Miguel Angel Aparicio Jimenez

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DOCENTE DE LA FACULTAD DE CIENCIAS


Foto de Miguel Angel Aparicio Jimenez

Biólogo especializado en biotecnología industrial. Doctor en biociencias y ciencias agroalimentarias por la Universidad de Córdoba en ámbitos relacionados con la microbiología y la fisiología vegetal. Gran vocación docente y apasionado de su materia de estudio. 

Icono de información Formación

  • Grado en Biología
  • Máster en Biotecnología
  • Doctorado en biociencias y ciencias agroalimentarias

Icono de información Experiencia

  • Alumno colaborador de los departamentos de Zoología y Bioquímica de la Universidad de Córdoba
  • Beca semillero de iniciación a la investigación de la Universidad de Córdoba
  • Personal técnico de apoyo en la Cátedra de Recursos Cinegéticos de la Universidad de Córdoba
  • Doctorando en los departamentos de Microbiología y Fisiología Vegetal
  • Estancia internacional en la Universidad de Utrecht (Países Bajos)
  • Profesor titular en Educa Network, S.L.U.

Artículos publicados

La cocina sostenible: un superpoder al alcance de todos

La cocina sostenible: un superpoder al alcance de todos

Imagina que pudieras hacerle un bien al planeta cada vez que comes. Y no, no es necesario renunciar a tus platos favoritos ni convertirte en chef profesional. La cocina sostenible es una de las prácticas más accesibles y efectivas para reducir nuestro impacto ambiental. Desde elegir ingredientes frescos y locales hasta evitar el desperdicio de alimentos, cada elección en la cocina cuenta. ¿Y si te dijera que esos pequeños cambios, además de cuidar al planeta, pueden transformar tu salud y hasta ahorrarte dinero? Suena atractivo, ¿no? ¿Qué es la cocina sostenible? La cocina sostenible implica preparar y consumir alimentos de una manera que minimice el impacto negativo en el medio ambiente y promueva la equidad social y económica. Esto significa elegir productos cultivados de forma ética, respetuosa con los ecosistemas, y emplear técnicas que reduzcan el desperdicio y el consumo excesivo de recursos. Esta práctica aboga por un enfoque equilibrado y consciente en cada aspecto, desde la selección de los ingredientes hasta la disposición de los restos. La sostenibilidad en la cocina no solo busca proteger el medio ambiente, sino también garantizar el bienestar a largo plazo de las personas y comunidades involucradas en la cadena de producción alimentaria. Al cambiar la forma en que cocinamos y consumimos, contribuimos a un sistema alimentario más justo y respetuoso con el planeta. Ingredientes sostenibles: ¿cómo y dónde elegirlos? Elegir ingredientes sostenibles es uno de los pilares de la cocina ecológica. Este enfoque nos anima a valorar lo que comemos y de dónde proviene. Los productos frescos, locales y de temporada no solo son más sabrosos, sino que requieren menos energía para ser transportados y almacenados. Cuando compras productos locales, reduces la "huella de carbono" asociada con el transporte de alimentos, lo que implica menos emisiones de CO₂ en el ambiente. Además, al apoyar a los productores locales, impulsas la economía de tu comunidad y fomentas el comercio justo. Elegir alimentos de temporada también reduce el consumo de recursos, ya que cada estación ofrece una variedad de productos naturales que requieren menos insumos para ser cultivados en sus tiempos óptimos. Esto no solo es más sostenible, sino que además garantiza que los alimentos tengan más nutrientes y mejor sabor. Optar por productos orgánicos o agroecológicos promueve la agricultura que respeta los ciclos naturales y limita el uso de pesticidas y fertilizantes químicos que afectan al suelo y a la biodiversidad. Consumir productos orgánicos es una forma de apoyar prácticas agrícolas más sostenibles y beneficiosas para el medio ambiente. Incorporar más proteínas vegetales en nuestra dieta es otra elección clave para la sostenibilidad. Aunque no es necesario renunciar a la carne para llevar una dieta sostenible, reducir su consumo y sustituirla por fuentes vegetales como legumbres, frutos secos y semillas puede hacer una gran diferencia. Además de ser nutritivas, estas opciones tienen una menor huella ambiental que la producción de carne. Reducción de desperdicios: la clave para una cocina sin residuos El desperdicio de alimentos es uno de los problemas más graves en el sistema alimentario mundial. Se estima que un tercio de todos los