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El almacenamiento en la nube se ha convertido en una alternativa al tradicional almacenamiento en soportes físicos como los discos duros o memorias USB. El avance de la tecnología, que va de la mano de internet y sus redes cada vez más rápidas, ha permitido el desarrollo de una solución tecnológica que permite el acceso a servicios con tan solo tener un dispositivo electrónico. La nube es, en este sentido, tanto el presente como el futuro de la gestión de datos, pero también de la manera en la que se comprender el trabajo colaborativo y el almacenamiento de archivos relevantes para empresas, instituciones y personas. En este texto, ahondamos más en qué es el almacenamiento en la nube.
El almacenamiento en la nube (cloud storage) es un servicio que, con base en la conexión a internet, permite guardar y gestionar diferentes tipos de archivos, ya que los servidores remotos donde estos se alojan pertenecen a proveedores de almacenamiento. En efecto, estos se ofrecen como centros de datos que facilitan no solo la creación de copias de seguridad, sino también la colaboración entre usuarios y dispositivos. Así, en cuanto sistema de almacenamiento, contribuye a acceder a los datos, ya sean personales o empresariales, en cualquier lugar y momento de manera segura y veloz.
Si bien uno de sus usos está orientado a la gestión de archivos y carpetas personales, las soluciones de almacenamiento en la nube han sido adoptadas por las empresas como un método barato, seguro, eficiente y flexible para almacenar datos de forma escalable. Para esto, los proveedores desarrollan y ponen a disposición de sus usuarios infraestructuras, redes y plataformas idóneas para aprovechar al máximo la capacidad de almacenamiento contratada. A esto también se le conoce como servicio en la nube o cloud computing services for business.
Ahora bien, las opciones de almacenamiento en la nube han crecido exponencialmente en los últimos años debido a sus ventajas frente al almacenamiento en soportes físicos como los discos duros, las unidades de estado sólido, las memorias USB, las tarjetas de memoria, entre otros. Las opciones más populares pertenecen a Google (Google Drive), Microsoft (OneDrive) y Apple (iCloud), aunque también destacan MEGA, Dropbox y Amazon (Amazon Drive). Ofrecen un plan gratuito con gigabytes limitados y opciones de pago de mayor capacidad.
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El funcionamiento de la nube es, en principio, sencilla: los usuarios acceden a una plataforma cuya interfaz permite subir, gestionar, descargar y visualizar una gran variedad de objetivos. Incluso, dependiendo del servicio, es posible la edición y autoguardado de versiones de documentos, hojas de cálculo, entre otros. Pero ¿qué hay detrás de esto?
Como se ha mencionado, el almacenamiento en la nube es posible gracias a los centros de datos distribuidos estratégicamente en todo el mundo. Estos se les conoce como servidos y su ubicación depende de factores como la eficiencia energética, la proximidad a los usuarios, las normativas locales y la estabilidad geográfica, ya que dependen de una infraestructura física.
El almacenamiento inicia cuando un dispositivo envía datos hacia el servidor que puede encontrarse en uno o varios sitios a la vez, esto en atención al desarrollo de la nube distribuida. En este punto, junto con el hardware que permite recibir los datos, se encuentra la infraestructura de software cuya función es ejercer como intermediaria entre las necesidades del usuario y la gestión de los servicios en la nube. El fin de esto es facilitar el acceso rápido, seguro y eficiente a la información almacenada. Aquí entran en juego las máquinas virtuales, que establecen nexos entre el hardware y el software.
Se cuentan en total tres modelos de almacenamiento en la nube. Estos se eligen según las necesidades de los usuarios –por ejemplo, empresas –, quienes optar por uno o por otro en función de los datos que serán almacenados y gestionados en estos espacios virtuales. Veámoslos a continuación.
Nube pública. Este modelo de almacenamiento está destinado a usuarios que no requieren servicios con infraestructura propia. En otras palabras, está disponible para el uso de datos no estructurados. Se trata de una de las opciones más comunes para administrar archivos y datos de manera flexible.
Nube privada. En este caso, los servicios y recursos de la nube se orientan a un solo usuario, quien los necesita para usos específicos. Una particularidad de la nube privada es que ofrece un nivel superior de privacidad, ya que se incluye un firewall para fortalecer la seguridad e integridad de los datos.
Nube híbrida. La nube híbrida, por su parte, combina elementos de los modelos antes mencionados. Cuando una empresa opta por este tipo de almacenamiento de datos, lo hace porque busca no solo seguridad, sino también flexibilidad, donde uno de los componentes adicionales es el ahorro de recursos. Así, este usuario usa ambos tipos de infraestructura para, por un lado, garantizar un entorno privado y, por otro, administrar datos no estructurados.
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Pero los servicios de cloud computing (computación en la nube), que incluyen el almacenamiento, no solo se circunscriben al almacenaje de archivos, datos y otros objetivos. También cuentan con servicios idóneos para que las empresas puedan realizar sus actividades sin necesidad de invertir ingentes cantidades de dinero en la construcción de infraestructuras propias de software y hardware. Pero ¿cuáles son estos usos? Se comprenden al menos tres tipos, cuya clasificación depende de las funcionalidades requiere la empresa.
Servicios de IaaS. Consisten en la contratación de servicios de hardware, almacenamiento y virtualización mediante máquinas virtuales. Esta infraestructura ofrece los elementos básicos para el trabajo en el área de IT.
Servicios PaaS. Las empresas contratan plataformas PaaS cuando necesitan aplicaciones diversas como las bases de datos u otras herramientas básicas de desarrollo. Como puede verse, estos servicios están orientados al desarrollo y a la optimización de recursos en software y hardware.
Servicios SaaS. Estos servicios se centran en ofrecer infraestructuras de software, en las que la empresa deposita sus datos, ya que hay de por medio la contratación de servidores externos. En pocas palabras, tomando como ejemplo a Microsoft 365, ofrecen plataformas para que los trabajadores puedan acceder a ellas y sus recursos desde cualquier parte. De ahí que se discurra en torno a las aplicaciones SaaS.
El almacenamiento en la nube ofrece múltiples ventajas y algunos desafíos que conviene considerar.
Las principales ventajas son el ahorro de recursos, la colaboración con equipos de trabajo, la seguridad, la escalabilidad, la flexibilidad, el almacenamiento de objetos con copias de seguridad y amplio espacio de almacenamiento para cubrir diferentes necesidades. Además, hay que apuntar que los usuarios buscan en los servicios de almacenamiento la oportunidad de subir una gran cantidad de archivos y carpetas, descargar datos a una gran velocidad, ampliar el almacenamiento en cualquier momento y gestionar la nube en diversos dispositivos.
A pesar de las innumerables ventajas, el almacenamiento en la nube presenta las siguientes limitaciones: poco control sobre la infraestructura contratada, temores frente a amenazas de ciberseguridad, problemas con la integración en otros servicios, gastos imprevistos, limitaciones en el acceso a la nube por problemas con la red de internet, entre otros.
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