Leishmaniasis en perros: síntomas, diagnóstico y tratamiento
La leishmaniasis en perros es una enfermedad grave causada por parásitos del género Leishmania, transmitidos principalmente por la picadura de ciertos tipos de mosquitos. Esta afección representa un riesgo significativo para la salud canina debido a su potencial para causar síntomas severos y complicaciones crónicas si no se diagnostica y trata a tiempo.
En lo que sigue, te contamos en qué consiste la leishmaniasis en perros, sus tipos y síntomas, así como los métodos de diagnóstico, tratamiento y prevención. ¡Esto te interesa!
Leishmaniasis en perros: tipos y sintomatología clínica
La leishmaniosis se clasifica en dos tipos: visceral y cutánea. En el primer caso, los parásitos provocan daños en tejidos como el hígado y los riñones. Por su parte, el segundo tipo está relacionado con lesiones severas en la piel. La afectación de este órgano se manifiesta, principalmente, a través de la dermatitis.
Ahora bien, la sintomatología se clasifica en dos tipos. Veámoslos:
Multiplicación del parásito
Este caso se caracteriza por la inflamación crónica causada por macrófagos. Como consecuencia de la acumulación de estos en ciertos tejidos, ocurre daño tisular, sobre todo, en órganos vitales como el hígado (hepatitis), riñones (nefritis) y piel (dermatitis). La respuesta inmunitaria del cuerpo conduce al desarrollo de estas condiciones.
Localización anatómica
En este caso, los parásitos se localizan en la piel y los tejidos subcutáneos, lo que resulta en ulceraciones y nódulos. Esta sintomatología se entiende a partir de la ocurrencia de vasculitis, así como la inflamación de los ganglios linfáticos. Los patógenos inciden en el correcto funcionamiento celular.
¿Cómo se contagia la leishmaniasis en perros?
La leishmaniasis se contagia por la picadura de un mosquito común en la cuenca del Mediterráneo, donde la temperatura y las condiciones climática son propias para la reproducción del insecto. Se trata del mosquito flebótomo (Phlebotomus perniciosus), que opera como vector para la transmisión del parásito del género Leishmania.
Para que el contagio ocurra, se toma en cuenta que el vector sea la hembra, quien necesita alimentarse de sangre para completar el proceso de ovoposición. Si esto coincide con que el mosquito sea portador del parásito, su picadura significa el contagio del perro con esta enfermedad parasitaria.
Tras el contagio, el parásito se multiplica en el cuerpo, por lo que produce una rápida respuesta inmunológica. Los primeros síntomas son demostración de la afectación del sistema inmunitario del perro. Sin una pronta intervención, las consecuencias pueden ser fatales debido a la proliferación y acumulación de macrófagos (potentes inmunosupresores).
Síntomas de un perro con leishmaniasis
Los síntomas de la leishmaniasis en perros varían según la gravedad y la localización del parásito. Pueden presentarse de forma leve a severa. ¿Cuáles son estos síntomas? Veamos:
Lesiones en la piel. Se manifiestan como llagas, nódulos, descamación e irritación. Pueden ser localizadas o generalizadas.
Ulceración. Ocurre en áreas sin pelo como los órganos sexuales, los labios e incluso la nariz. Estas úlceras no cicatrizan.
Problemas renales. La nefritis es una inflamación de los riñones que puede llevar a insuficiencia renal.
Sangrado de nariz. La epistaxis en perros puede ser causada por la leishmaniasis. Se trata de un síntoma que da cuenta del avance de la enfermedad
Artritis. La respuesta inmunitaria ante el parásito genera inflamación crónica en las articulaciones, lo que produce dificultad para moverse, cojera y dolor.
Hiperqueratosis. Esta se manifiesta como un engrosamiento de la piel, especialmente en la trufa y las almohadillas plantares.
Onicogrifosis. Se trata del crecimiento anormal y excesivo de las uñas, síntoma reconocido como síntoma propio de la infección por leishmaniasis.
Pérdida de peso. Este síntoma viene de la mano de la inapetencia, la atrofia muscular y la anemia no regenerativa. Concurre con la falta de vitalidad y energía.
Diagnóstico de la leishmaniasis en perros
El diagnóstico de la leishmaniasis se realiza mediante los siguientes procedimientos.
En primer lugar, tras haber observado la concurrencia de algunos de los síntomas antes mencionados, se lleva al perro a una cita en el veterinario, quien realizará una rápida revisión física para valorar la posibilidad de infección por leishmaniasis.
Tras esto, en segundo lugar, para solventar cualquier sospecha, el veterinario realiza una analítica de sangre para conocer la existencia de anticuerpos que demuestran el desarrollo de la enfermedad. Si el resultado es positivo, se realizan pruebas complementarias como ELISA, PCR u otros exámenes indagatorios de presencia del parásito en tejidos (biopsia).
Tratamiento de la leishmaniasis en perros
El tratamiento de la leishmaniasis en perros es farmacológico. Se administra medicación específica en diferentes momentos, a saber:
Primera parte del tratamiento: posee una duración de al menos un mes.
Segunda parte del tratamiento: se extiende hasta los seis meses para terminar de controlar la enfermedad.
Si hay órganos afectados, la medicación podría incluir otro tipo de fármacos para mejorar la salud general del perro. Se incluye, asimismo, tratamientos adicionales para evitar la recaída o el empeoramiento de la salud del animal.
Prevención de la leishmaniasis en perros
Estas son las principales medidas para la prevención de leishmaniasis en perros:
Los repelentes, en cualquier presentación, son efectivos para espantar a los mosquitos portadores de leishmaniasis. La prevención de la picadura es la principal medida que deben implementar los amos.
La aplicación de la vacuna contra la leishmaniasis es también una acción apropiada, sobre todo, en zonas en donde este parásito es endémico. Aunque evite el desarrollo de la enfermedad, mengua la progresión de esta.
Existe la posibilidad de administrar fármacos para incrementar la respuesta inmunitaria de los perros. Esta medida contribuye a fortalecer el sistema inmunitario, lo que ayuda combatir el daño celular y la progresión de la enfermedad.
Tampoco debe olvidarse la posibilidad de realizar, con cierta periodicidad, pruebas serológicas para detectar la enfermedad en sus etapas iniciales. Esto favorece una mejor respuesta mediante tratamientos oportunos.
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