Paula Oya Jodar

Icono 1 Icono 2

DOCENTE DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA


Foto de Paula Oya Jodar

Como Psicóloga y docente en Educa Edtech Group, mi meta es que el alumnado desarrolle las habilidades suficientes para poder gestionar y comprender el comportamiento humano. Con ello, no solo llegará a más personas sino que serán grandes profesionales. Además, como apasionada del mundo de la Psicología Social, la educación, el coaching y las Emergencias, estoy en una búsqueda continua de aprendizaje y actualización para poder transmitir ese conocimiento a mi alumnado y que sean la mejor versión de ellos/as mismos/as.

Icono de información Formación

  • Grado en Psicología
  • Especialista en Intervención Social y Psicología en emergencias.

Icono de información Experiencia

  • Psicóloga en Cruz Roja Española en área de Intervención Social
  • Formadora en Cruz Roja Española en Primeros Auxilios Psicológicos, cursos relacionados con Psicología en Emergencias y apoyo emocional a colectivos vulnerables.

Artículos publicados

Proyecto de intervención social: ¿qué es?

Proyecto de intervención social: ¿qué es?

Los proyectos de intervención social son iniciativas diseñadas para abordar y mitigar problemáticas sociales específicas. Estos proyectos se fundamentan en un análisis profundo de las necesidades sociales y buscan implementar estrategias efectivas y sostenibles. Los proyectos de intervención social se enfocan en transformar la realidad con fines preventivos, correctivos o de desarrollo mediante la implementación de acciones que ofrezcan soluciones basadas en el diagnóstico y las características del problema evaluado.  Para llevar a cabo estas estrategias, es esencial la colaboración de diversos profesionales de distintos ámbitos como la psicología, la terapia ocupacional, la educación social y el trabajo social. Esta cooperación multidisciplinaria asegura el desarrollo de un plan adecuado que refleje la realidad social necesitada de transformación. https://www.euroinnova.com/blog/intervencion-con-familias-en-riesgo Si quieres seguir profundizando en los proyectos de intervención social y conocer cuál es su aplicación dentro de la intervención social, ¡no te muevas y siga leyendo!  Introducción al proyecto de intervención social Los proyectos sociales se basan en ayudar y/o apoyar en diversos ámbitos. Es fundamental reconocer que un proyecto social se inserta dentro de un programa, el cual surge de una política. Por ejemplo, una política podría ser "Reducir el analfabetismo en comunidades rurales". Esta política se concretaría en el "Programa Nacional de Alfabetización Rural" y se implementaría mediante varios proyectos, como: cursos de alfabetización básica, talleres de lectura y escritura para adultos, y capacitación en habilidades matemáticas esenciales. Desde una perspectiva técnica, un proyecto social se define como la "unidad mínima de asignación de recursos que, mediante un conjunto integrado de procesos y actividades, busca transformar una parte de la realidad para resolver uno o más problemas sociales". Estos proyectos de capacitación reciben recursos económicos y humanos para su ejecución. Los proyectos sociales pueden ser creados y promovidos por diferentes entes públicos y privados. Dentro de estos encontramos: Entidades públicas y administraciones locales, autonómicas, nacionales, Empresas privadas, Asociaciones y fundaciones y Organizaciones no gubernamentales (ONG). Una de las cosas que hay que conocer y valorar a la hora de aplicar un proyecto sociale son los beneficiarios. Estas son aquellas personas que adquirirán algún tipo de beneficio de la aplicación del programa. Se pueden identificar dos tipos de beneficiarios de los proyectos sociales: directos e indirectos. Como beneficiarios directos encontramos a aquellas personas que participan activamente en el programa y se benefician del desarrollo de este. Por ejemplo, adultos que aprendan a escribir con el programa de alfabetización rural. En el caso de los y las beneficiarios/as indirectos/as, son aquellas personas que están en el entorno de influencia del proyecto social, ya sea por vivir cerca de la zona y/o tener familiares, amigos/as entre otros que participen en el proyecto. Además, estos beneficiarios indirectos también podrían