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El veganismo y el vegetarianismo están de moda. Y no es de sorprender, ya que con cada vez más frecuencia se amplifican los discursos ambientalistas que ponen el foco de atención en la conservación del medioambiente y el bienestar de los animales.
Dentro del veganismo, podemos encontrar multitud de variantes que se ajustan a los hábitos alimenticios que a cada uno se le antoje seguir: ovovegetarianismo, pescetarianismo, lactovegetarianismo, pollotarianismo, incluso flexitarianismo para los menos capaces.
Sin embargo, en este artículo no vamos a hablar del vegetarianismo en un sentido amplio, sino del crudiveganismo.
El pasado mes de julio falleció una influencer rusa vegana llamada Zhanna Samsonova, conocida como Zhanna D'Art en redes sociales, por una enfermedad parecida al cólera. De haber conservado un sistema inmune fuerte como cualquier otra persona, podría haber superado esta enfermedad.
Sin embargo, la dieta crudivegana extrema que llevó a rajatabla durante 6 años le indujo en un estado de astenia muy visible, del que daban cuenta sus seres allegados. Zhanna solo consumía frutas y vegetales, e incluso rehusaba de beber agua, ya que solo ingería jugo de frutas como bebida. Se afirma que, aparte de su dieta crudivegana radical, también padecía un trastorno de alimentación severo.
Es evidente que la mayoría de personas que siguen una dieta vegetariana no llegan a los extremos que traspasó esta influencer vegana. Pero, ¿es la dieta crudivegana recomendable en general?, ¿las personas crudiveganas se exponen a más peligros de salud que otros vegetarianos o no vegetarianos?
Una dieta crudivegana es un enfoque alimenticio que combina dos aspectos principales: el veganismo y el consumo de alimentos crudos. En otras palabras, las personas que siguen esta dieta excluyen todos los productos de origen animal, como carne, huevos, productos lácteos y miel, al tiempo que consumen principalmente alimentos sin cocinar o sometidos a temperaturas muy bajas.
Los alimentos crudos son aquellos que no han sido cocidos a temperaturas superiores a aproximadamente 48 °C. Esto se hace para preservar las enzimas naturales y nutrientes presentes en los alimentos, ya que se cree que el proceso de cocción a altas temperaturas puede degradar algunos de estos componentes.
Además, los crudiveganos consumen los alimentos en su estado natural, sin procesar o cocinar. Esto puede incluir una variedad de frutas, verduras, frutos secos, semillas y ciertos alimentos fermentados.
Como la variedad de comida que pueden consumir los crudiveganos es un tanto reducida, a menudo buscan formas creativas de preparar comidas, por lo que recurren a licuadoras, procesadores de alimentos y técnicas de deshidratación para crear platos que sean sabrosos y nutritivos sin someterlos a altas temperaturas.
Frutas frescas: Manzanas, plátanos, peras, naranjas, mangos, fresas, kiwis, uvas, sandías, melones y cualquier otra fruta que se pueda comer cruda.
Verduras crudas: Zanahorias, pepinos, tomates, pimientos, espinacas, lechugas, brócoli, coliflor, calabacines, apio y más, para ensaladas y bocadillos.
Frutos secos: Nueces, almendras, avellanas, nueces de macadamia, anacardos y más, que se pueden comer como snacks o incorporar en recetas.
Semillas: Chía, lino, girasol, calabaza y sésamo, utilizadas en batidos, ensaladas o yogures vegetales.
Aguacates: Una fuente rica de grasas saludables que se puede consumir en rebanadas, guacamole o cremas.
Germinados: Alubias, lentejas, alfalfa y otros, que son ricos en nutrientes y se pueden añadir a ensaladas o wraps.
Algas marinas: Nori, espirulina y chlorella, que son ricas en minerales y se utilizan en sushi, batidos y platos crudos.
Aceites crudos: Aceite de oliva virgen extra, aceite de coco y otros aceites prensados en frío para aliñar ensaladas o preparaciones.
Deshidratados y crujientes: Chips de kale, crackers de semillas, barritas de frutos secos y otros snacks hechos en deshidratadores.
Alimentos fermentados: Kimchi, chucrut y otros alimentos fermentados ricos en probióticos para mantener la salud intestinal.
Bebidas frescas: Batidos verdes con hojas de espinaca y frutas, zumos de frutas y verduras, y agua de coco.
Salsas y aderezos crudos: Salsas a base de tomate, pesto de albahaca, guacamole y otras opciones para realzar el sabor de los platos.
Endulzantes naturales: Dátiles, higos, pasas y otros frutos secos para endulzar postres y recetas.
A continuación, te dejamos algunos ejemplos de recetas crudiveganas que puedes preparar fácilmente en tu casa con alimentos 100% naturales, dietéticos y sin necesidad de cocción:
Una ensalada fresca y vibrante con una mezcla de hojas verdes, como lechuga, espinaca y rúcula, acompañada de tomates cherry, pepinos, pimientos, zanahorias ralladas, aguacate y frutos secos crudos (nueces, almendras). Puedes aderezar con aceite de oliva, limón y hierbas frescas.
