aula es quien se encarga de evaluar los aprendizajes de los alumnos, ejerciendo así la soberanía del cargo que ocupa. Por lo mismo, debe planificar y conducir procesos de evaluación en diferentes contextos, propósitos y alcances para garantizar el aprendizaje efectivo.
Dicho esto, existen tres tipos o formas en las que el docente puede evaluar:
La evaluación interna se relaciona con el docente que evalúa a los alumnos de un grupo que atiende en un período escolar, por lo que tiene conocimiento directo y detallado del contexto y las condiciones en las que afianza el aprendizaje en los estudiantes. Este conocimiento propicia el análisis y la reflexión para contextualizar, adaptando sus estrategias de enseñanza y de evaluación con el objetivo de brindar oportunidades que permitan que los alumnos mejoren académicamente.
La evaluación participativa se refiere a que el docente evalúa involucrando a otros actores educativos, tales como los propios alumnos, otros docentes o al equipo directivo, lo cual implica un proceso de comunicación efectiva; y desde la perspectiva de democracia participativa, permite establecer acuerdos y negociaciones entre todos los involucrados. Al ser la participación activa, los cambios son posibles tomando en cuenta las observaciones de todos los involucrados y de esta forma la evaluación genera aportes para mejorar el aprendizaje, marcando una diferencia el hecho que los mismos alumnos sean parte del proceso de evaluación.
Por último, la evaluación externa en cambio se refiere a que el actor o docente que evalúa no está dentro de la escuela, se busca mayor objetividad al no haber relaciones interpersonales como puede pasar con el docente habitual de un grupo de alumnos, que son los evaluados.
Es de resaltar, que desde la perspectiva del enfoque formativo se debe dar prioridad a que los docentes evalúen de forma participativa interna y externa eventualmente, esto coloca los aprendizajes de los alumnos como lo central de la evaluación en el aula.
En ambos tipos de evaluación se lleva a cabo un proceso que comienza con la decisión de realizarla y sigue con el diseño de la evaluación, al igual que su aplicación, la producción de la información y concluye con la elaboración de un informe. Cuando se aplica la evaluación participativa interna y externa en un mismo centro educativo, los procesos son diferentes pero paralelos, pero al concluirlos, se debe relacionar ambos resultados.
La evaluación interna es la que corresponde a los centros educativos con el acompañamiento y la participación de los órganos del Estado, así como con la participación y coordinación de los componentes de la comunidad educativa. Es por ello que cada uno de los centros educativos está obligado a detectar sus necesidades y prioridades, lo que permite hacer el diseño de su plan de evaluación.
Con lo que se refiere a la evaluación externa, es la que corresponde a la inspección y supervisión educativa, participando en ellas las instancias correspondientes al sector gubernamental de educación y a los miembros que conforman la comunidad escolar. Es esta instancia de supervisión y de inspección la encargada de planificar este tipo de valuaciones en el centro educativo.
Tomemos en consideración la primera, que es la que se planea y se realiza en la escuela basada en lo que se busca alcanzar en cada área y ciclo escolar. La de tipo interna no solo debe considerar los contenidos, pues también debe tomar en cuenta el desarrollo del pensamiento, de actitudes y de valores, al igual que los niveles de aprendizaje de los alumnos, siempre basándose en la premisa de que los contenidos no son el fin del proceso sino un medio para lograr obtenerlo; son muy útiles los mapas conceptuales en esta tarea.
Es por ello que el proyecto educativo institucional constituye la base real sobre la que los centros educativos construyen el nivel de calidad que desean lograr a nivel educativo con los procesos de valoración participativa interna y externa.
En lo que respecta a la evaluación externa, es necesario mencionar que las supervisiones son las que tienen en sus manos la monitorear a los centros educativos, y se realiza en concordancia con otros entes gubernamentales de la zona en colaboración con la comunidad escolar.
Cuando hablamos de evaluación en los centros educativos, inmediatamente tenemos que relacionar este término a los docentes, quienes son los que se encargan de ejecutar este proceso; pero al tratarse de la evaluación participativa interna y externa, es la certificación de la calidad del servicio educativo propiamente, lo que ayuda a estimular la competencia y a mejorar la calidad de vida escolar.
Un ejemplo de ello, dentro de Latinoamérica, es Chile, en donde podríamos señalar que la evaluación participativa externa trae una serie de ventajas incluyendo la independencia, al igual que la credibilidad, la competencia y la objetividad entre muchos otros, y la interna permite una interpretación del proceso educativo en el aula con mayor precisión y que se basa en la propia percepción de las personas que trabajan en el proceso.
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