Curso de Sepsis. Intervención y Soporte Práctico (Titulación Universitaria + 8 Créditos ECTS)
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La sepsis, también conocida como septicemia, es una respuesta desproporcionada e inflamatoria grave del cuerpo a una infección. En lugar de combatir la infección, el sistema inmunitario se descontrola, liberando sustancias químicas que dañan los tejidos y órganos sanos.
Es un síndrome clínico que ocasiona una disfunción orgánica y que es potencialmente mortal, especialmente si no se identifica y trata rápidamente. Aquí explicaremos qué es la sepsis, qué es el shock séptico, las causas y factores de riesgo, y el tratamiento a seguir.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en 2020 murieron 11 millones de personas por sepsis en todo el mundo y se presentaron cerca de 49 millones de casos. Esto significa que 2 de cada 10 fallecimientos se producen por sepsis.
El shock séptico es una forma grave de sepsis que aumenta significativamente el riesgo de muerte debido a problemas graves en la circulación sanguínea y el metabolismo celular.
En el shock séptico, la presión arterial se mantiene peligrosamente baja, incluso después de recibir suficientes líquidos. Se necesita administrar medicamentos llamados vasopresores para mantener la presión arterial media en al menos 65 mmHg. Además, los niveles de lactato en la sangre son altos (más de 18 mg/dL o 2 mmol/L), lo que indica que las células no están obteniendo suficiente oxígeno.
La sepsis es una respuesta a una infección. En pacientes inmunocompetentes, suele presentarse por infecciones bacterianas. En pacientes inmunodeprimidos también se pueden presentar sepsis por enfermedades virales o fúngicas, aunque en raras ocasiones.
De acuerdo con el Manual Merck, los bacilos gramnegativos o cocos grampositivos intrahospitalarios son los que causan con más frecuencia un shock séptico. Asimismo, existe una forma poco frecuente de shock que se conoce como el Síndrome del Shock tóxico y suele ser causado por toxinas estafilocócicas y estreptocócicas.
Ciertos grupos de personas tienen un mayor riesgo de desarrollar sepsis, como:
Recién nacidos/as y niños/as pequeños.
Adultos mayores.
Personas con enfermedades crónicas: diabetes mellitus, enfermedades cardíacas, enfermedades pulmonares, cáncer, cirrosis...
Personas con el sistema inmunitario debilitado: por medicamentos, quimioterapia o trasplantes.
Personas con quemaduras graves o traumatismos.
Personas con dispositivos invasivos como catéteres, mecanismos de drenaje, entubaciones...
Los síntomas tempranos de la sepsis pueden ser inespecíficos, como:
Fiebre.
Escalofríos.
Sudoración.
Aumento de la frecuencia cardíaca.
Respiración rápida.
Confusión mental.
Si no se detecta y trata a tiempo, la sepsis puede tener graves consecuencias. La sepsis grave se caracteriza por la presencia de al menos uno de los siguientes:
Choque séptico. La sangre no llega adecuadamente a los tejidos del cuerpo, lo que puede causar un fallo repentino en varios órganos, incluyendo los pulmones, los riñones y el hígado.
Disfunción de dos o más órganos, como los pulmones, los riñones o el hígado.
Niveles elevados de lactato. Es un subproducto del metabolismo celular que indica una falta de oxígeno.
La sepsis puede provocar complicaciones graves, como:
Insuficiencia multiorgánica.
Falla cardíaca.
Dificultad para respirar.
Daño cerebral.
Coágulos de sangre.
Muerte.
Se sospecha de sepsis cuando un paciente con una infección diagnosticada presenta signos de inflamación sistémica o disfunción en los órganos. El diagnóstico de la sepsis se basa en una exploración clínica en la que se evalúan:
Síntomas.
Antecedentes médicos.
Pruebas de laboratorio: análisis de sangre, orina y cultivos.
Pruebas de imagen: radiografías, tomografías computarizadas.
El tratamiento de la sepsis requiere atención médica inmediata y generalmente incluye:
Antibióticos para combatir la infección. Se suelen usar de amplio espectro.
Líquidos intravenosos para restaurar la presión arterial y la perfusión de los órganos.
Soporte respiratorio, si hay dificultad para respirar.
Medicamentos para controlar la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Cirugía para drenar abscesos o eliminar tejido infectado.
La prevención de la sepsis se centra en:
Prevenir y tratar las infecciones de manera temprana y adecuada.
Controlar las enfermedades crónicas.
Fortalecer el sistema inmunitario.
Vacunarse contra las infecciones.
Mantener excelentes prácticas de higiene y protocolos sanitarios en los centros hospitalarios.
Los avances en la Inteligencia Artificial (IA) están permitiendo desarrollar herramientas que pueden ayudar a los médicos a identificar a los pacientes con mayor riesgo de desarrollar sepsis.
Estas herramientas analizan grandes conjuntos de datos de pacientes, como sus registros médicos, signos vitales y resultados de laboratorio, para identificar patrones que indican un mayor riesgo de sepsis. Por ejemplo, BIAlert-sepsis es una herramienta de IA que tiene un sistema de alertas para ayudar a los equipos médicos a identificar a pacientes con sepsis de manera temprana y precisa.
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