alimentos producidos se desperdicia, lo cual representa una enorme pérdida de recursos. Sin embargo, existen múltiples formas de reducir este impacto desde nuestra cocina. Planificar menús y compras es un primer paso importante. Antes de ir al mercado, planificar las comidas de la semana ayuda a optimizar el tiempo y evita la compra de productos innecesarios que puedan terminar en la basura. Al tener los menús planeados, se puede aprovechar cada ingrediente al máximo y evitar el desperdicio. Aprovechar las sobras es otra estrategia que disminuye el desperdicio. Aprender a darle una segunda vida a los restos de comida permite convertir platillos sobrantes en nuevas preparaciones al día siguiente o congelarlos para futuras comidas. Sopas, guisos y ensaladas son opciones ideales para reutilizar ingredientes y reducir la basura orgánica. Utilizar los alimentos de forma integral es una forma creativa de aprovecharlos al máximo. Muchas partes de vegetales y frutas que solemos desechar pueden ser útiles en otras preparaciones. Las cáscaras de ciertas frutas se pueden usar para hacer infusiones, mientras que los tallos de algunas verduras pueden añadir sabor a caldos y salsas. Incluso es posible aprovechar las semillas y cáscaras como abono para plantas, transformando residuos en recursos. El compostaje es una opción excelente para los restos de comida que no pueden reutilizarse. Este proceso natural convierte los residuos orgánicos en abono, que puede usarse en jardines o plantas en maceta. Al compostar, ayudamos a reducir la cantidad de basura en los vertederos y, al mismo tiempo, contribuimos a enriquecer el suelo de forma natural. Eficiencia energética en la cocina: cocinar sin desperdiciar energía La sostenibilidad también implica reducir el consumo de energía en la cocina. Desde cómo usamos los electrodomésticos hasta los métodos de cocción, cada acción suma o resta en nuestra huella energética. Usar los electrodomésticos de manera inteligente puede reducir considerablemente el gasto energético. Por ejemplo, tapar ollas y cacerolas al cocinar conserva el calor y reduce el tiempo de cocción. También se puede optar por el microondas o la olla de presión en lugar del horno, ya que estos electrodomésticos suelen requerir menos energía. Elegir utensilios de cocina adecuados también contribuye a la eficiencia. Las sartenes y ollas con fondo grueso y materiales de buena conducción calórica, como el acero inoxidable, retienen mejor el calor y distribuyen la temperatura de manera uniforme, lo que permite cocinar de forma más rápida y eficiente. La cocción en bloque es una estrategia que ayuda a ahorrar energía al máximo. Cocinar varios alimentos al mismo tiempo en el horno o preparar grandes cantidades para almacenar es una excelente manera de aprovechar el calor y también ahorra tiempo en futuras comidas. Para quienes tienen la posibilidad de utilizar energías renovables, como paneles solares, integrarlos en la cocina es una forma ideal de reducir el impacto ambiental y los costos de energía a largo plazo. Cocina sostenible y salud: una relación estrecha Uno de los beneficios menos comentados de la cocina sostenible es su impacto en la salud. Los alimentos locales, frescos y de temporada suelen ser más nutritivos que aquellos procesados o conservados. Además, al evitar el uso excesivo de productos químicos en la agricultura, se reduce la exposición a pesticidas y otros agentes nocivos. Una alimentación basada en productos frescos y ricos en proteínas vegetales también favorece una mejor digestión y contribuye a mantener un peso saludable. Reducir el consumo de carne y optar por grasas saludables provenientes de aceites vegetales y frutos secos contribuye a la salud cardiovascular y al bienestar en general. Conclusión: transformar la cocina en un acto de consciencia La cocina sostenible nos invita a ver la preparación de los alimentos como un acto de amor y responsabilidad. Cada elección, desde el ingrediente hasta la técnica de cocción, tiene el potencial de hacer una diferencia en la protección de nuestro planeta. Transformar tu cocina en un espacio sostenible no requiere grandes sacrificios; se trata de hacer pequeños ajustes que, al sumar, crean un impacto positivo. Si te ha gustado este curso, no te pierdas nuestro Curso de Alta Cocina: Innovación Culinaria. Quizá te interesa leer sobre... ¿Qué es la cocina de aprovechamiento? Cocina creativa y de autor Titulaciones que pueden interesarte ...