verse beneficiados/as del proyecto que se lleve a cabo por diversos motivos. En este caso, por ejemplo, serían aquellos hijos/as de las personas que aprenden a escribir que podrán beneficiarse de que las familias puedan acceder a un mejor empleo. Objetivos de un proyecto de intervención social Como se ha comentado al inicio de este post, el propósito y/u objetivo principal de un proyecto de intervención principal es claro: mejorar el bienestar social de las personas a las que va dirigido. Además de este propósito principal, se le suman otros adicionales como son: atender situaciones de vulnerabilidad en diversos colectivos, Transformar, mejorar o complementar situaciones problemáticas y Fomentar un desarrollo vital positivo a través de las acciones de intervención. En definitiva, los proyectos sociales tienen como finalidad aumentar y mejorar la salud, educación, servicios, entre otros de las personas a las que va dirigido. La importancia de estos proyectos radica en su capacidad para resolver problemas, necesidades o demandas de colectivos en situaciones de dificultad o vulnerabilidad. Estas intervenciones son cruciales, ya que, al cumplir sus metas, ayudan a que los grupos beneficiarios mejoren su calidad de vida y superen las deficiencias que enfrentan. Fases de un proyecto de intervención social Como todo en la vida, para la realización de un proyecto de intervención social, se debe de tener y se tiene, un protocolo de pasos a seguir para asegurar la calidad y el cumplimiento de los objetivos de este. Las fases de un proyecto de intervención social que podemos encontrar son: Fase de Diagnóstico En esta primera etapa, se recoge y analiza información para identificar la problemática que se abordará. Se deben establecer claramente las necesidades y el contexto, definir el problema, describir la situación, y señalar las causas y consecuencias. También se identifica el destinatario del proyecto, se preparan los recursos necesarios y se determina la ubicación del plan de intervención. Fase de Diseño o Planificación Utilizando los datos del diagnóstico, se establecen objetivos y se define un plan de acción para asegurar que el proyecto logre los resultados esperados. Este diseño puede ajustarse conforme surjan nuevas necesidades o requerimientos durante el desarrollo del proyecto. Fase de Ejecución y Seguimiento En esta etapa, se implementan las actividades y tareas definidas en el plan. Se realiza un seguimiento continuo para asegurar el correcto funcionamiento del proyecto y hacer ajustes si es necesario. Fase de evaluación Finalmente, se evalúan los resultados obtenidos para verificar si se han alcanzado las metas establecidas. Si no se han cumplido, se introducen mejoras en el proyecto para lograr los objetivos y solucionar la problemática. Importancia de los proyectos de intervención social Desde la promoción de la igualdad de oportunidades hasta la mejora del acceso a servicios esenciales, los proyectos de intervención social juegan un papel crucial en la creación de una sociedad más justa y equitativa. Estos esfuerzos integran la colaboración de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y comunidades locales, fomentando un trabajo conjunto para lograr cambios significativos y duraderos. La relevancia de los proyectos sociales radica en su objetivo de generar un cambio significativo en la realidad económica, social y cultural de los sectores más desfavorecidos, mejorando su calidad de vida y las oportunidades disponibles. En una sociedad diversa y multicultural, promover acciones que impacten positivamente en la vida de las personas contribuye a mejorar las relaciones, la convivencia y aspectos individuales de los grupos desfavorecidos. Bibliografía ANDER-EGG, E. y AGUILAR, M.J. (2005), Cómo elaborar un proyecto: guía para diseñar proyectos sociales y culturales, Buenos Aires, Lumen-Humanitas, 18ª ed. Valdés, M. (2009). La evaluación de impacto de proyectos sociales: Definiciones y conceptos. revista electrónica Mapunet, Santiago de Chile. Recuperado de https://www. mapunet. org/documentos/mapuches/Evaluacion_impacto_de_proyectos_s oficiales. pdf. http://148.202.167.116:8080/jspui/bitstream/123456789/3751/1/Gu%C3%ADa_metodol%C3%B3gica_sobre_proyecto_intervenci%C3%B3n.pdf Titulaciones que te pueden interesar ...

