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Seguramente sepas qué significa la calidad y productividad en las empresas, pero nunca te has parado a pensar en cómo se relacionan. ¿Se influyen positiva o negativamente? Siempre se ha pensado en qué son conceptos que no son pueden unir.
Sin embargo, Deming llegó con su teoría y su modelo de gestión de calidad y, por primera vez, expuso una relación positiva entre la calidad y productividad. Demostró que el incremento de la calidad implica una reducción de errores, de costes y de reclamaciones de los clientes.
Con anterioridad, se aseguraba que la calidad y la productividad en las empresas eran conceptos distantes. Y es que se consideraba que aumentar la calidad de los productos o servicios daba como resultado una menor productividad. ¿Por qué se pensaba esto? Porque se señalaba que el tiempo que se dedicaba a inspecciones y controles, se restaba a la producción.
Antes de entrar de lleno en la relación entre la calidad y la productividad, hay que aclarar cuál es la definición de ambos conceptos. Para entender cómo se relacionan, resulta fundamental tener claros ambos términos. ¡Vamos a ello!
La calidad trata de tener presente en todo el proceso al cliente. Calidad significa enfocar la actividad empresarial a cumplir las necesidades de los clientes, mejorando el producto o servicio final a través de un perfeccionamiento de los procesos.
Básicamente, la calidad busca estudiar cada proceso, cada equipo y hasta cada puesto de trabajo para ver cómo se puede mejorar. El fin de las mejoras es, como hemos mencionado, satisfacer en un mayor grado al cliente final.
La productividad, por otro lado, es un indicador que define cuántos productos o servicios se han desarrollado en un determinado lapso de tiempo y con unos recursos en concreto. En otras palabras, la productividad indica el grado de eficiencia en el proceso productivo.
¿Y cómo se relacionan la calidad y la productividad en las empresas? ¡Vamos a verlo!
Hay que entender que integrar la calidad y la productividad en las empresas se convierte en una oportunidad para introducir sistemas y modelos de mejora continua. ¿Por qué? Porque al mezclar ambas disciplinas, se reforzarían los mecanismos de detección de errores y se implementarían constantemente medidas correctivas.
La calidad y productividad en las empresas supondría una mejora de los resultados y una lucha por mantenerlos en el tiempo. ¿En qué se enfocaría una empresa que apueste por ambos conceptos? En satisfacer al cliente y en intentar lograr una acreditación de un modelo de excelencia.
¿Por qué es importante esta acreditación? Lo primero que hay que entender es que un modelo de excelencia podría ser la norma ISO. Luego, que aportaría a la empresa un mayor reconocimiento y, además, entraría en un circuito de obligada autoevaluación, que le permitiría detectar sus propios fallos y subsanarlos.
En definitiva, la calidad y productividad en las empresas puede entenderse como la búsqueda de la satisfacción del cliente y el éxito de la empresa.
Aquí llega el trasfondo de esta cuestión, ¿qué estrategias utilizar para lograr una buena calidad y productividad en las empresas? Mucho se ha hablado del horario de trabajo, reglamentaciones, tamaño de las empresas o las rigideces del mercado.
Sin embargo, estos elementos resultan secundarios y que únicamente tienen un efecto temporal. A continuación, vamos a ver en profundidad cuáles son los indicadores que ayudan a mantener o incrementar la calidad y productividad en las empresas.
La productividad es sinónimo de rendimiento, de reducción de tiempos y costes. Por ello, la innovación se presenta como un factor fundamental para mejorar los procesos productivos. La tecnología ayuda a conseguir mejores resultados y a presentar un producto o servicio de mayor calidad. Es decir, seguir a pie juntillas los estándares de calidad.
Implementando e invirtiendo en continuas innovaciones se consigue producir más y con una mayor calidad. Ese sería el objetivo principal que persigue cualquier empresa.
Elegir el proceso adecuado para un determinado producto o servicio es fundamental. Y es que habrá algunos en los que encaje mejor una metodología ágil, en la que tengan lugar los cambios de última hora, y habrá otros en los que la metodología tenga que ser conservadora y estricta.
Sea cual sea el elegido, debe anteponerse el hecho de conseguir los mejores resultados posibles con la mayor calidad. Por ello, también hay que establecer una organización que planifique bien el trabajo y que gestione los recursos de una forma adecuada.
Por último, de la mano de la innovación va la formación necesaria, ya que avanzar en cuestiones técnicas conlleva la interiorización de nuevos conocimientos por parte del personal.
Al hilo del último párrafo, vamos a seguir hablando de la formación. De igual manera que el equipamiento es importante, lo es la educación. Es necesario contar con las últimas tecnologías y los últimos avances en el sector, pero hay que saber sacarle todo el provecho.
Uno de los pilares de la calidad y productividad en las empresas es la formación de los trabajadores. Hay que asegurarse en todo momento de que el equipo humano tenga los conocimientos necesarios para manejar equipos informáticos y tomar decisiones.
Si no están correctamente formados, ¿cómo van a ser responsables de sus errores?
Hay que mantener motivados a los trabajadores, por lo que se deben cuidar y darle el papel de protagonistas que poseen. Para llevar a cabo esta tarea existen dos factores a tener en cuenta: los de motivación, que satisfagan a la persona, y los de higiene, que van relacionados a lo que el trabajador echa de menos.
Algunos ejemplos de estos factores podrían ser el reconocimiento, la responsabilidad o la promoción. También pueden ir encaminados a la economía, como el salario o las condiciones de trabajo.
Este concepto va ligado a la identificación del trabajador con la empresa en la que trabaja. Si la organización consigue involucrar a sus empleados, logrará que tengan un compromiso elevado. ¿Esto en que se traduce? En una mayor productividad.
Al final, se trata de potenciar el sentimiento de pertenencia entre los trabajadores como elemento clave para que permanezcan altamente motivados y comprometidos. Alineados con los objetivos de la empresa, desarrollarán todo su potencial.
La figura de un líder dentro de la empresa resulta fundamental. Ahora bien, se debe elegir de manera correcta qué tipo de liderazgo se ejerce. Y es que, se puede ser un líder democrático o un líder autoritario.
Se pueden abanderar valores como la empatía, la escucha activa, la comunicación asertiva o puedes hacer todo lo contrario. Lo adecuado es que se entiendan las necesidades del equipo humano y que se le mantenga motivado.
Por otro lado, un buen líder intenta por todos los medios sacar lo mejor de sus trabajadores, buscando la máxima calidad y productividad.
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