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La vida y el agua: conoce los ecosistemas acuáticos de agua dulce

La vida y el agua: conoce los ecosistemas acuáticos de agua dulce

Desde sus inicios, la vida ha estado intrínsecamente ligada al agua. Tanto es así, que en ausencia total de este elemento es impensable su existencia. Para que lo entiendas de otro modo,  todas las reacciones químicas y procesos metabólicos de las células ocurren en medio acuoso. ¿Por qué te cuento todo esto? Bien, si tenemos en cuenta la importancia clave que el agua tiene para los seres vivos, no es descabellado pensar que en torno a un curso de agua, la vida se diversifique mucho más y por ende, la biodiversidad sea mucho más elevada. En este sentido cobran mucha importancia los ecosistemas acuáticos, que ocupan en torno al 70% de la tierra. Pero lo que a nosotros nos interesa son los ecosistemas acuáticos de agua dulce. ¿Qué es un ecosistema de agua dulce? Se puede definir como un ecosistema de agua dulce a todo aquel cuerpo de agua con poca salinidad. Teniendo esto en cuenta, se pueden clasificar dentro de este grupo a los humedales, los ríos, los pantanos,   las ciénagas, etc. Muchos de estos cursos de agua pueden ser temporales, aparecer con las lluvias y desaparecer en la época estival. Existen dos categorías principales en las que pueden clasificarse los ecosistemas acuáticos con base en si el agua permanece en movimiento o estancada. Por un lado, estarían los ecosistemas lóticos cuando se forman corrientes como en ríos y arroyos. Por otra parte, estarían los ecosistemas lénticos, donde el agua permanece estancada, siendo el caso de lagos o lagunas. Ecosistemas lóticos: ríos y arroyos El dinamismo del agua afecta directamente a la fauna y flora que habitan en estos ambientes. Los organismos que viven en los ecosistemas lóticos han desarrollado adaptaciones específicas para sobrevivir en corrientes rápidas, como cuerpos aplanados, ganchos o ventosas para adherirse a las rocas, o la capacidad de nadar contracorriente. Los ríos, al fluir desde sus nacientes en las montañas hasta su desembocadura en el mar o en otro cuerpo de agua, atraviesan diferentes paisajes, lo que contribuye a la diversidad de hábitats a lo largo de su curso. En sus tramos altos, los ríos suelen ser rápidos y oxigenados, con aguas frías y claras que favorecen a especies como las truchas. A medida que el río desciende, el agua se vuelve más lenta y cálida, acumulando sedimentos y nutrientes, lo que permite el desarrollo de una vegetación más densa y la presencia de una mayor diversidad de especies. Además de su biodiversidad, los ríos desempeñan un papel fundamental en el transporte de nutrientes y sedimentos desde las áreas terrestres hacia otros ecosistemas acuáticos y marinos. Este transporte es esencial para mantener la fertilidad de las tierras agrícolas y la productividad de los estuarios y deltas, donde muchas especies marinas importantes para la pesca se reproducen. Ecosistemas lénticos: lagos y lagunas Por otro lado, los ecosistemas lénticos, como lagos y lagunas presentan características ecológicas distintas a las de los ríos. La ausencia de