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Existen diversos colectivos que corren el riesgo de ser excluidos del grueso de la sociedad por su cultura, religión, situación económica, nacionalidad, raza o por estar inmersos en ciertos problemas, como la drogadicción, que los marginan. En este post hablaremos de cuáles son los colectivos en riesgo de exclusión social y sobre las medidas que se están tomando en la actualidad para fomentar su inclusión en todos los campos sociales.
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Los problemas de exclusión social no siempre han sido los mismos, estos cambian conforme lo hace el contexto social. Ahora existen situaciones como la inmigración, el cambio climático o los flujos de refugiados de guerra que son de carácter urgente.
Existen grupos de personas que, por diferentes razones, corren el peligro de ser excluidos socialmente. Como sugiere el nombre, estas personas son total o parcialmente marginadas de participar plenamente en la sociedad en la que viven debido a su situación social.
Generalmente, la marginación social se da por factores económicos, lo que pone el foco en el desempleo y las medidas para fomentar la contratación de personas en riesgo de exclusión. A continuación, vamos a ver cuáles son los colectivos con más dificultades de inserción laboral.
Cuando la discapacidad es psíquica, las personas corren mayor riesgo de ser excluidas, ya que surgen problemas de adaptación a las normas y de comunicación. La terapia ocupacional y el desarrollo de terapias personalizadas son claves para su desarrollo. Por otro lado, cuando la discapacidad es física, las personas suelen encontrar más obstáculos cuando intentan acceder a lugares públicos o para realizar determinadas actividades.
Aunque no nos demos cuenta, estamos inmersos en unos constructos sociales muy arraigados y la cultura es un factor clave que los sustenta. Cuando una cultura se mezcla con otra, surgen conflictos de toda índole que se deben sobrellevar desde la tolerancia y las estrategias que apoyen a la interculturalidad entre todos los grupos participantes.
Las adicciones, la escasez de recursos o determinados trastornos mentales hacen que muchas personas acaben malviviendo en la calle. Dar una segunda oportunidad a estos colectivos, previa terapia, es fundamental para su integración.
A día de hoy, aún no existe total igualdad entre hombres y mujeres. En muchos países no se dan las mismas oportunidades en cuestiones laborales, de educación, acceso al mundo empresarial o a la política. El acceso a la formación e información y a la ayuda profesional, es imprescindible para que mujeres víctimas de violencia machista puedan superar la situación.
Este colectivo es muy especial, ya que pasan de estar totalmente integrados y posicionados a encontrarse en una situación muy diferente. La edad y la desactualización de sus conocimientos les aleja de nuevas oportunidades laborales y, pro consiguiente, de otras facetas sociales. En el caso de parados de larga duración, estas consecuencias son más visibles y, por lo tanto, más dolientes.
Además, hay otros grupos como son los ancianos, analfabetos, drogadictos, delincuentes y presos que son invisibles a ojos del sistema actual.
Los expertos en inclusión social diseñan programas con los que minimizar los riesgos de caer en la exclusión social y de sacar de esta situación a las personas que ya la sufren. La mayoría de las soluciones pasan por la educación y la terapia ocupacional.
La sensibilización de la sociedad con campañas de concienciación, talleres en las escuelas, nuevas normativas que obliguen a la ciudadanía a respetar o la implantación de nuevas medidas sociales.
Los entornos laborales son otro campo donde desarrollar políticas de igualdad e inclusión social. Existen diversos programas, con los que tanto empresas como trabajadores se benefician. Mientras que la empresa ofrece nuevas oportunidades para las personas en riesgo de exclusión social, la compañía disfruta de ventajas económicas mientras mejora su imagen de marca y reputación.
Por otro lado, incluir programas en los centros educativos que impulsen la educación especial y la atención temprana, ampliar las clases de apoyo, llevar a cabo talleres sobre concienciación contra las drogas o sobre educación sexual, también son muy buenas herramientas de prevención.
Las personas mayores y las personas con discapacidad son los que experimentan más dificultades a la hora de encontrar trabajo como por otra serie de factores, tanto sociales como individuales.
En el caso de las personas mayores, muchas empresas los discriminan porque creen que no serán tan productivos y porque no serán capaces de adaptarse a nuevas formas de trabajar. Pero, sobre todo, las empresas los rehúyen porque suelen tener más cargas familiares, más experiencia y son más exigentes con los salarios. A diferencia de los jóvenes, las personas con más de 40 años no están dispuestas a trabajar a destajo por un cuenco de arroz. Además, algunos empleadores pueden mostrar reticencia a invertir en la formación de empleados mayores, pensando que podrían retirarse más pronto.
En cuanto a las personas con discapacidades, la discriminación y la falta de accesibilidad son dos de los principales problemas que deben afrontar en su día a día. La sociedad a menudo tiene percepciones erróneas sobre las habilidades y capacidades de las personas con discapacidades, por lo que en muchos procesos de contratación se los descarta automáticamente. Además, la falta de accesibilidad física y tecnológica en el entorno laboral también limita las oportunidades de empleo para este colectivo.
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