Leer más
Autoestima en la adolescencia: cómo trabajarla y mejorarla

Autoestima en la adolescencia: cómo trabajarla y mejorarla

La adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo humano, caracterizada por cambios físicos, emocionales y sociales. Durante este periodo, la autoestima, entendida como la valoración que una persona tiene de sí misma, adquiere una importancia significativa en la formación de la identidad. La autoestima influye en cómo los adolescentes perciben su valía personal, en su capacidad para enfrentar desafíos y en sus interacciones con los demás. En esta fase, los jóvenes están construyendo su autoconcepto, que se basa en sus experiencias, relaciones y logros. Por tanto, la autoestima se convierte en un pilar esencial para su bienestar emocional y su ajuste psicológico. ¿Quieres conocer más sobre la autoestima adolescente? No te muevas que, en este post, hablaremos sobre los factores que intervienen en la autoestima de la población adolescente, además de cómo poder trabajarla y potenciarla. Factores influyentes en la autoestima Son muchos los factores que influyen en la autoestima de los adolescentes, afectando tanto su desarrollo como su estabilidad emocional. Entre los más destacados se encuentran: Relaciones familiares: La calidad de las interacciones con los padres y otros miembros de la familia tiene un impacto profundo en la autoestima. Un ambiente familiar de apoyo, donde se fomenta la comunicación y la aceptación, ayuda a los adolescentes a construir una autoestima positiva. Grupos de pares: Las relaciones con amigos y compañeros juegan un papel importante en la valoración que los adolescentes hacen de sí mismos. La aceptación social y el sentido de pertenencia pueden reforzar la autoestima, mientras que la exclusión o el acoso pueden dañarla gravemente. Éxito académico y habilidades personales: Logros en el ámbito escolar y la percepción de competencia en diversas habilidades (como deportes o creatividad) contribuyen positivamente a la autoestima. Los fracasos académicos o la sensación de no ser competente pueden, por el contrario, disminuirla. Cambios físicos y autopercepción corporal: La adolescencia trae consigo cambios hormonales y físicos. La imagen corporal es un factor clave en la autoestima durante esta etapa. La comparación con modelos sociales idealizados o la presión por cumplir con ciertos estándares de belleza pueden afectar negativamente la autoimagen. Redes sociales y tecnología: En la era digital, las redes sociales se han convertido en un factor influyente en la autoestima adolescente. La constante exposición a vidas idealizadas y la búsqueda de aprobación en forma de "likes" pueden generar inseguridades y una percepción distorsionada de la propia valía. La autoestima varía; no es estática. Es por ello por lo que dependiendo de las circunstancias específicas que experimenta la persona afecta de una forma u otra. Al depender la autoestima, principalmente de los resultados que se producen en ciertas áreas específicas, la población adolescente suele estar más motivada por obtener éxito y no fallar. En definitiva, esto sucede por la búsqueda de experimentar de forma intensa las emociones positivas, evitando las emociones dolorosas y baja autoestima que resultan del fracaso. La relación entre autoestima y emociones Un estudio realizado por Schoeps et al., (2019), cuya finalidad era analizar la relación entre competencias emocionales, autoestima y ajuste psicológico en adolescentes demostró que la autoestima y la capacidad de percibir, comprender y regular emociones ayudan a reducir síntomas emocionales y conductas disfuncionales, independientemente de las variables demográficas. Principalmente, en él estudió se observó que: No hay diferencias significativas entre hombres y mujeres en competencias emocionales, excepto en la percepción y comprensión de emociones, donde las mujeres sobresalen. Ellas también presentan más síntomas emocionales (preocupación, miedo), mientras que los hombres muestran más problemas de conducta (comportamiento agresivo). No se encontraron diferencias en competencias emocionales entre preadolescentes (12-13 años) y adolescentes (14-15 años). Las competencias emocionales se relacionan positivamente con la autoestima y negativamente con problemas emocionales y conductuales. Los adolescentes con mejores competencias emocionales tienen una mayor autoestima y mejor ajuste psicológico. La autoestima es un mejor predictor de los problemas emocionales y conductuales que las competencias emocionales, lo que sugiere que los adolescentes con alta autoestima gestionan mejor el estrés y los cambios. ¿Cómo potenciar y mejorar la autoestima? Conseguir potenciar y mejorar la autoestima en la población adolescente es fundamental para que puedan tener un desarrollo integral. La autoestima, entendida como factor protector, actúa en problemas emocionales como ansiedad y/o depresión, además de en comportamientos que pueden llegar a ser disfuncionales como la baja motivación o la agresividad. Es por ello por lo que, como se ha demostrado en la investigación comentada, la población adolescente con una autoestima sana y/o saludable, son más capaces de afrontar los desafíos que se le presenten. Por ende, tienen una mayor resiliencia ante los fracasos y son más propensos a desarrollar relaciones interpersonales sanas. A todo esto, se le puede sumar que una autoestima alta está asociada a una mayor autoconfianza y a la predisposición positiva de asumir retos profesionales y personales. ¿Cómo trabajar la autoestima para mejorarla? Y os preguntaréis, todo esto está genial, pero ¿cómo podemos trabajar la autoestima de nuestros/as adolescente para mejorarla? Pues bien, para poder mejorar la autoestima en población adolescente, lo primero que se debe de hacer es aprender y usar estrategias y ejercicios que les ayuden a reconocerse, aceptarse y valorarse. Veamos algunos ejemplos. Diario de logros personales. En él, se les anima a llevar un registro diario de pequeños logros o actividades que les hagan sentir orgullosos. Cuando se consiga que esto, se convierta en hábito, les ayudará a centrarse en sus fortalezas y avances, en vez de en sus fallos. Otro ejercicio útil que se podría aplicar es la visualización positiva, donde se guía a los/as adolescentes a imaginarse afrontando desafíos con éxito, lo que fomenta una mentalidad de superación y aumenta su confianza. Si a esto le sumamos las afirmaciones positivas, tenemos un buen tándem. Estas consisten en que las personas escriban y repitan frases que refuercen una imagen positiva de sí mismas, lo que resulta efectivo para reestructurar pensamientos negativos. ¡Lograr una autoestima sana! Todo lo expuesto hasta ahora nos lleva a la misma conclusión. Mejorar y conseguir que la población general, y en concreto la adolescente, posea una autoestima sana. Desarrollar y mantener una autoestima sana requiere un proceso continuo de autoevaluación y autoconocimiento. Mantén relaciones saludables, acepta que nadie es perfecto, busca ayuda, apóyate en redes de apoyo y, por último, pero no menos importante, trabaja el autoconocimiento y el autocuidado. Quizá te interesa leer sobre... Principales problemas en la adolescencia ¿Qué es la identidad en la adolescencia? Titulaciones que te pueden interesar ...