corriente permite que los sedimentos se depositen en el fondo, creando un ambiente propicio para una amplia variedad de especies de plantas acuáticas. Estas plantas, a su vez, proporcionan refugio y alimento a numerosos organismos, desde pequeños invertebrados hasta peces y aves. Los lagos y lagunas suelen presentar una zonificación horizontal y vertical. Horizontalmente, se pueden distinguir zonas cercanas a la orilla, conocidas como zonas litorales, que son ricas en vegetación y albergan una gran cantidad de especies. A medida que nos alejamos de la orilla, encontramos la zona pelágica, caracterizada por aguas más profundas y menos vegetación. Verticalmente, los lagos se estratifican en capas de agua con diferentes temperaturas y niveles de oxígeno. Esta estratificación afecta la distribución de los organismos dentro del lago, con especies adaptadas a vivir en las distintas capas. Un aspecto relevante de los ecosistemas lénticos es su papel en la captura y almacenamiento de carbono. Los lagos y humedales actúan como sumideros de carbono, capturando grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y almacenándolo en sedimentos. Esto ayuda a mitigar el cambio climático, aunque los cambios en el uso de la tierra y el calentamiento global pueden alterar estos procesos, liberando carbono almacenado y contribuyendo al calentamiento global. Los humedales, en decadencia Los humedales no son otra cosa que ecosistemas de transición entre ambientes terrestres y acuáticos. Un ejemplo de estos serían las marismas. Estos ecosistemas tienen la peculiaridad de que son extremadamente ricos en biodiversidad. Pueden tener agua de forma continua o bien estacional. La vegetación en los humedales está especialmente adaptada a vivir en condiciones de anoxia, que se dan debido a la saturación del suelo con agua. Plantas como los juncos, carrizos y manglares tienen sistemas de raíces especiales que les permiten sobrevivir en estos entornos. Además, los humedales son el hogar de muchas especies en peligro de extinción, que dependen de estos hábitats para su supervivencia. Sin embargo, a pesar de su importancia, los humedales están entre los ecosistemas más amenazados del planeta. La actividad humana, como la agricultura, la urbanización y la construcción de infraestructuras, ha llevado a la destrucción y degradación de vastas áreas de humedales en todo el mundo. Esta pérdida no solo afecta a la biodiversidad, sino que también compromete los servicios ecosistémicos que proporcionan, aumentando la vulnerabilidad de las comunidades humanas a los desastres naturales. Un ejemplo de esto son las marismas de Doñana, que están siendo fuertemente amenazadas por los regadíos ilegales y las nefastas políticas ambientales que se están llevando a cabo. Si te ha gustado este contenido, no te pierdas nuestro Curso de cálculo de la huella hídrica. Quizá te interese leer sobre... Consecuencias del desperdicio de agua ¿Qué es el desperdicio de agua? Todo sobre el nivel freático del suelo Titulaciones que te pueden interesar ...

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De donante a gestante y tiro porque me toca. Los secretos de la ovodonación

