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La onicomicosis es una infección por hongos que afecta las uñas, tanto de las manos como de los pies. Esta condición se caracteriza por un engrosamiento, decoloración y descomposición de la lámina ungueal. Aunque no es una amenaza grave para la salud, puede causar molestias, dolor y vergüenza debido a la apariencia alterada de las uñas afectadas.
La onicomicosis se produce principalmente debido a la invasión de hongos dermatofitos, aunque también pueden estar involucrados mohos y levaduras. Los dermatofitos se alimentan de la queratina, una proteína que compone las uñas, lo que les permite colonizar y destruir la estructura de la uña.
Diversos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar onicomicosis, incluyendo:
Edad avanzada: Las personas mayores tienen un mayor riesgo debido a la circulación sanguínea reducida y al crecimiento más lento de las uñas.
Transpiración excesiva: Las condiciones húmedas y cálidas son ideales para el crecimiento de hongos.
Uso de calzado inadecuado: Los zapatos cerrados y ajustados pueden crear un ambiente propicio para los hongos.
Problemas de salud: Las personas con diabetes, problemas circulatorios o un sistema inmunológico debilitado son más susceptibles.
Lesiones en las uñas: Cualquier daño en la lámina ungueal puede facilitar la entrada de hongos.
Condiciones de la piel: Afecciones como el pie de atleta o el liquen plano pueden predisponer a la infección.
Eliminar el hongo de la onicomicosis puede ser un proceso largo y desafiante, que a menudo requiere una combinación de tratamientos tópicos, antifúngicos sistémicos y medidas preventivas. Aquí se describen algunas de las estrategias más comunes y efectivas:
Los tratamientos tópicos son aquellos que se aplican directamente sobre la uña afectada. Estos suelen ser efectivos para casos leves a moderados de onicomicosis. Algunos de los tratamientos tópicos más comunes incluyen:
Lacas antifúngicas: Productos como el ciclopirox y el amorolfina pueden aplicarse como un esmalte de uñas, proporcionando una barrera que combate la infección.
Cremas y ungüentos: Estos productos contienen ingredientes activos como el terbinafina o el clotrimazol, que se aplican directamente sobre la uña y la piel circundante.
Soluciones líquidas: Algunos tratamientos vienen en forma de solución que se puede aplicar con un pincel o gotero.
Para casos más severos o cuando los tratamientos tópicos no son efectivos, los antifúngicos sistémicos pueden ser necesarios. Estos medicamentos se toman vía oral y funcionan atacando la infección desde dentro del cuerpo. Entre los antifúngicos sistémicos más comunes se encuentran:
Terbinafina: Suele administrarse en dosis de 250 mg diarios durante un periodo de seis a doce semanas. La terbinafina tiene una alta tasa de curación, pero también puede tener efectos secundarios como malestar gastrointestinal y problemas hepáticos.
Itraconazol: Este medicamento se toma en ciclos de una semana con tres semanas de descanso entre ellos, repetido durante varios meses. Al igual que la terbinafina, puede tener efectos secundarios significativos.
Fluconazol: Aunque se usa con menos frecuencia, también puede ser eficaz para algunas infecciones de onicomicosis.
Además de los tratamientos médicos convencionales, hay medidas adicionales que pueden ayudar a mejorar los resultados y prevenir la reinfección:
Mantener las uñas cortas: Recortar las uñas regularmente reduce la cantidad de área donde los hongos pueden crecer.
Higiene adecuada: Mantener los pies limpios y secos, usar calcetines de materiales transpirables y cambiarse los calcetines y zapatos regularmente.
Evitar compartir artículos personales: No compartir cortaúñas, limas de uñas o zapatos para evitar la propagación de la infección.
Tratamientos naturales: Algunos remedios caseros como el aceite de árbol de té, el vinagre y el ajo tienen propiedades antifúngicas y pueden ser usados como complemento.
El tratamiento más efectivo para la onicomicosis depende de la severidad de la infección, la localización (uñas de manos vs. uñas de pies) y las características individuales del paciente. Aquí se describen los tratamientos más comunes y efectivos:
El tratamiento sistémico es generalmente considerado el más efectivo para casos moderados a severos de onicomicosis. Los antifúngicos sistémicos como la terbinafina y el itraconazol tienen una alta tasa de éxito debido a su capacidad para penetrar el lecho ungueal y eliminar la infección desde adentro. Sin embargo, es importante considerar los posibles efectos secundarios y la necesidad de monitoreo médico durante el tratamiento.
Para casos leves o pacientes que no pueden tolerar los medicamentos sistémicos, los tratamientos tópicos pueden ser una opción viable. Las lacas antifúngicas y las cremas pueden ser efectivas, especialmente cuando se combinan con medidas de higiene estrictas y la reducción de factores de riesgo.
En algunos casos, una combinación de tratamientos tópicos y sistémicos puede ser la mejor estrategia. Esto puede aumentar la efectividad del tratamiento y reducir la duración de la terapia necesaria para eliminar la infección.
Recientemente, se han desarrollado nuevas tecnologías y enfoques para tratar la onicomicosis. Entre ellos se incluyen:
Láseres: La terapia con láser puede penetrar la uña y eliminar el hongo sin dañar el tejido circundante. Aunque prometedora, esta opción puede ser costosa y no siempre está disponible.
Fotodinámica: Esta técnica utiliza una combinación de luz y un agente fotosensible para destruir el hongo.
Nuevos antifúngicos tópicos: Se están desarrollando y probando nuevos tratamientos tópicos que prometen ser más efectivos y tener menos efectos secundarios.
Un diagnóstico de onicomicosis preciso es crucial para determinar el tratamiento adecuado. Esto generalmente implica un examen clínico de la uña, cultivos de hongos y, a veces, una biopsia del lecho ungueal. Un diagnóstico erróneo puede llevar a tratamientos ineficaces y prolongar la incomodidad del paciente.
Prevenir la onicomicosis es posible mediante la adopción de hábitos saludables y el mantenimiento de una higiene adecuada. Algunas recomendaciones clave incluyen:
Mantener las uñas cortas y limpias: Esto reduce la probabilidad de que los hongos encuentren un lugar para crecer.
Usar calzado adecuado: Los zapatos deben ser bien ventilados y no demasiado ajustados para evitar la acumulación de humedad.
Evitar caminar descalzo en lugares públicos: Usar sandalias o zapatos en piscinas, gimnasios y duchas públicas.
Cambiar los calcetines regularmente: Especialmente si se tiene tendencia a sudar en exceso.
Usar polvos antifúngicos: Aplicarlos en los pies y dentro de los zapatos para mantenerlos secos.
Desinfectar los utensilios para uñas: Asegurarse de que cualquier herramienta usada en las uñas esté limpia y desinfectada.
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