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En el ámbito médico, las suturas son parte imprescindible en la cicatrización de heridas y en la reparación de tejidos. Desde tiempos antiguos, se han utilizado diferentes materiales y técnicas para unir tejidos, pero la evolución de la medicina ha perfeccionado estos métodos, haciéndolos más seguros y eficaces. Esto, a su vez, ha favorecido que las recuperaciones postquirúrgicas sean más rápidas y efectivas.
Las suturas pueden clasificarse de diversas maneras, pero las categorías más comunes son según su origen, su estructura y su capacidad de absorción.
Según su origen, podemos distinguir entre las suturas naturales y las suturas sintéticas. Las primeras se obtienen de materiales biológicos.
Ejemplos comunes incluyen el catgut (derivado del intestino de ovejas o vacas), y la seda, obtenida de los capullos de gusanos de seda. Las suturas naturales son biocompatibles, pero su degradación puede variar, lo que puede afectar la cicatrización.
Las suturas sintéticas están fabricadas a partir de polímeros. Estas incluyen materiales como poliglactina (Vicryl), polidioxanona (PDS) y ácido poliglicólico (Dexon). Estas suturas tienden a ser más uniformes en su comportamiento y tienen un perfil de degradación más predecible en comparación con las naturales.
Con base en su estructura podemos diferenciar las suturas monofilamentos y las suturas multifilamentos. Las suturas monofilamentos están hechas de una sola hebra de material. Ejemplos incluyen el nylon (Ethilon) y el polipropileno (Prolene). Una de sus grandes ventajas es que causan menos reacción tisular y tienen menor riesgo de infección, ya que su superficie lisa permite menos colonización bacteriana.
Sin embargo, son más difíciles de manejar debido a su menor flexibilidad. Las suturas multifilamentos están compuestas por múltiples hebras trenzadas o retorcidas, como la seda y la poliglactina (Vicryl). Son más fáciles de manipular y anudar, pero tienen una mayor tendencia a provocar reacciones tisulares y pueden albergar bacterias en sus intersticios.
Finalmente, según su capacidad de absorción se pueden clasificar en suturas absorbibles y suturas no absorbibles. Las primeras se degradan y son absorbidas por el cuerpo con el tiempo. Se utilizan en tejidos internos donde no se requiere la extracción de la sutura. Ejemplos incluyen el catgut, poliglactina y poliglecaprone.
Son útiles en tejidos que sanan rápidamente, como el intestino o la vejiga. Las no absorbibles no se degradan y pueden permanecer indefinidamente en el cuerpo. Son ideales para la piel y otras áreas donde se necesita soporte a largo plazo. Ejemplos incluyen nylon, polipropileno y seda. A menudo se utilizan en procedimientos cardiovasculares y ortopédicos.
Otra clasificación que no se usa tanto, pero también es útil en determinadas circunstancias es catalogar las suturas según su uso.
Las suturas para la piel están diseñadas específicamente para el cierre de heridas cutáneas. Pueden ser absorbibles o no absorbibles. Las suturas absorbibles, como el poliglecaprone, se utilizan para heridas superficiales que sanan rápidamente, mientras que las no absorbibles, como el nylon, son ideales para cierres que requieren una mayor resistencia a largo plazo.
Las suturas internas son utilizadas para cerrar capas internas de tejidos. Las suturas absorbibles son las más comunes en este tipo, ya que se degradan con el tiempo sin necesidad de ser retiradas. Las suturas especializadas incluyen suturas diseñadas para aplicaciones específicas, como las suturas cardiovasculares, oftálmicas y ortopédicas. Cada tipo está adaptado para las características particulares del tejido en el que se utilizan.
La elección del tipo de sutura depende de múltiples factores que el cirujano debe considerar cuidadosamente. Por ejemplo, diferentes tejidos tienen distintos requerimientos de sutura (la piel y los músculos pueden necesitar suturas más fuertes y duraderas, mientras que los tejidos internos blandos pueden requerir suturas absorbibles).
Las suturas absorbibles son preferidas en tejidos que sanan rápidamente, mientras que las no absorbibles son más adecuadas para tejidos que requieren un soporte prolongado. Además, las suturas para áreas de alta tensión, como las articulaciones, deben ser más fuertes y duraderas. Las heridas faciales, por otro lado, pueden requerir suturas finas para minimizar las cicatrices. Finalmente, la presencia de enfermedades como la diabetes o la inmunosupresión puede influir en la elección de la sutura, dado que estas condiciones pueden afectar el proceso de cicatrización.
Además del tipo de sutura, la técnica utilizada para aplicarla es fundamental para el éxito del cierre de la herida. Algunas de más comunes incluyen la sutura simple, que consiste en pasar la aguja y el hilo de un lado de la herida al otro y luego atar un nudo. Al ser la técnica más básica y las más rápidas es muy utilizada en la actualidad, especialmente en procedimientos de urgencia.
La sutura continua se lleva a cabo a través de una serie de puntos continuos sin cortar el hilo entre cada punto, proporcionando una distribución uniforme de la tensión a lo largo de la herida y resultando útil para largas incisiones. Es muy frecuente en procedimiento de larga duración y en donde deben coserse amplias zonas corporales.
La sutura intradérmica, realizada dentro de la dermis, es ideal para heridas estéticas donde se desea minimizar las cicatrices visibles. Finalmente, en zonas de alta tensión se emplean nuevas técnicas como la sutura en U o la sutura en X, que son utilizadas en áreas donde la fuerza que debe soportar la herida es significativa.
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