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El término malware proviene de la combinación de las palabras "malicious" (malicioso) y "software" (programa) y hace referencia a cualquier tipo de software malicioso diseñado para infiltrarse, dañar o tomar el control de sistemas informáticos sin el consentimiento del usuario.
Estos programas pueden afectar sistemas operativos, dispositivos móviles y navegadores web, causando pérdidas de información, fallos en el rendimiento y, en algunos casos, comprometiendo datos personales y financieros.
Existen diversos tipos de malware, cada uno con funciones específicas para llevar a cabo sus ataques. Algunos de los más comunes son:
Virus informáticos: se adjuntan a programas legítimos y se activan cuando estos se ejecutan. Un ejemplo es el virus "ILOVEYOU", que se propagó mediante archivos adjuntos de correo electrónico.
Troyanos: se presentan como software legítimo, pero una vez ejecutados, permiten el acceso no autorizado al sistema. Un caso famoso fue "Zeus", utilizado para robar credenciales de inicio de sesión y números de tarjetas de crédito.
Ransomware: bloquea el acceso a archivos o al sistema y exige un pago para su liberación. WannaCry es un ejemplo de ransomware que afectó a miles de dispositivos infectados en 2017.
Spyware: recopila información sin el conocimiento del usuario, como contraseñas y datos bancarios. Un caso común es "Keylogger", que registra lo que el usuario escribe en el teclado.
Adware: muestra anuncios emergentes intrusivos, ralentizando el sistema y afectando la experiencia de navegación.
Gusanos informáticos: se propagan automáticamente sin necesidad de intervención del usuario, explotando vulnerabilidades en redes y sistemas.
Los ataques de malware pueden llegar a los usuarios de distintas formas, siendo los correos electrónicos una de las vías más comunes.
Los archivos adjuntos de correo electrónico pueden contener código malicioso que, al abrirse, descarga e instala el malware en el equipo.
Otro método de propagación es el phishing, donde los atacantes envían correos falsificados que imitan entidades legítimas para engañar a los usuarios y robar sus credenciales de inicio de sesión. También, el malware puede infiltrarse a través de navegadores web, cuando los usuarios visitan sitios comprometidos o descargan software de fuentes no confiables.
Para evitar que los dispositivos sean infectados con malware, es fundamental seguir buenas prácticas de seguridad:
En definitiva, el malware representa una de las principales amenazas para la seguridad digital. Su impacto puede ir desde la ralentización del sistema hasta la filtración de datos financieros. La prevención y el uso de herramientas de seguridad son esenciales para reducir los riesgos de sufrir ataques de malware.
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