Leer más
¿Cuáles son los trastornos de conductas infantiles más comunes?

¿Cuáles son los trastornos de conductas infantiles más comunes?

Los trastornos de la conducta, según Stanford Medicine Children’s Health es un trastorno del comportamiento, algunas veces diagnosticado en la infancia, que se caracteriza por comportamientos antisociales que violan los derechos de otros y los estándares y reglas sociales apropiados a la edad.   En concreto, si se hablan de los trastornos de la conducta infantil, estos se diagnostican cuando el niño/a presenta un patrón continuo de agresión hacia otras personas además de graves violaciones de las reglas sociales y las normas existentes en casa, colegio y con los compañeros/as.  ¿Quieres conocer más sobre los trastornos de conductas en la infancia? Sigue leyendo que te contamos todo lo que necesitas saber.  No podemos olvidar que los trastornos de la conducta infantil pueden tener un impacto significativo en el funcionamiento diario del niño/a, su rendimiento académico y sus relaciones interpersonales. Desde la perspectiva de la psicología, es fundamental comprender estos trastornos para ofrecer una intervención efectiva y adecuada.   Orígenes del trastorno de la conducta  Las condiciones que influyen en el desarrollo de los trastornos de la conducta se consideran multifactoriales, lo que implica que múltiples factores contribuyen a su origen.   Estudios neuropsicológicos han revelado que los niños/as y adolescentes con trastornos de la conducta presentan un deterioro en el lóbulo frontal del cerebro, lo que afecta su capacidad para la planificación, la prevención de daños y el aprendizaje a partir de experiencias negativas.   Se ha sugerido que el temperamento en la infancia tiene una base genética, y los niños o adolescentes con un temperamento difícil tienen una mayor probabilidad de desarrollar problemas conductuales. Además, aquellos que provienen de entornos familiares desfavorecidos, disfuncionales y desorganizados tienen más riesgo de desarrollar trastornos de la conducta, aunque estos trastornos pueden encontrarse en todos los niveles socioeconómicos.  Los problemas sociales y el rechazo por parte de los compañeros de grupo también se han identificado como contribuyentes a la conducta delictiva. Asimismo, el bajo estatus socioeconómico ha sido asociado con los trastornos de la conducta. Los niños y adolescentes que exhiben comportamientos delictivos y agresivos muestran perfiles cognitivos y psicológicos distintivos en comparación con aquellos con otros problemas mentales y grupos de control. Todos estos factores influyen en la forma en que los niños y adolescentes interactúan con los demás.  Clasificación y prevalencia de los trastornos de conducta infantiles Según la clasificación establecida en el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), se identifican cuatro trastornos principales. Estos son: el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno negativista desafiante y el trastorno explosivo intermitente englobados dentro del trastorno de la conducta disruptivo, de control de impulsos y de conducta no especificado.  Vamos a repasar cuáles son los principales trastornos que tienen mayor prevalencia en los niños/as:  Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Este se caracteriza por la dificultad para mantener la atención, la impulsividad y la hiperactividad.  Trastorno negativista desafiante (TND). Se manifiesta a través de un patrón persistente de comportamiento negativo, desafiante, desobediente y hostil hacia figuras de autoridad.  Trastorno explosivo intermitente (TEI). Implica episodios recurrentes de explosiones de ira desproporcionadas en relación con la situación.  