Los zoodles son fideos hechos de calabacín crudo en forma de espiral. Puedes prepararlos y servirlos con pesto crudivegano hecho de albahaca, piñones, aceite de oliva, ajo y levadura nutricional. Agrega tomates cherry y aceitunas para dar sabor.
Rellenos de guacamole, pico de gallo (tomate, cebolla, cilantro y limón), champiñones marinados, tiras de pimientos y cebolla, todo envuelto en hojas grandes de lechuga en lugar de tortillas.
Utiliza láminas de alga nori como envoltura, rellenas con aguacate, zanahoria rallada, pepino, espinacas y palta. Sírvelo con una salsa de soja baja en sodio y jengibre.
Tritura coliflor en un procesador de alimentos hasta que tenga una textura similar al cuscús. Mezcla con tomate, pepino, cebolla roja, perejil y jugo de limón para hacer una versión cruda y fresca del tabulé tradicional.
Mezcla hojas de espinaca o kale con plátano, piña, manzana, pepino y agua de coco para hacer un batido verde refrescante y lleno de nutrientes.
Utiliza nueces y dátiles para hacer una base crujiente. Luego, crea una capa de crema de anacardos con frutas frescas como fresas, kiwi y mango en la parte superior.
Combina trozos de coco tierno, mango, pimientos, cebolla morada y cilantro. Sazona con jugo de limón y un toque de chile para hacer un ceviche fresco y tropical.
Prepara un gazpacho refrescante mezclando tomates, pepino, pimiento, cebolla y ajo en una licuadora. Condimenta con aceite de oliva, vinagre y hierbas frescas.
Rellenos de tiras de zanahoria, pepino, pimiento, aguacate y germinados. Puedes acompañarlos con una salsa de soja baja en sodio.
Las dietas de tipo vegana siempre pueden calificarse como normales siempre que se consuma la vitamina B12 en forma de comprimidos, ya que esta no se encuentra en ningún vegetal. Evidentemente, es más difícil mantener una dieta nutricional más variada siendo vegano que no vegano. Sin embargo, en el caso del crudiveganismo, va un paso más allá.
Esta opción puede ser saludable si se planifica con atención y se presta especial atención a la diversidad de alimentos y la ingesta de nutrientes. No obstante, no es una dieta recomendada para todos, especialmente para personas con necesidades nutricionales específicas o ciertas condiciones médicas.
Así pues, el crudiveganismo puede no ser sano para los siguientes tipos de persona:
Una de las principales preocupaciones radica en las posibles deficiencias nutricionales que esta dieta podría generar al excluir grupos de alimentos y depender principalmente de productos crudos. La carencia de nutrientes esenciales como proteínas completas, hierro, calcio, vitamina B12, ácidos grasos omega-3 y zinc puede tener un impacto negativo en la salud general.
Además, la dieta crudivegana podría presentar obstáculos digestivos, ya que algunas personas pueden experimentar dificultades para procesar alimentos crudos, produciéndoles molestias como hinchazón y malestar estomacal. Al consumo de alimentos crudos se le suma una mayor probabilidad de contraer agentes patógenos víricos o bacterianos. Este fue el fatídico caso de la influencer que hemos mencionado con anterioridad, Zhanna Samsonova, cuyo sistema inmune, muy debilitado, no pudo defenderse ante una infección oportunista.
Otro aspecto a considerar es la capacidad de obtener suficiente energía de una dieta crudivegana, especialmente para personas activas o con mayores requerimientos calóricos, como las mujeres en período de lactancia o durante su embarazo.
Cabe recalcar que la filosofía del crudiveganismo cojea en algunos sentidos. En primer lugar, los crudiveganos justifican no cocinar los alimentos porque, al calentarlos, pierden nutrientes. Y es cierto, pero las verduras y frutas solo pierden un porcentaje muy pequeño de su composición nutricional, por lo que no supone una merma significativa como para no poder calentarlos.
También afirman que los alimentos pierden sus enzimas naturales al cocinarse. Y es verdad, pero no tiene sentido argumentar esto, cuando el propio cuerpo humano secreta las enzimas necesarias para digerir la comida sin complicaciones.
Además, los alimentos consumidos en fresco pueden resultar más difíciles de digerir y de masticar. Por ejemplo, las legumbres prácticamente son incomibles si no se cocinan.
Desde Euroinnova te recomendamos que antes de emprender una dieta crudivegana, consultes con nutricionistas titulados que puedan aconsejarte según tu perfil nutricional y tu estado de salud actual. Si quieres formarte en nutrición vegana y descubrir formas saludables de vivir respetando a los animales y el medioambiente, te recomendamos que le eches un ojo a nuestro catálogo de cursos y masters de nutrición para que escojas el que más te guste.
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