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Es claro, comer sano y tener un cuerpo visualmente fuerte y saludable, no es malo, al contrario, es algo deseable por muchos, no obstante, cuando esto se convierte en una obsesión, el efecto puede ser totalmente adverso a lo que se espera. Ejemplo de esto son la ortorexia y la vigorexia.
Cada día la alimentación saludable genera mayor interés, pues esta supuestamente debe generar más salud y por supuesto, mayor bienestar. Sin embargo, la búsqueda de la perfección en cuanto a estos temas se trata, puede ocasionar trastornos alimenticios, entre los más comunes: la anorexia, la bulimia, la ortorexia y la vigorexia, entre otras. Las dos últimas un poco menos conocidas, por eso ampliaremos información aquí.
Comencemos con la ortorexia esta es la obsesión por la alimentación saludable. Es decir, es un trastorno que se caracteriza por una obsesión patológica por la comida saludable. Las personas que lo padecen se suelen concentrar en un 100% en la calidad de los alimentos, hasta ahí todo parece normal, el problema es que lo llevan al extremo, es decir, no comen ningún alimento que consideren ‘no saludable’ y esto hace que excluyan muchos grupos de alimentos que son necesarios. Además, los excluye socialmente porque se vuelven más estrictos a la hora de comer, por lo que nada cumple sus requerimientos.
Por otro lado, la vigorexia es el extremo de la limpieza alimentaria, es decir, es una obsesión de eliminar cualquier rastro de gérmenes de las bebidas o alimentos que se consumen. Esto los lleva incluso a usar productos químicos para limpiarlos, lo que además les puede causar mucho estrés.
La ortorexia y vigorexia reflejan una obsesión desmedida por aspectos específicos del estilo de vida saludable, pero difieren significativamente en sus manifestaciones y efectos.
Obsesión por la alimentación saludable. La ortorexia se caracteriza por una preocupación extrema por la calidad de los alimentos ingeridos. Las personas que padecen este trastorno dedican gran parte de su tiempo a planificar, seleccionar y preparar comidas que consideran saludables.
Restricciones alimentarias. Estas restricciones pueden llevar a una dieta muy limitada, excluyendo grupos completos de alimentos. Esto no solo afecta la salud física por la falta de nutrientes esenciales, sino que también puede aislar socialmente al individuo.
Impacto psicológico. La necesidad compulsiva de comer "de manera correcta" puede generar ansiedad, culpa y sentimientos de inferioridad cuando no se cumplen los estándares autoimpuestos.
Obsesión por la Musculatura. La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, se centra en la percepción distorsionada de la imagen corporal. Los individuos afectados sienten que nunca son lo suficientemente musculosos.
Rutinas de ejercicio extenuantes. Para alcanzar su objetivo de un cuerpo musculoso, las personas con vigorexia pueden someterse a regímenes de ejercicio excesivos, a menudo pasando horas en el gimnasio.
Uso de suplementos y esteroide. En la búsqueda de un desarrollo muscular rápido, algunos recurren al uso de suplementos dietéticos y, en casos más extremos, a esteroides anabólicos, lo que conlleva riesgos graves para la salud.
Estos trastornos tienen varios riesgos importantes para la salud integral de quienes los padecen. Estos son los más comunes:
Desequilibrios nutricionales. La obsesión les impide comer de manera normal, por lo que pueden dejar de ingerir algún alimento lo que causaría déficit en algunas vitaminas y minerales. Además, al no poder controlar siempre lo que comen, muchas veces preferirán no comer.
Impacto en la salud mental. La obsesión puede generar angustia y depresión, incluso aislamiento social. Lo que repercute negativamente en la calidad de vida de
Desencadenan otros problemas. Ambos trastornos pueden desencadenar en otros, como la bulimia y la anorexia, lo que origina comportamientos y negativos hacia los alimentos.
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