Trastorno de la conducta (TC). Se caracteriza por comportamientos repetitivos y persistentes que violan las normas sociales y los derechos de los demás, como la agresión hacia personas o animales, la destrucción de propiedades y el robo.  Rodríguez y Barrau (2012) indican que la frecuencia de los problemas de comportamiento en niños de 5 a 10 años oscila entre el 4, 8% y el 7, 4% en niños, y entre el 2, 1% y el 3, 2% en niñas, dependiendo del estudio. En adolescentes, la prevalencia de trastornos de conducta varía entre el 1, 5% y el 3, 4%. Además, estos autores exponen que los problemas de comportamiento son una de las razones más comunes por las que se busca ayuda en los servicios especializados de salud mental para niños/as y adolescentes.  Diagnóstico de los trastornos de la conducta en la infancia  Para el diagnóstico de estos trastornos es fundamental que los síntomas que presenta el/la paciente correspondan con los establecidos en alguna de las clasificaciones internacionales como el de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) o el DSM-5-TR.  El diagnóstico de los trastornos del comportamiento infantil implica una evaluación exhaustiva que incluye entrevistas clínicas, observación del niño/a en diferentes entornos y el uso de instrumentos de evaluación estandarizados como pueden ser la Escala de Evaluación de la Conducta Infantil y Adolescente (CBCL) usada para evaluar una amplia gama de problemas emocionales y de comportamiento en niños y adolescentes, incluidos los síntomas de trastornos del comportamiento como el TDAH, el TND y el TC. Además, encontramos la Escala de Conducta Infantil Revisada (YSR) similar a la anterior, pero esta la realiza el propio menor en vez de los padres, madres o tutores/as legales.   Claves para abordar los trastornos de la conducta en niños/as  Hay que partir de la base que los trastornos de conducta poseen diversos factores que contribuyen a que se desarrollen, como son los factores genéticos, biológicos, ambientales y posibles patologías neuropsicológicas.   Para un abordaje efectivo e integral deberán de combinarse diversas técnicas. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es efectiva de cara a abordar patrones de pensamiento y comportamientos disfuncionales, además de enseñar habilidades de afrontamiento alternativas. A ello se le suman intervenciones multisistémicas que involucren a múltiples sistemas como son la familia, centro educativo y comunidad.   No podemos olvidar que el abordaje de estos trastornos suele ser complejo y requiere de la colaboración de diversos profesionales de la salud mental y la educación, entre otros. Además, la intervención temprana es esencial para la prevención de problemas más graves en la etapa adolescente y adulta.   Bibliografía Carmenate RID, Salas MY. Perfil clínico y epidemiológico de población infantil con manifestaciones psiquiátricas durante la pandemia de COVID-19. Rev Cubana Pediatr. 2021;93(1), 1-13.  Luengo Martin, M. Ángeles. (2014). Cómo intervenir en los problemas de conducta infantiles. Padres Y Maestros / Journal of Parents and Teachers, (356), 37–44. Recuperado a partir de Ver aquí  Rodríguez Hernández, P.J y Barrau Alonso, V.M. (2012). Trastornos del comportamiento. Pediatría Integral 2012; 16(10), 760-768  Quizá te interese leer sobre... ¿Qué es el análisis funcional de la conducta? Curso de psicoterapia conductual Formaciones que te pueden interesar ¡Estas son las formaciones online de Euroinnova que más te pueden interesar! MÁSTER COMPETENCIAS DIGITALES: Máster en Competencias Digitales en Educación MÁSTER EDUCACIÓN ESCUELA INCLUSIVA: Máster en Educación, Escuela Inclusiva y Atención a la Diversidad + Titulación Universitaria (5 Créditos ECTS) ...

Leer más
Solicita información
Equipo docente especializado

¡Muchas gracias!

Hemos recibido correctamente tus datos. En breve nos pondremos en contacto contigo.