De donante a gestante y tiro porque me toca. Los secretos de la ovodonación

La ciencia reproductiva ha avanzado de manera significativa en las últimas décadas, proporcionando alternativas a parejas que enfrentan problemas de fertilidad. Una de estas soluciones es la ovodonación, un proceso en el cual una mujer dona sus óvulos a otra para que pueda concebir. Este método no solo plantea preguntas sobre la genética y la identidad biológica, sino que también invita a explorar el papel de la epigenética en el desarrollo del bebé. ¿Qué relación existe entre genética y epigenética? Para entender cómo la ovodonación y la epigenética se interrelacionan, primero debemos aclarar qué son la genética y la epigenética. La genética se refiere al estudio de los genes y cómo se heredan de una generación a otra. Los genes son segmentos de ADN que contienen las instrucciones para construir y mantener el organismo. Cada individuo recibe la mitad de sus genes de su madre y la otra mitad de su padre. Por otro lado, la epigenética se ocupa de los cambios en la expresión génica que no implican alteraciones en la secuencia del ADN. Estos cambios pueden ser influenciados por factores ambientales, estilos de vida, y condiciones de desarrollo, y pueden regular si un gen se activa o se desactiva. La epigenética es esencial porque, aunque heredamos nuestros genes, la forma en que se expresan puede variar y adaptarse en respuesta a nuestro entorno. ¿Qué es la ovodonación? La ovodonación es un procedimiento en el cual una mujer dona sus óvulos para que otra mujer pueda usarlos en tratamientos de fertilización in vitro (FIV). Este proceso es crucial para mujeres que no pueden producir óvulos viables, debido a diversas razones como la edad, fallos ováricos prematuros, o tratamientos médicos que afectan la fertilidad. Los óvulos donados se fertilizan con el esperma del padre en el laboratorio y luego se implantan en el útero de la receptora, quien llevará adelante el embarazo. ¿Cómo influye la epigenética en la ovodonación? Aunque el bebé concebido a través de ovodonación no comparte la carga genética con la madre gestante, la epigenética desempeña un papel crucial en el desarrollo del feto. Durante el embarazo, el ambiente uterino y las condiciones fisiológicas de la madre gestante pueden influir significativamente en la expresión de los genes del embrión. Este fenómeno se conoce como imprinting epigenético. El útero de la madre gestante proporciona un entorno único donde factores como la nutrición, el estrés, la exposición a toxinas y el estado de salud general pueden afectar cómo se activan o desactivan ciertos genes en el bebé. Por ejemplo, estudios han demostrado que la dieta de la madre gestante puede influir en la predisposición del niño a enfermedades metabólicas como la diabetes o la obesidad, mediante mecanismos epigenéticos. ¿Qué hereda el bebé de la madre gestante? El bebé hereda la totalidad de su material genético de los donantes de óvulos y esperma, lo cual define su información genética básica. Sin embargo, la madre gestante contribuye con mucho más que solo el entorno físico en el que se desarrolla el embrión. A través de procesos epigenéticos, la madre gestante puede influir en el desarrollo y la salud futura del bebé. El imprinting epigenético significa que, aunque los genes provienen de los donantes, la madre gestante puede afectar la expresión de estos genes de maneras que pueden perdurar toda la vida del individuo. Así, la madre gestante no solo proporciona un ambiente seguro para el desarrollo del feto, sino que también contribuye a moldear la expresión genética del bebé, con posibles implicaciones para su salud y comportamiento a largo plazo. En resumen, aunque el bebé resultante de una ovodonación no comparte el ADN de la madre gestante, la influencia epigenética asegura que la madre gestante desempeñe un papel vital en el desarrollo y la salud del niño. Este campo emergente de la epigenética revela que la herencia biológica es más compleja que la simple transmisión de ADN, y que el entorno uterino y las condiciones de la madre gestante son fundamentales en la formación del nuevo individuo. La ovodonación y la epigenética nos invitan a reconsiderar las nociones tradicionales de herencia y maternidad, destacando cómo la ciencia moderna desafía y expande nuestra comprensión de la biología humana. Así, en la unión de genética y epigenética, encontramos una nueva dimensión de la maternidad, donde la madre gestante, a través de su cuerpo y entorno, deja una marca indeleble en la vida de su hijo, más allá de los genes. Si te ha gustado este contenido, no te pierdas nuestro Curso en genética en reproducción. Quizá te interese leer sobre... ¿Qué estudia la genética? Principales ramas de la genética Otras titulaciones que pueden interesarte  Especialista en Neuropsicología de las Enfermedades Neurodegenerativas  Curso Enfermedad de Gaucher y la Afectación Neurológica  Curso de Especialista en Genética Humana  ...

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