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Los combustibles fósiles han sido, tanto en un sentido literal como figurado, los motores de la revolución industrial y de hecho, siguen vigentes hasta nuestros días. Si bien su descubrimiento y utilización han impulsado de sobremanera el crecimiento de las civilizaciones, de la economía y la tecnología, han tenido un impacto más que negativo en el medio ambiente. No hay más que ver los estragos del cambio climático en la actualidad.
Como respuesta a esta problemática, las energías renovables cada vez están cobrando una mayor importancia y relevancia y nos presentan una forma de continuar con el desarrollo tecnológico de una forma más sostenible para el medio ambiente.
El biogás no es otra cosa que el resultado de la descomposición de materia orgánica húmeda por la acción microbiana en condiciones de anaerobiosis.
El biogás se considera una fuente de energía renovable, al contrario que los combustibles fósiles, porque procede de biomasa, y para que esta biomasa haya sido generada, a su vez, el productor primario del que proviene, ha tenido que hacer la fotosíntesis, es decir, ha obtenido la energía del sol.
En realidad, sin que haya una planta industrial de por medio, el biogás se genera de forma natural tras la descomposición normal de la materia orgánica. Entre alguno de los gases principales que se generan derivados de este proceso, se genera metano. En el ámbito de las energías renovables, recibe el nombre de biometano.
En definitiva, el bimetano o biogás, se produce a partir de los residuos procedentes de la agricultura, estiércol de ganado vacuno o de ave. Estos residuos se almacenan en un biorreactor, que será calentado para acelerar su descomposición en condiciones de anaerobiosis. Los residuos físicos, que reciben el nombre de digestato, son utilizados como fertilizante posteriormente en el ámbito de la agricultura. Por su parte, el biogás se quema para producir energía (calefacción, electricidad, cocina, iluminación…).
Los países desarrollados utilizan plantas a gran escala para la producción y utilización de biogás.
Entrando en más detalle en lo que a la producción de biogás se refiere, esta consta de dos fases principales. Una inicial en la que se forma ácido y otra posterior en la que se forma el metano.
En la primera fase, las proteínas, los carbohidratos y las grasas se descomponen en monómeros (aminoácidos, ácidos grasos y alcoholes). En una segunda fase, se forman, además de metano, dióxido de carbono y amonio. Cuanto mejor se fusionen las dos fases, más corto será el proceso de digestión.
Existen varios tipos de digestión dependiendo de la temperatura del digestor:
Por un lado, estaría la digestión psicrófila (cuando se produce entre los 10 y los 20 ºC). Esta tarda en torno a unos 100 días en llevarse a cabo. En unas temperaturas medias (entre los 20 y los 35 ºC) tenemos la digestión mesófila, que tardaría en torno a unos 20 días en completarse. Por último, la opción más rápida y eficiente sería la digestión termofílica (que se daría entre los 50 y 60 ºC). Esta última llevaría un tiempo de retención asociado de 8 días solamente.
Para monitorizar que el proceso de fermentación se está llevando a cabo sin problemas, se suelen tomar datos de pH. Si este se mantiene cercano a 7, es decir, un pH neutro, se puede intuir que todo está funcionando correctamente.
El biogás es una fuente de energía renovable que ayuda a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y la dependencia de combustibles fósiles. Su producción permite gestionar residuos agrícolas y urbanos, minimizando su impacto ambiental. Además, genera empleo y el digestato resultante puede utilizarse como fertilizante.
A pesar de sus ventajas, el costo inicial de una planta de biogás es elevado, dependiendo de su escala y tecnología. No obstante, su rentabilidad aumenta a largo plazo gracias a la reducción de costos energéticos y los incentivos gubernamentales.
El futuro del biogás depende del apoyo institucional y el desarrollo tecnológico. Su combinación con otras energías renovables podría mejorar la sostenibilidad del sistema energético global. Con avances en eficiencia y mayor inversión, el biogás tiene potencial para desempeñar un papel clave en la transición hacia un modelo energético más ecológico y resiliente.
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Alengebawy, A., Ran, Y., Osman, A. I., Jin, K., Samer, M., & Ai, P. (2024). Anaerobic digestion of agricultural waste for biogas production and sustainable bioenergy recovery: a review. Environmental Chemistry Letters, 1-28.
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Sasse, L. (1988). Biogas plants. Vieweg & Sohn. Wiesbaden.
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