Postgrado en Desarrollo Directivo en Control de Gestión (Doble Titulación + 35 Créditos PDUs) (Certificación PMP - PMI - Actualizado 7ª Edición PMBOK)
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Vivimos en una era de cambios vertiginosos y el mundo empresarial no se queda fuera, por ello debemos de comparar las Metodologías ágil vs. tradicional. Las nuevas filosofías de trabajo ágil o agile no desbancan a las anteriores. Si no que las complementan. Lo ideal es que los responsables de tomar decisiones conozcan las distintas opciones que existen.
En función de las circunstancias o variables con las que se cuente, se podrá elegir un método u otro. El objetivo final de cualquier metodología es conseguir entregar valor al cliente de manera correcta y rápida.
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Este método en cascada se basa en la consecución de una serie de fases que forman parte del ciclo del proyecto, como son: Iniciación, Planificación, Ejecución, Medición.
Por lo tanto, se trata de procesos lineales que requieren de una planificación que se ajustan a unos presupuestos. Esto hace que ante variaciones de tiempo por determinadas circunstancias no se puedan modificar o corregir los requerimientos iniciales impuestos de manera fija.
Los beneficios que presentan esta metodología tradicional son varios. Destaca que los objetivos están claramente definidos, documentados y cada participante conoce perfectamente la responsabilidad de la que se tiene que hacer cargo. Además, cuentan con procesos de control que permiten detectar de una manera previsible y fácil las desviaciones producidas.
Esta metodología surgió para el desarrollo de software, pero se ha terminado adaptando a otros sectores. Su filosofía se basa en el poder de adaptarse a los cambios de una manera rápida. Por ello, el trabajo en equipo es fundamental y la colaboración imprescindible para adaptar de manera flexible las tareas que lo requieran.
Esto se consigue porque, con esta metodología, los procesos y las herramientas se quedan en un segundo plano. Son los individuos y las interacciones los que adquieren mayor protagonismo.
La documentación extensa y pormenorizada se intenta gestionar a través de un software que agiliza la información y el funcionamiento del proceso. Y siempre se mantiene las necesidades del cliente en el punto de mira, quedando la negociación contractual en segundo plano.
Estos pequeños detalles hacen que el proyecto no se convierta en algo rígido, sino que es un proceso cambiante que se va adaptando a las circunstancias y a las necesidades del cliente.
Al basarse en hitos de corta duración o sprints, se invierte menos tiempo en planificación y en los procesos de priorización adelantados. Se consigue una mayor flexibilidad al ir consiguiendo pequeñas metas poco a poco.
Como comentamos al principio, no existe una metodología perfecta. Este enfoque híbrido parte de una planificación, pero después, la ejecución sigue la metodología ágil. El director del proyecto toma el control del mismo reduciendo los riesgos al tener el poder de adaptarlo y modificarlo ante circunstancias cambiantes.
La metodología tradicional sigue un proceso en cascada. Mientras que la metodología ágil plantea el proceso como si fuera una espiral. El enfoque híbrido permite combinar ambos.
La flexibilidad es la característica que más difiere entre un método y otro. El método tradicional es mucho más rígido, ya que el director del proyecto tiene que aprobar cualquier cambio que afecte a los pasos establecidos inicialmente. Sin embargo, en el método ágil las prioridades pueden cambiar a lo largo del proyecto.
La forma de llevar a cabo el seguimiento del proceso también difiere de un método a otro. En el método tradicional se programan reuniones periódicas con los agentes implicados en cada fase con el objeto de evaluar y controlar el proceso de evolución. En la metodología ágil, las reuniones consisten en breves encuentros diarios que permiten detectar alguna incidencia y corregirla sobre la marcha. La evolución del proyecto es visible para todos los agentes implicados a lo largo de todo el proyecto.
La forma de registrar la documentación en la metodología tradicional es a través de manuales detallados y extensos que registran los análisis, acciones y resultados de cada fase. En la metodología ágil se usan procesos funcionales y sistemas que ayudan a dar respuestas coherentes a los clientes.
En un entorno ágil, todos los agentes implicados pueden colaborar a la hora de buscar una solución. Pero en el método tradicional, el director del proyecto es el que determina quién participa en cada momento y decide si el equipo se involucra al completo o no ante determinadas circunstancias.
Las pruebas y los testeos en los proyectos desarrollados por una metodología tradicional se realizan cerca del final del proyecto por los equipos especializados. La metodología ágil cuenta con la participación de los propios clientes y usuarios para que realicen pruebas en cada avance.
Como he comentado al principio, no existe un método único ni excelente. Dependerá de cada proyecto y de las características de cada empresa.
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