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Aprender los cinco principios de Reggio Emilia es fundamental para comprender y desarrollar este método educativo en el aula. El siglo XX fue el siglo de las vanguardias, un período tumultuoso en el que se rompió con lo tradicional y se repensaron las corrientes artísticas e ideológicas. Evidentemente, la educación no escapó a esta revolución cultural, por lo que nacieron nuevas tendencias y metodologías alternativas que dejaron su huella en la educación de hoy. En la actualidad, muchas de estas corrientes han quedado a la sombra del conocimiento de la sociedad, e incluso de muchos docentes con años de experiencia a sus espaldas.
No obstante, el método educativo Reggio Emilia sigue vigente como nunca antes, por lo que continúa siendo fuente de inspiración y de mejora educativa continua. Este método plantea una filosofía basada en la exploración, la experimentación, el descubrimiento y el empoderamiento en la autorrealización autónoma. Así pues, en esta entrada te explicaremos en qué consiste esta técnica pedagógica y cuáles son los cinco principios de Reggio Emilia.
Este método educativo rompedor, bautizado como Reggio Emilia, se originó en la ciudad italiana de Reggio Emilia (de ahí su nombre) después de la Segunda Guerra Mundial. Fue desarrollado por el pedagogo Loris Malaguzzi y los padres de la comunidad local, que deseaban una educación más participativa y centrada en el niño. El método se basa en la creencia de que los niños son capaces y activos constructores de su propio aprendizaje, y se centra en la colaboración, la experimentación y la creatividad. Hoy en día, el método Reggio Emilia se ha extendido a muchas partes del mundo y es conocido por sus enfoques innovadores y participativos en la educación infantil.
Como hemos mencionado, la motivación principal para elaborar un método educativo nuevo y diferente, como lo es el de Reggio Emilia, fue involucrar más a los alumnos y hacerlos partícipes de su propio desarrollo educativo. De todas formas, Reggio Emilia no se queda solo en la superficie de la educación como vía unidireccional profesor-alumno de adquisición de conocimientos, sino que adopta un enfoque más holístico.
Así pues, Malaguzzi consideraba que la visión de los niños sobre la educación trascendía lo que se les enseñaba. En Reggio Emilia se contempla al niño como aprendiz y profesor de sí mismo, capaz de crear y adquirir nuevos conocimientos a través de hechos reales. Por tanto, el trasfondo de Reggio Emilia es eminentemente vivencial.
Te desgranamos los cinco principios principales de Reggio Emilia, que constituyen los pilares fundamentales de la filosofía de esta perspectiva pedagógica. Estos son:
Podemos dividir este principio en tres componentes esenciales. En primer lugar, bajo este principio de Reggio Emilia subyace la concepción del niño como precursor de su propio conocimiento. Son seres rebosantes de iniciativa, inspirados por su propio interés, que los impulsa a descubrir y aprender. Están dotados de un modo de comprensión individual de cómo ir construyendo conocimientos de forma autónoma. En resumen, según Reggio Emilia, los niños no son observadores pasivos que interioricen conocimientos por ósmosis, sino que deben ser tratados como colaboradores activos.
Otro aspecto que podemos destacar de este principio es la idea de que los niños son, como el resto de los seres humanos, seres sociales. Es por esta indudable e inmanente naturaleza sociable que todos compartimos que Reggio Emilia hace hincapié en el aprendizaje colaborativo en pequeños grupos. El objetivo es que los niños se sientan alentados a adquirir conocimiento en conjunto, pero también que desarrollen habilidades de camaradería y cooperación con sus coetáneos.
La última máxima que podemos extraer de este principio es que los niños son comunicadores natos y, por tanto, se les debe animar a comunicarse por todos los formatos y vías posibles. Esto implica que, más allá de la comunicación verbal, también pueden expresarse a través de las artes gráficas, el movimiento, las manualidades, el lenguaje no verbal, etc. El método Reggio Emilia pretende que los niños se abran para expresar todas sus emociones, dudas, reflexiones y pensamientos. En este proceso, el docente acompañará al alumno en la exploración y el descubrimiento de su entorno.
Un principio muy diferenciador de Reggio Emilia es la incorporación de decoración y ambientación creativa en el aula. De esta manera, el niño sentirá una curiosidad automática por el entorno educativo que lo rodea y se mostrará dispuesto a explorar y a descubrir por sí mismo. Algunos elementos que pueden servir para integrar el método Reggio Emilia en la ambientación escolar son: plantas, ventanas grandes, manualidades y cajas coloridas, pinturas y cuadros divertidos e inspiradores, muebles con formas variadas, espejos, espacios recreativos, juegos, etc.
Todo depende de tu creatividad. Lo principal es que el ambiente del aula aliente a los alumnos a inventar, investigar y desarrollarse a partir de su propia creatividad y curiosidad.
Para la filosofía de Reggio Emilia, los profesores se desenganchan de su rol tradicional como transmisores de conocimiento. Más bien, son compañeros que caminan de la mano junto a los alumnos en su proceso de aprendizaje. Se espera de los docentes que planifiquen experiencias y descubrimientos, y que apoyen a sus alumnos resolviendo los retos propuestos. El propósito principal del profesor en Reggio Emilia es escuchar y observar a los alumnos, así como formular preguntas que impulsen su interés y curiosidad durante la exploración. En resumen, los niños y los profesores son agentes que colaboran mutuamente.
Cuando hablamos de documentación como uno de los cinco principios de Reggio Emilia, nos referimos a que los profesores deben registrar todo el proceso de aprendizaje que se dé en el aula. Para ello, pueden tomarse fotos y grabarse vídeos para entender mejor a los niños y posibilitar que los padres sepan a qué se dedican sus hijos en clase. Esta documentación también ayuda a los docentes a valorar su propio trabajo e intercambiar ideas con los demás. A su vez, si guardamos pruebas del aprendizaje y los proyectos de nuestros alumnos, estaremos fomentando la autorrealización y la valoración positiva de sus propios logros.
Los docentes han de invitar a los padres a desempeñar un papel activo en las experiencias formativas de sus hijos. Según la filosofía de Reggio Emilia, la implicación parental es fundamental a la hora de que los niños creen comunidad y colaboren para alcanzar metas educativas comunes. Por otra parte, esta metodología concibe las figuras paternas y maternas como los verdaderos profesores de sus hijos. Por tanto, se anima a los padres a participar en actividades en el aula y a aportar sus habilidades y conocimientos a la comunidad educativa. Además, se valora la comunicación continua y colaborativa entre padres y educadores para establecer una relación de confianza y respeto mutuo, lo que contribuye a una experiencia educativa más enriquecedora y efectiva para los niños.
El atelier de Reggio Emilia tiene sus raíces en la pequeña ciudad italiana del mismo nombre, donde, tras la Segunda Guerra Mundial, Loris Malaguzzi, junto con padres de familia, inició un movimiento educativo revolucionario. Este enfoque ve al niño como un individuo competente, lleno de potencial y capaz de construir su aprendizaje a través de la exploración y la experiencia.
Ahora bien, en un atelier de Reggio Emilia, el arte y las artes visuales son medios fundamentales para la expresión y el descubrimiento. Este espacio, más que un simple taller, es un laboratorio creativo donde los niños interactúan con una variedad de materiales, explorando y dando vida a sus ideas.
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