Curso de Oncología: Anemia y Cáncer (Titulación Universitaria + 8 Créditos ECTS)
Índice
La anemia microcítica es una condición caracterizada por la presencia de glóbulos rojos más pequeños de lo normal. Este fenómeno se asocia, comúnmente, con una disminución de la cantidad de hemoglobina en los glóbulos rojos, lo que resulta en una capacidad reducida para transportar oxígeno a los tejidos y órganos del cuerpo.
La anemia por deficiencia de hierro, conocida por sus siglas en inglés como IRIDA (iron deficiency anemia), es una entidad clínica descrita inicialmente en 1981. Su origen se atribuye a una sobreexpresión de hepcidina, un péptido regulador del transporte de hierro.
La ferroportina, responsable en el enterocito del transporte intracelular del hierro desde la luz intestinal a la circulación y viceversa en los macrófagos, desempeña un papel central en este proceso.
La hepcidina, al actuar sobre la ferroportina, regula tanto la absorción de hierro desde la mucosa intestinal como su liberación desde los depósitos a la médula ósea para la eritropoyesis. La sobreexpresión de hepcidina lleva a la retención de ferroportina dentro de la célula, dificultando el paso del hierro a la circulación.
Entre las causas predominantes de anemia microcítica, los trastornos asociados al hierro, especialmente la deficiencia de hierro, ocupan un lugar destacado. La deficiencia de hierro se erige como el principal factor subyacente en numerosos casos de anemia microcítica. Este trastorno puede manifestarse debido a diversas circunstancias, como una ingesta dietética insuficiente de hierro, pérdida crónica de sangre (como la que acontece en situaciones de sangrado gastrointestinal), o una absorción inadecuada de hierro por parte del organismo.
La deficiencia de hierro, en su esencia, se vincula estrechamente a factores dietéticos, ya que una alimentación carente de fuentes adecuadas de hierro puede conducir a una disminución progresiva de los niveles de este mineral esencial para la formación de hemoglobina. Asimismo, situaciones de pérdida de sangre prolongada, como aquellas asociadas a problemas gastrointestinales, contribuyen significativamente al agotamiento de las reservas de hierro en el organismo, precipitando así el desarrollo de anemia microcítica.
Además de la deficiencia de hierro, existen otras causas relevantes de anemia microcítica que merecen atención. Los trastornos genéticos, como las talasemias, caracterizadas por una producción anormal de hemoglobina, representan una categoría significativa. En estas condiciones, la alteración genética afecta la síntesis de la hemoglobina, comprometiendo la capacidad de los glóbulos rojos para transportar oxígeno de manera eficaz. Las anemias sideroblásticas, por otro lado, destacan por presentar una alteración en la síntesis del grupo hemo, un componente esencial de la hemoglobina. Estas condiciones, aunque menos comunes, contribuyen a la pool de causas de anemia microcítica.
Adicionalmente, enfermedades crónicas, infecciones persistentes o inflamaciones prolongadas pueden desencadenar o agravar la anemia microcítica. Los mecanismos asociados a estas situaciones incluyen la liberación inapropiada de citocinas inflamatorias que afectan negativamente la disponibilidad y utilización del hierro en el organismo.
En el caso de anemias hipocrómicas asociadas a la deficiencia de hierro, el tratamiento principal implica la administración de suplementos de hierro. Estos pueden ser formulados de manera oral o, en casos más severos o de mala absorción, mediante infusiones intravenosas.
Además de los suplementos, se puede recomendar una dieta que sea rica en alimentos con alto contenido de hierro, como carnes magras, legumbres, espinacas y cereales fortificados. Si la anemia hipocrómica es secundaria a una enfermedad subyacente, como trastornos inflamatorios crónicos o enfermedades crónicas del riñón, el tratamiento debería dirigirse hacia la gestión de esa condición específica.
En situaciones de anemia severa o en casos de urgencia, como en sangrados agudos o cirugías, se pueden realizar transfusiones de sangre para elevar rápidamente los niveles de hemoglobina y mejorar los síntomas. En el caso de anemias hipocrómicas hereditarias, como las talasemias, se pueden requerir enfoques específicos según la gravedad y presentación clínica. Esto podría incluir transfusiones regulares, terapias quelantes de hierro y, en algunos casos, trasplantes de médula ósea.
En niños, y según la Sociedad Española de Pediatría, una causa común de anemia microcítica es la deficiencia de hierro, especialmente durante la lactancia y el inicio de la alimentación complementaria. La transición a una dieta sólida puede influir en la ingesta de hierro, y la falta de este mineral esencial puede llevar al desarrollo de anemia microcítica. Otras causas potenciales en la infancia incluyen trastornos genéticos como las talasemias, que pueden presentarse en algunas poblaciones específicas.
Durante la adolescencia, el rápido crecimiento y desarrollo pueden aumentar las demandas de hierro, especialmente en las adolescentes debido a la menstruación. En adultos, la anemia microcítica sigue siendo frecuentemente causada por la deficiencia de hierro. Las causas pueden variar, desde una dieta pobre en hierro hasta pérdida crónica de sangre debido a condiciones como úlceras gastrointestinales, pólipos intestinales o trastornos menstruales en mujeres. También pueden ser relevantes en esta etapa trastornos genéticos como las talasemias y las anemias sideroblásticas,
En personas mayores, la anemia microcítica puede ser el resultado de múltiples factores, incluyendo una dieta deficiente, pérdida de sangre gastrointestinal por problemas como úlceras o pólipos, o enfermedades crónicas. La disminución en la capacidad del organismo para absorber y utilizar el hierro puede contribuir al desarrollo de anemia microcítica en la población anciana.
Algunos tipos de cáncer, especialmente aquellos ubicados en el tracto gastrointestinal, pueden causar pérdida crónica de sangre debido a ulceraciones, tumores o sangrado interno. Esta pérdida de sangre constante puede llevar a la deficiencia de hierro y, como consecuencia, a la anemia microcítica. Los tratamientos para el cáncer, como la quimioterapia y la radioterapia, pueden afectar la médula ósea, donde se producen los glóbulos rojos. Esto puede resultar en una disminución de la producción de glóbulos rojos, incluyendo aquellos con tamaño reducido, dando lugar a una anemia microcítica.
Tal y como aclara la Sociedad Española de Oncología, algunos tipos de cáncer pueden desencadenar respuestas inflamatorias crónicas en el cuerpo. La inflamación persistente puede afectar la disponibilidad y la utilización del hierro, contribuyendo a la anemia de enfermedades crónicas, que a menudo se manifiesta como anemia microcítica. En casos avanzados de cáncer, la enfermedad puede propagarse a la médula ósea, interfiriendo directamente con la producción normal de células sanguíneas, incluyendo los glóbulos rojos. Esto puede dar lugar a una anemia, posiblemente de tipo microcítica.
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