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La música ha sido una herramienta de comunicación universal desde los albores de la humanidad, existiendo antes que el lenguaje. Con ella se transmiten sensaciones e información que todos podemos entender gracias a nuestra intuición e instinto, bases que preceden a diversos estudios que han confirmado que aplicar música al aula aporta muchos beneficios al desarrollo intelectual y motriz de los niños.
En este post nos centraremos en la música y psicomotricidad en el aula infantil, viendo algunos ejemplos de actividades y profundizando en por qué la música es tan valiosa como recurso sensorial.
Si te interesan las nuevas metodologías de la enseñanza y todo lo relacionado con el desarrollo infantil, quédate en este post, hablaremos de cómo se pueden conseguir resultados extraordinarios en el aula a través de la música.
El desarrollo psicomotriz de los niños consiste en la adquisición de control de los movimientos e impulsos emocionales. Durante los primeros años de vida, el desarrollo psicomotriz se resuelve en tres etapas: motriz (control corporal), cognitiva (capacidad de concentración, memorización y creatividad) y socioafectiva (las habilidades para establecer relaciones sociales).
La música despierta las emociones y esto es el primer paso para el desarrollo psicomotriz de los niños. Aprender a identificarlas, diferenciarlas y gestionarlas es básico para trabajar la inteligencia emocional y determinadas habilidades, como la asertividad o la empatía, que en un futuro, ayudarán a la persona a desenvolverse en el mundo que le rodea. En definitiva, se podría decir que las emociones son los cimientos de la personalidad.
Ya sabemos que la música es un instrumento muy eficaz para despertar emociones, pero ¿Por qué es así?
Se ha demostrado que tanto las emociones como la música están ubicadas en el córtex prefrontal, por lo que la música es capaz de provocar todo tipo de sentimientos, ayudando así, a exteriorizar emociones, a desarrollar el intelecto y a fomentar las relaciones sociales.
La música influye de manera muy positiva en el desarrollo infantil, además, ejecutando actividades específicas dentro del aula, esos efectos se pueden potenciar.
La música fomenta la creatividad: el ritmo y las melodías estimulan la imaginación infantil, actuando directamente sobre la región creativa del cerebro. Además, motiva a al niño a vivir nuevas experiencias que enriquecen su mundo interior.
Potencia la capacidad de la memoria, la atención y la concentración: cuando escuchamos música, nos concentramos en los sonidos y los asociamos con los demás estímulos que estamos percibiendo en ese mismo momento.
La música ayuda al desarrollo de la psicomotricidad: cuando suena la música, sentimos el impulso de movernos y, en el caso de los niños, este movimiento implica explorar su cuerpo y descubrir sus posibilidades de movimiento. Así, los más pequeños toman conciencia de su esquema corporal y les ayuda a forjarse una imagen más ajustada de ellos mismos.
Fomenta las habilidades motrices y la salud física: el baile va estrechamente ligado con la música y, al bailar, estimula los sentidos, el equilibrio, el desarrollo muscular, mejora la coordinación, facilita el sueño y reduce el estrés.
La música contribuye al desarrollo cognitivo: gracias a la música, se produce una situación de relajación y desconexión mental con en entorno que permiten al niño ordenar sus pensamientos y crear nuevos esquemas mentales. Así, se desarrolla la inteligencia general y se agudizan los sentidos.
Con la música también se refuerza el lenguaje: aunque, en sí misma, la música se puede considerar un lenguaje, mediante canciones infantiles y la repetición, los niños pueden aprender nuevas palabras y mejorar su expresión oral. Las rimas y gestos, acompañados de melodías, hacen que el mensaje se entienda mejor.
Se mejora la percepción auditiva: la musicoterapia es muy buen método para trabajar con niños con necesidades especiales de carácter auditivo. Gracias a la música, los niños son capaces de distinguir tonalidades, agudos y graves, lo que luego les será bastante útil para interpretar conversaciones.
La música mejora el razonamiento matemático: a través de los patrones rítmicos y la repetición, aumentan los mecanismos de razonamiento lógico.
Como has visto, la música aporta grandes beneficios al desarrollo de los niños. Veamos ahora algunos ejemplos de actividades con música que puedes realizar en el aula para impulsar el desarrollo psicomotriz.
Baile de seguimiento: elige una canción con un ritmo animado y pide a los niños que sigan el ritmo con movimientos corporales. Puedes incluir instrucciones específicas, como saltar, girar, aplaudir o mover los brazos. Esto les ayudará a desarrollar coordinación motora y expresión corporal.
Juego de instrumentos musicales: proporciona a los niños una variedad de instrumentos musicales (como tambores, maracas o xilófonos) y anímalos a experimentar con diferentes sonidos y ritmos. Esto mejorará su destreza manual y coordinación.
Circuitos rítmicos: crea un circuito con estaciones en las que los niños deben realizar diferentes actividades motrices al ritmo de la música. Así, se trabajará el equilibrio, la coordinación y el control del cuerpo.
Danzas creativas: propón a los niños que creen y representen sus propias coreografías. Pueden elegir una canción que les guste y trabajar en grupo para desarrollar una pequeña rutina de baile. Esta actividad promoverá la expresión artística y la imaginación, además de fortalecer la coordinación y la concentración.
Cuentos musicales con movimiento: lee un cuento relacionado con la música y pide a los niños que realicen movimientos corporales que imiten la historia. Esto estimulará su imaginación, la comprensión del lenguaje y la coordinación motora.
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