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¿Quieres conocer todos los detalles sobre cuáles son los principales tipos de delitos empresariales? Si trabajas en el sector de la administración y dirección de empresas o si eres autónomo y gestionas tu propio negocio, ¡esto te interesa! Conoce a continuación toda la información imprescindible sobre delitos empresariales y sobre Corporate Compliance. ¡Vamos!
En el año 2010, el Código Penal sufrió una reforma en la que se abrió la posibilidad de condenar delitos empresariales llevados a cabo por las organizaciones en el desempeño de sus actividades.
Antes de esta reforma, las sociedades mercantiles solo eran imputadas por responsabilidades laborales, profesionales o civiles derivadas de sus acciones. Esto era así porque no se disponía de recursos jurídicos suficientes para imputarle responsabilidad penal a una sociedad mercantil con personalidad jurídica.
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Las personas jurídicas pueden ser penalmente responsables de una serie de delitos tales como:
Las penas correspondientes a estos delitos, a parte del daño reputacional y social de la empresa, son de diversa índole. Pueden ir desde multas, suspensión de actividades, clausura de locales, inhabilitación para optar a subvenciones y ayudas públicas o incluso la propia disolución de la persona jurídica.
En el artículo 31 del Código Penal se determina que habrá responsabilidad penal cuando las personas jurídicas hayan obtenido algún beneficio directo o indirecto al cometer alguno de los delitos anteriormente expuestos.
Para que se considere que el delito lo ha realizado la persona jurídica, este debe ser cometido en dos casos. En nombre y por cuenta de la empresa, por sus representantes legales o directivos con autorización para tomar decisiones. O por los empleados sometidos a la autoridad de representantes legales o directivos que no han ejercido la suficiente supervisión.
Para controlar y evitar caer en incumplimientos legales, las empresas desarrollan estrategias de compliance corporativo. Su finalidad es prevenir delitos y sanciones, asegurar el cumplimiento de la legislación nacional e internacional y contribuir a mejorar la imagen social de la organización.
Este protocolo de buenas prácticas recoge un conjunto de procedimientos que ayudan a identificar posibles riesgos legales en el marco de la actividad de la empresa. La figura de compliance officer es la encargada supervisar el cumplimiento del protocolo. Para ello elabora un mapa con los posibles riesgos, sus sanciones y las pautas de actuación.
En una segunda etapa, el compliance officer elabora un manual de conducta con las políticas empresariales, régimen disciplinario empresarial y código de ética para afrontar estas situaciones.
Por último, se procederá a la formación e información de todos los integrantes de la empresa de la existencia del protocolo. A partir de este momento, el trabajo del compliance officer consiste en realizar auditorias continuas con el fin de controlar y supervisar las buenas prácticas de la empresa y sus trabajadores.
La existencia de un corporate compliance en una empresa, puede llegar a suponer la exoneración de la responsabilidad penal en algunos delitos.
En 2014, esta organización junto con la Mesa Redonda Internacional sobre Responsabilidad Corporativa (ICAR) desarrollaron un proyecto en el que se establecieron “Los Principios sobre delitos corporativos: avance de las investigaciones y enjuiciamientos en casos de derechos humanos”.
Se trata de un documento que intenta perseguir la impunidad de los delitos corporativos. Marca las pautas a seguir por policías, jueces, fiscales… para facilitarles la labor de hacer cumplir la ley. Su desarrollo ha contado con la colaboración de investigadores, abogados y fiscales especialistas en derechos humanos.
Con estas iniciativas y cambio en las legislaciones locales, se pretende mejorar la ética del tejido empresarial a nivel mundial.
Aunque es una tarea ardua y difícil, ya que las empresas están gobernadas y dirigidas por seres humanos. Y uno de los mayores defectos de esta especie es la codicia del poder y el dinero, que muchas veces se antepone a los principios morales y éticos.
Hasta que no consigamos cambiar la forma de pensar de las generaciones venideras, seguiremos necesitando este tipo de leyes y organismos que nos ayuden a controlarnos a nosotros mismos.
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