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Los adultos mayores como consecuencia de las características de la vejez, sufren pérdidas físicas o psicológicas que les hacen ser, en ocasiones, dependientes o encontrarse en dificultades para valerse por sí mismos. En este sentido, la terapia ocupacional se encarga de favorecer la autonomía de estas personas para así mejorar su calidad de vida o su salud. Por lo tanto, los ancianos y la terapia ocupacional pueden hacer un tándem beneficioso para los adultos mayores en dependencia.
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El papel fundamental de la terapia ocupacional está en centrar todas las actividades en el usuario que deberá de motivarse para garantizar que se involucre en su recuperación. Los diferentes tipos de terapia ocupacional distarán entre sí en cuanto a las características del paciente que podrá haber sufrido daños de tipo cerebral (terapia ocupacional de salud mental), cerebrovasculares (terapia ocupacional de oncología) o padecer enfermedades degenerativas.
En cuanto a los ancianos y la terapia ocupacional, la tipología aplicable es la terapia ocupacional en geriatría donde el terapeuta responsable del tratamiento, trabajará la psicomotricidad de estos adultos mayores para reducir al máximo su dependencia y favoreciendo un envejecimiento activo.
La terapia ocupacional para adultos mayores aborda el envejecimiento teniendo como pilares fundamentales la autonomía de los ancianos, la realización de actividades y la consecución de un bienestar físico y psicológico para estas personas. De esta forma, los ancianos y la terapia ocupacional forman una combinación perfecta, ya que, mediante estas actividades se logra una efectividad en el tratamiento de problemas de diversa índole relacionados con el envejecimiento y con adultos mayores en situaciones de dependencia.
Habitualmente las personas realizamos tareas cotidianas relacionadas con la higiene, la alimentación, las relaciones personales o la vestimenta que para los ancianos pueden ser complicadas. La pérdida de capacidades físicas y el deterioro cognitivo como consecuencia de las características del envejecimiento, puede provocar que personas que se encuentran postradas en una silla de ruedas, por ejemplo, necesiten ayudas técnicas de un terapeuta ocupacional para poder hacer actividades básicas como puede ser vestirse o peinarse.
Existe una clasificación realizada por la Asociación Americana de Terapia Ocupacional que distingue dos grandes grupos de estas actividades de la vida diaria:
Al respecto, en la mayoría de las ocasiones y más concretamente, cuando se realizan ejercicios físicos y de estimulación cognitiva relacionados con estas actividades básicas en las residencias de mayores, se llevan a cabo con la intención de mejorar la autonomía de estas personas en su día a día.
El cuidado de los ancianos y la terapia ocupacional no son la misma actividad. El trabajo de los terapeutas ocupacionales realiza una valoración de las aptitudes físicas, psíquicas y sociales de los ancianos y elaboran un plan con las actividades básicas de la vida que conviene trabajar. Posteriormente, se realiza un trabajo personalizado conforme a las aptitudes de los ancianos y la terapia ocupacional en ese momento se encarga de mejorar, mantener o prever la mayor autonomía posible en estas personas adultas mayores.
Para ello, el terapeuta ocupacional diseñará todo un catálogo de actividades para trabajarlas con los ancianos entre las que destacan:
La terapia ocupacional centrada en la tercera edad cumple con un triple objetivo: favorecer su autonomía, hacerles partícipes de las actividades básicas de la vida diaria y favorecer su adaptación al entorno.
Respecto a su autonomía, la labor del terapeuta aquí será la de evitar en la medida de lo posible la dependencia de las personas adultas mayores. En este sentido, podrá llevar a cabo actividades de prevención, para evitar un aumento de la dependencia en el futuro a causa de la degeneración de patologías derivadas de la edad, para así favorecer un envejecimiento activo. El entrenamiento relativo a realizar actividades básicas de la vida diaria, ligado a la idea anterior, favorecen también su autonomía, de manera que, además favorece su sentimiento de autoestima, lo que tiene también beneficios a nivel psicológico. La adaptación al entorno sirve para prever las posibles discriminaciones por edad, o la falta de empatía frente a este colectivo de ancianos y así evitar problemas comunicativos o de socialización con otras personas a causa de pérdida de facultades sensoriales.
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